En el universo teatral y televisivo, pocos nombres resuenan con tanta versatilidad como el de Flora Martínez. Desde sus primeros pasos en los escenarios, hasta su consolidación como una de las actrices más destacadas de la escena internacional.
La carrera de la artista colombo canadiense ha sido un viaje fascinante de creatividad y compromiso, a la que también le incluye la música y en esta oportunidad se acerca a un espacio que no había explorado, la dirección.
Sintiéndose encasillada en personajes poco edificantes, Flora se alejó progresivamente del cine, y sólo decidió dar un paso adelante cuando en compañía de su esposo, José Reinoso, encontró la motivación en una temática poco manejada en el medio, pero con la convicción de dejar un mensaje que perdure en el tiempo.
El debut ha supuesto un gran desafío profesional, además de dirigir esta bella historia, también oficia como protagonista, y su compromiso va más allá de estos dos tópicos, toda vez que dos comunidades con poca visibilidad toman partida y se sitúan en la atención general.

Un sueño cumplido
“Itzia, tango y cacao”, es la cinta que está en las salas de cine y que representa todo lo opuesto a los papeles que la actriz protagonizó en el pasado, que, si bien resultan válidos al ubicar esa temática en el contexto real nacional, no son precisamente lo más representativo del país y la imagen que menos se quiere exportar.
¿Cómo concibes este proyecto, donde el compromiso es doble?
Se puede. Creo que todo surge siempre de una necesidad, atreverse a algo tan osado viene de un lugar especial y mi esposo fue quien lo detectó más que yo.En toda mi carrera, a partir de “Rosario Tijeras”, hablando solo en el cine, porque en televisión pude desarrollar muchos papeles, me fui encasillando en personajes enmarcados en violencia, algo muy usual en Latinoamérica, donde a la mujer generalmente se le ubica allí, pero era lo único que me ofrecían y a la quinta película decidí dejarlo. José, sabiendo que me encanta el cine, me apoyó y empezamos a hacer esta historia donde se cambia el lenguaje, entrando al mundo de la discapacidad auditiva y con el beneplácito de esa comunidad.
¿Quién escribe la historia?
José ha dirigido mis proyectos, sin embargo, en su profesionalismo buscó asesoría del director argentino Marcos Carnevale, y juntos construyeron esta película de realismo mágico, donde además llega el cacao y por esto nos fuimos a San Vicente de Chucurí y Zipaquirá, lugares centrales de la película.
¿Cómo fue el proceso creativo?
Llevamos alrededor de dos años en este trabajo, la escritura del guion es lo más importante y haber trabajado el personaje con antelación, me permitió “jugar el partido y ser el director técnico”, de lo contrario no hubiese podido. En escena tenía una doble, yo dirigía y de inmediato pasaba a representar a Itzia. Estamos muy felices con el resultado.
Aprendes lenguaje de señas, ¿Cómo fue entrar a ese mundo?
Tuve dos mujeres con discapacidad auditiva que me acompañaron en todo el proceso, con ellas terminamos de escribir el guion, había que ser consecuentes y entrar en su mundo, descubrir todo desde su percepción. Algo que aprendí es que estas personas, además de tener ausencia de ruido, también la tienen de miedo y de prejuicios, porque ambos entran por los oídos. Itzia, gracias a su sensibilidad percibe este llamado de la música, que es el tango y por tanto puede acceder a un sexto sentido que se traduce en milagros.
Tocas un tema poco explorado, el cacao, ¿Qué te llevó a ese campo?
Fue maravilloso. Fedecacao nos llevó a San Vicente de Chucurí y nos enseñó que Colombia ganó premio con el mejor cacao del mundo en el Salón de Chocolates de París, además de ser el fruto de la paz, toda vez que es el reemplazo de los cultivos ilícitos y en el país hay 120 mil familias que derivan su sustento de ahí, con 30 mil mujeres cacaoteras, logrando una economía circular y yo aprendí todo el proceso que se muestra en la película.
¿Cómo se escogió el elenco en esta historia tan particular?
Hay actores colombianos y argentinos, un elenco muy especial.
¿Qué expectativas tienes con esta película?
En el momento en que se la mostré a la comunidad con discapacidad auditiva y la aplaudieron, quedé satisfecha. Con respecto a las expectativas, pienso que podemos hacer más películas con temáticas lindas de Colombia y que el público vaya a verla, para que se compruebe que esa temática, alejada de violencia y sexo, también vende. Miren lo que sucedió con “Encanto”, entonces nosotros necesitamos, como otros países, tener un cine en positivo para consumir.
¿Tienes un mensaje personal a través de la cinta?
Si. Para poder lograr esos milagros que todos deseamos en nuestras vidas, el perdón es muy importante, la intención y la importancia de “apagar ese ruido” al cual estamos expuestos todo el tiempo, de tal manera que podamos escuchar nuestra voz interior.
¿Cómo crees que será recibida en Colombia?
Muchas veces nos subestimamos. Todos estamos buscando respuestas, que nos muevan las fibras, y esta película toca el corazón, así que espero que vayan y se emocionen.
“Itzia, tango y cacao” ya empezó ganando premios, ¿Cuál es el galardón?
En los European Cinematography Awards, gané Mejor actriz y Mejor película. También ganamos Mejor guion en Estados Unidos y por la música ganamos en Londres y estamos en un festival de Los Ángeles de mujeres independientes que hacen cine, otro en Estados Unidos de Ópera prima como directora, donde estoy nominada. La película no había salido y tiene nueve reconocimientos, un premio a mis 30 años de carrera.
Al mirar atrás, ¿Qué sensación te dan esas tres décadas?
Siento como si hubiera acabado de salir de la escuela de teatro, con todo por delante, y después de lograr cosas que no había imaginado, he agarrado más fuerza y todo lo veo más fácil. Tengo muchas ganas de seguir, porque está demostrado que se puede.