Se puede afirmar que el cantautor Felipe Peláez es el artista que siempre sorprende. Si se formulara una pregunta sobre lo que canta, la respuesta saldría rápida y genuina, “todo”. Compone letras que bien se ubican en un género u otro y al interpretarlos, su voz se acomoda perfectamente.
Pipe apareció en la escena musical con el vallenato dejando ver su lado más romántico, no es ajeno al sonido urbano y siendo proclive a cantar en compañía, se ha sumado a las propuestas de muchos artistas que si bien no se ubican en su línea, el resultado siempre es el mejor, por lo que no es raro que ahora se alce con un álbum de rancheras.
“Un sueño llamado ranchera” es lo más reciente del cantautor, y como afirma, tiene muy bien puesto el nombre, era un pendiente desde hace un tiempo y comenta que en parrandas y encuentros con colegas y guitarra en mano, siempre tenía precisa la teoría de que el vallenato es descendiente de la ranchera, por tanto la influencia está presente.
De otra parte, su padre fue amante de ese género y La Guajira es una cultura con mucho arraigo de esa música, lo que siempre le llevó a pensar que debía tener cuidado sobre qué iba a cantar para que todo saliera conforme lo esperado, por esto se asesoró y con mesura llegó a un álbum de rancheras puro.

Un consenso
Tomar la determinación llevó un desarrollo desde todos los frentes artísticos, y el consenso con músicos de Colombia, México y Venezuela fue pieza fundamental para atravesar esta odisea que incluyó a un amigo mariachi para que le guiara al momento de cantar, porque como todo arte, tiene su ciencia.
“Un sueño llamado ranchera” se compone de nueve canciones, en las que Felipe y su equipo trabajaron en un producto balanceado. Hay temas inéditos, especialmente escritos con amigos, otros que creó en solitario, también se trajo un par de vallenatos que se adaptaron, uno es “El amor más grande del planeta”, lo mismo que un cover de una canción de Juan Gabriel y se agregó al repertorio “Pregúntale por quien llora” una canción con Jessi Uribe.
Se trató de un ejercicio divertido que comenzó cuando culminaba el confinamiento, maquetas iban y venía, arreglos que se sumaban en el camino y este último año se puso la ficha que faltaba, se organizaron los grupos de trabajo y manos a la obra con la consolidación del proyecto.
Felipe se caracteriza por ser romántico y poético, es el referente de buenas letras, la ranchera, si bien le canta al amor, tiene una alta dosis de despecho, entonces el balance fue el apropiado, cuando el mismo cantautor afirma que está un 60% en romanticismo positivo y un 40% cortavenas, incluyendo el dueto con Jessi Uribe.
Experiencias nuevas
Si algo determina el trabajo de Felipe es que se involucra al máximo en todas las etapas que cumple un tema y en especial un álbum. Además de compositor, pone su interés como productor, arreglista, siendo responsable del resultado que se ve hecho canción.
En esta oportunidad se le midió al trabajo con el mismo respeto, pero advierte que algo que pocas veces hace, fue la gran fortaleza y en eso se refiere a delegar. “Cuando hago mis discos vallenatos, estoy al frente, no se mueve un guacharacazo si no lo superviso, pero acá aprendí a delegar, porque con qué autoridad podía decir que el sonido de algún instrumento no me gustaba, no era lo mío y en ese sentido tuve quien me respondiera por cada detalle, prácticamente metí la cucharada cuando llegaron los coros, la mezcla y masterización”, manifiesta.
Convencido de estar atravesando una buena etapa dentro de su carrera, donde va tachando procesos cumplidos, no cree que se dé por lo pronto una segunda parte de rancheras, pero si le agrega a esa lista su primer disco sinfónico que estará listo antes de finalizar el año y todo esto traerá también el álbum vallenato que acostumbra sacar cada cierto tiempo.
Felipe empezó una idea novedosa en su haber, ya inició el proyecto de un disco infantil, una experiencia totalmente distinta, y otro sueño por cumplir es el de un álbum vocal bien dinámico, del que hace tiempo, bajo esta dinámica hizo un abrebocas con el tema “Tu hombre soy yo”.
Los sueños de Pipe se siguen cumpliendo, precisamente en el sinfónico se va por su lado académico y con 85 músicos le mantiene la complejidad, pero a la vez la belleza de ese trabajo. En estos días viaja a Los Ángeles para terminar mezcla y masterización.
Casi dos décadas de carrera artística le dejan a este cantautor un balance positivo, afirma que esto no estaba en sus planes, se encontraba en la zona de confort como compositor y productor, pero se le fue dando de a poquito su entrada a este universo infinito y mirar hacia atrás lo lleva a encontrarse con etapas maravillosas que dan cuenta de un buen trabajo, al tiempo que desea alcanzar las que vendrán más adelante.
