Los artistas suelen reflejar en sus trabajos estados de ánimo, momentos de vida y en general sentimientos que le asalten al crear. A esto no escapa cualquiera que sea la disciplina que se adelante, y se manifiesta con mayor medida en la música.
Precisamente esa música que presenta el portorriqueño Draco Rosa en esta nueva etapa de su vida es la que expresa su interior, aun cuando ha sido habitual en él la presencia de sus vivencias en sus álbumes.
Es artista nativo, con una carrera paralela a su vida, con la complejidad como inspiración, lo que le ha valido un sitio diferente al asumido por los de su generación, en Menudo fue un debut poco esperado en los 80 del siglo pasado, sin embargo, ahí no estaba su esencia, la banda no tenía implícitas las exigencias que el Robi Rosa de entonces estaba esperando para crecer, y a partir de allí el trasegar fue particular.
No es secreto que también influyó en la carrera de muchas estrellas y aun así no perdió brillo, lo encumbró para disfrutarlo en solitario, pese a que pareciera que no lo ve así, o por lo menos no lo persigue. “Vagabundo”, fue un despegue hacia esa cúspide precisa que se mantiene con otros discos disímiles, pero muy suyos.
Los sonidos del Monte Sagrado
Hacerse ciudadano del mundo no es fortuito, es muy boricua, pero hay que recordar que nació en Nueva York, sus andaduras musicales lo llevaron a Brasil y de regreso a Estados Unidos se asentó en Los Ángeles, en un estudio ideado según sus necesidades, y las de los demás.
Ahora está de vuelta en la Isla del Encanto, literalmente en su tierra, la que destinó para esta etapa de su vida, Monte Sagrado, su finca y su espacio más natural, desde donde divisa el milagro de la vida, de su vida, y se dedica con fervor a explorar todo cuanto le produce curiosidad, hay que aclarar que es mucho lo que clama su atención.
Allí se creó “Sound Healling 1:11”, su más reciente álbum, con un título sugestivo que una vez se empieza a escuchar cada tema, se entiende el porqué y se deja de pensar, si se hizo, que es rebuscado. Y desde ese lugar también convocó medios, algo poco habitual en el artista, para de la manera más sosegada, hablar de la génesis de su producto y los motivos que le impulsaron.
El nombre del álbum no resulta una simple casualidad, además de lanzarlo el 11 de noviembre, como realmente ocurrió, la duración del mismo duró q hora y 11 minutos, de otra parte, Monte Sagrado, la finca donde se concibió, está en la carretera 111. Cuenta con 11 canciones, siete de ellas en español, tres en inglés y “El amor de Boriken” es instrumental.
“Sound Healling 1:11” si bien es una continuidad de “Monte sagrado”, no se parece, está incluido en un universo digital que Draco ha explorado, en la misma medida que se involucra en la naturaleza que le ofrece el espacio donde habita.
Este nuevo proyecto tiene mucho que ver con la necesidad que le asistió en la pandemia de hallar tranquilidad, creando cada día fue encontrando la formación del disco, con instrumentos y ayudas digitales, sin desperdiciar los sonidos que su alrededor le iba prodigando, por eso se sienten incesantes pájaros en el fondo.
Los videos que hasta ahora ha presentado hacen parte de esa animación que le acompaña desde hace un tiempo y en la cual disfruta creando su propio universo, por lo que serán un sucesivo para los temas siguientes.
Lo anterior fue en buena medida la base para que encontrara sanidad, una especie de catarsis obligada que le alejó un poco de la medicina convencional para llevarlo por ese camino natural que promulga en su vida y en sus canciones.
En la charla con los medios se puede ver y sentir un Draco sosegado, con inmensas ganas de vivir, de hacer música desde su interior, por eso no apeló a otros músicos, todo fue su obra y después se tomó el tiempo para unir cada pieza.
Evita hablar de la pandemia, se abre a cualquier conversación sobre el cáncer que padeció y lo hace porque considera prudente servir de referente si se quiere, también espera que este disco sea una especie de bienestar sonoro, dependiendo de quién lo busque y lo escuche.
El álbum cuenta con una energía chamánica, suena esperanzador y apropiado para esta época, es muy íntimo y sincero, donde se presenta Draco desde su forma más natural, y tiene lo que buscaba para sí mismo, la desconexión al tiempo que se encontraba con la sanidad anhelada.
Sabe que “Sound Healling 1:11” no está para sonar en vivo, lo sugiere en la tranquilidad de un momento, en compañía o soledad, pero que suene y haga lo propio, porque no está diseñado para hacerlo ante una masa congregada.
