Alta, elegante, de amplia sonrisa, de mirada cálida y cariñosa que invita a la amistad y de ‘ñapa’, una vanidad espontánea. Ella es Alicia Tous Brid.
La iglesia de San Pedro Claver ha estado de fiesta con la celebración de los 100 años de Alicia Tous Brid, su segunda casa. Desde allí irradió un trabajo de Apostolado consagrando su vida al servicio de los más necesitados a ejemplo de San Pedro Claver. Su alegría, optimismo y servicio sin medida, la han hecho merecedora del cariño y admiración de muchos cartageneros.
Desde muy joven se dedicó a obras sociales, gestionando recursos para la construcción de varias iglesias. Ha participado con desvelo en la catequesis de la Primera Comunión, cuidando que los niños asumieran los conocimientos de la religión, pero también ayudándolos con el vestuario para que disfrutaran de esa inolvidable fecha. Su presencia también es recordada en las cárceles y hospitales de la época.
Ali, como le dicen con cariño todos, es inmensamente alegre. A sus 100 años, le ha tocado dar el último adiós a todos sus hermanos, pero el más doloroso, tal vez fue la muerte de su mamá, justo un 22 de noviembre, cuando Alicia cumplía 20 años.
La celebración
¿Y cómo fue todo? Se fue en coche a la misa en San Pedro Claver y luego una copa de champaña en su casa. Ese día, en el Centro Histórico, no hubo luz y la iluminación de la iglesia estuvo a cargo de 100 veladoras que fueron ubicadas en el altar mayor a cargo de Alicia, en agradecimiento a Dios por cada año de su vida.
Ella es muy espontánea en los dichos y en el hablar. Hace pocos días, cuando preparaba todo para sus 100 años, le dijo a su último hermano vivo: “Mira Rafael, cuidado te vas a morir...porque me dañas la fiesta”. Rafa no le cumplió su pedido y falleció unos días antes de su cumpleaños. Este suceso no le impidió participar con las amigas de su cumpleaños, pero sí estrenarse el vestido rojo que tenía preparado para ese día, vistiendo de blanco en su memoria.
Recientemente una amiga la vio asomada por el balcón y le preguntó: “Ali... ¿cómo vas en la cuarentena?,” contestó: “Feliz... porque soy la dueña del Centro, puedo irme por donde quiera y no me encuentro con nadie, cumpliendo con los protocolos de bioseguridad”. Hace unos días se fue en su silla de ruedas a felicitar, con un grito de la acera al balcón, a su vecina Albertina que cumplía años.
Ana Cecilia me cuenta que estar a su lado inspira seguridad, y una paz indescriptible porque Alicia es alma de oración y de gran fe en Dios. En una de esas visitas Alicia le comentó: “Anoche no dormí nada bien. Dios me regaló ese tiempo para darle gracias y rezar mucho por los enfermos y las personas necesitadas”. Siempre ve lo positivo de los acontecimientos.
Así es esta mujer centenaria. Trabaja día a día para entregar todos los años 1.000 vestidos en la Navidad a los niños de los pueblos de la Bahía. Con amigas y conocidas los elabora con esmero y dedicación. Siempre repite “a los pobres hay que darles lo mejor”. Aunque a principios de este año sufrió una isquemia cerebral que le afectó el lenguaje, su mente sigue lucida y con la claridad de toda su vida.
La vida de Alicia viene a reforzar ese estudio que por más de 75 años ha adelantado la Universidad de Harvard, investigando qué mantiene a la gente feliz y saludable: No es ni el dinero, ni la fama, tampoco lograr grandes cosas, es entregarse a las relaciones con la familia, amigos y la comunidad.
“No hay tiempo, muy breve es la vida para disputas, animosidades...Solo hay tiempo para amar y sólo un instante para eso.” Mark Twain.
La buena vida se construye con buenas relaciones. Hoy damos todos gracias a Dios por la vida de Alicia.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, ALICIA!


