Hay disco en medio del confinamiento, aunque confiesa que ya no está trabajando, muchas cosas están hechas, como este álbum que le debía a un país que ama tanto, que cree que pudo sentarse a cantar al lado de sus más grandes exponente, lo que sucede es que llegó después y no alcanzó.
Esta última reflexión corresponde a Diego Ramón Jiménez Salazar, uno de los gitanos más conocidos en el mundo artístico, pues se trata de Diego “El Cigala”, cuya voz flamenca se adapta a muchos géneros, innumerables letras y al sentimiento que éstas exigen, por eso sus homenajes tienen ese valor incalculable de lo atemporal.
Ahora está en Punta Cana, disfruta de la plenitud de ese paraíso, ya es ciudadano de República Dominicana, allí precisamente incorporó la voz a este álbum que se empezó a gestar de una forma particular, desde esos temas que le movieron siempre las entrañas y que pertenecieron a grandes figuras como José Alfredo Jiménez, Javier Solís, Chavela Vargas, Agustín Lara, Armando Manzanero, entre otros, por lo que tomó el nombre que bien merecía, “Cigala canta a México”.
Se armó de mariachis y dejó correr su voz por las partituras más conocidas del folclor mexicano, “El Cigala” afirma que desde antes de iniciar su carrera sentía especial atracción por esta música y después de rendir un homenaje a Cuba, con el triunfador “Lágrimas negras”, pasar por Argentina con “Cigala y tango”, sin olvidar la sonoridad salsera que le representó “Indestructible”, era merecido llegar a México.
Ese viaje inigualable
El álbum es muy variado, se funde en ese romanticismo de letras conocidas por todos, las que se mantienen de generación en generación y no causa extrañeza la interpretación, porque Diego “El Cigala” bien puede adaptar su matiz flamenco a los mariachis, allí sólo hizo falta la Plaza Garibaldi.
“La media vuelta” tiene un tono melancólico que se intensificó con la guitarra y la voz rasgada del intérprete español; mientras que “Bésame mucho” y “Somos novios” invita a extasiarse en una serenata para dos. “De qué manera te olvido” hace un verdadero giro que no olvida el origen gitano de Diego, en general, estos doce temas escogidos desde su corazón, son una verdadera joya de colección, para disfrutar en el presente.
No fue fácil advierte al interrogársele por la selección de temas, teniendo en cuenta lo amplio del repertorio mexicano, sin embargo afirma que acudió a esas canciones que van y vienen en su memoria, que hicieron parte de su diario vivir, de involucrarse con otros universos musicales y que al final son patrimonio de todos, de allí la importancia de este recopilatorio.
Hablar con “El Cigala” es una experiencia divertida, confinado en su casa, al lado de sus hijos, se ha relajado en estos días, ríe, canta y propone escuchar su disco, sabe que hay tiempo y estando todos en casa, es prudente el momento para disfrutarlo. Su físico de gitano contrasta de manera especial con esta música que decidió grabar y habla de México con el mismo arraigo que lo puede hacer por su natal España.
Los conciertos por ahora tendrán que esperar, todo quedó suspendido, mientras, Diego “El Cigala” se nutre de otros sonidos y no descarta algún día poder alternar con Carlos Vives y tal vez grabar al compás de un acordeón, porque en ese viaje universal que emprendió hace más de veinte años, todos los puertos están abiertos para que él desembarque y empiece a tomar un poco de su riqueza musical muy a su manera.
