El ejercicio de la bacteriología está enmarcado en una serie de retos que le llevan más allá de la expectativa de tiempos pasados, cuando este profesional se visualizaba en un laboratorio clínico frente a diferentes muestras.
Rompiendo los paradigmas que impone el nuevo siglo, el bacteriólogo asume nuevos roles que como profesional de la salud que es, puede asumir y precisamente, dentro de los procesos que cumple la industria, su presencia se hace cada vez más necesaria.
Los procesos de manufactura de alimentos, en el caso industrial, requieren de la vigilancia constante de un bacteriólogo, lo mismo que su presencia en el área de manipulación de los mismos se hace obligada, toda vez que esta labor requiere de responsabilidad por las consecuencias que puede acarrear en una comunidad, advierte la doctora Roxana De la Torre Barboza, directora del programa de Bacteriología de la Universidad Rafael Núñez.
Antes de pasar a un proceso, se debe partir de unas buenas prácticas manufactureras. El lavado de manos es importante, seguido del conocimiento de vida útil de los alimentos y el uso de preservativos, lo mismo que la temperatura que se debe manejar, el almacenamiento y la esterilización del lugar.
En la industria el concepto es muy complejo, indica la doctora Roxana De la Torre, pues tiene que ver con procesos más extensos, con desinfección, esterilización, empaque de los alimentos, fechas de vencimiento, entre otros.
En este sentido, la presencia del bacteriólogo es imprescindible, amparada en la Ley 841, normativa que rige para este profesional, la cual exige que en esos campos industriales donde se requieran buenas prácticas manufactureras, el cargo debe existir.
Es de aclarar que el enfoque del microbiólogo industrial, una profesión que se desarrolla actualmente, es un tanto diferente al del bacteriólogo, pues el primero basa su experiencia en el uso de las bacterias y microorganismos para la creación de productos novedosos en alimentación y salud, mientras que el bacteriólogo tiene ambos perfiles, clínico e industrial.
Cuando se habla de restaurantes, los procesos de control microbiológicos, deben estar vigilados por este profesional, cuya misión consiste en detectar posibles focos de contaminación en el lugar y garantizar la calidad de los alimentos que allí se manejan. En este sentido su trabajo es periódico y no requiere ser personal de planta.
Las neveras, dispensadores de agua, utensilios de uso diario o eventual, deben estar incluidos en la revisión del bacteriólogo, a fin de disminuir y controlar la carga microbiana, al punto que no impacte negativamente la salud del consumidor final.
En resumen, la doctora De la Torre indica que el laboratorio debe ser visto como una verdadera empresa, donde se trabaja con indicadores enmarcados en un sistema general de la calidad y allí está el reto del bacteriólogo actual, respondiendo con sus herramientas ante los procesos de habilitación y seguridad.