Enmarcada en gaitas y percusión, así se ha identificado a Mayte Montero en las últimas dos décadas, cuando ha pertenecido a importantes proyectos, pero de la misma manera su talento se encargó de manifestaciones propias, esas que ahora emergen como un tesoro escondido.
Mayte es Cartagena pura, tiene la alegría dibujada en su rostro, lleva el espíritu musical que acompaña a los nativos del Corralito de Piedra, su sonido evoca a África en toda su magnitud, porque allí es donde está el origen de lo que verdaderamente corre por sus venas.
Las gaitas siguen siendo su compañía, las lleva con el cuidado que se le tiene al bien más preciado y las mismas le corresponden en medio de melodías que invitan a bailar, en una simbiosis que data de siempre, porque allí han estado hasta perpetuarse en su vida.
Mayte Montero se expresa con la humildad de los grandes creadores, dice con voz apacible que allí está lo suyo para que lo disfruten “si les gusta”, pero con la certeza de que eso es precisamente lo que siempre ha querido hacer y que ya llegó el momento de ejecutar para su gozo personal, ya hizo sonar el protagonismo de otros.
Los proyectos de esta artista cartagenera siempre han sido muchos, estaba en todos a la vez, desde hacer giras, organizar propuestas diferentes con colegas, hasta representar a la cantadora Petrona Martínez, un trabajo que tiene todo su corazón y que no desfallece hasta verla nuevamente en un escenario.
Ahora llegó su momento, el de sacar a relucir esa música festiva que tiene en su interior, la misma que nos recuerda a la Cartagena de festivales, de África en sus calles y barrios, porque lo nuevo, que no es tan nuevo, ya que hace parte de composiciones que sobrepasan las dos décadas, es lo que está de vuelta.
Y se “calentó” la música
Mayte salió de su tierra y no ha perdido su encanto Caribe. Trabajó junto a Totó La Momposina, con Carlos Vives y La Provincia, Bloque de Búsqueda, sin embargo nunca dejó de grabar canciones en su estudio casero junto a su primo Edgar Gutiérrez “El Peque” y muchas las “champeteó”, él es el responsable de esas guitarras y el bajo, aclara.
En ese proceso apareció “Cubeta”, esa champeta que suena insistentemente desde hace unas semanas y que fue compuesta desde hace algún tiempo, con un ritmo marcado como se hizo en los 80, aunque no pretende alejarse de lo actual, porque como Mayte advierte, viene de una familia musical que agrupa muchos géneros y en la misma se quiere mantener.
Como cartagenera está pegada al sukus, tiene el ritmo del tambor en su interior y además de eso, a ella la cautivó la gaita, pero de la misma manera le gusta el vallenato, el merengue, la salsa vieja y todo lo que relacione ese movimiento musical que integra el Caribe.
En ese orden de ideas, la champeta de Mayte viene buscando un lugar, con propuestas variadas que dan para todo, desde bailarla muy suave hasta escucharla. También se involucra en algo que la apasionó siempre y es la música jíbara, ese sonido campesino puertorriqueño que llegaba con las brisas, que hizo parte de los sectores populares de la ciudad y que nunca se va a abandonar.
Lo anterior hace parte de su gusto y su vida, entonces las une y se atreve a grabar un tema jíbaro, pero champeteao, es el caso de “Un jíbaro en San Juan”, donde la voz de Mayte Montero logra su esplendor, dando lugar a una pieza de antología.
El álbum se alista con todo esto, “Cubeta” llegó a “calentarle” el camino, un tema que la sacó sin proponérselo de su zona de confort y la invitó a presentarse con voz, gaita y rostro ante todos. Se trata de un proyecto de vida que no merecía más prórroga y es en buena medida un patrimonio musical forjado a través de los años que debía ser expuesto.
Mayte Montero se expresa con música, hace algunos años compuso junto a Pedro Pablo Peña “La candelilla”, un tema que surge cada noviembre a recordar que llegó la fiesta, que los cartageneros y visitantes tienen un ritmo propio.
Lo que viene ahora tendrá su tiempo, ella se acoge a la propuesta actual de sencillos que van dando a conocer un trabajo, que además requiere de dedicación e inversión, pero que puede no ser acogido en su totalidad como cuando ya es de dominio popular.
Por lo pronto “Cubeta” se expande y se apropia de su público, después a cada una de las canciones se les dará su espacio para ser acariciadas y disfrutadas y en eso las compara con los hijos, a quienes se les da su debida atención en su llegada.
En esta nueva faceta, Mayte contó con la ayuda de sus grandes amigos Sharon Alviz y Alejandro Ramírez, quienes se encargaron de la producción del video, el manejo de imagen, donde podía mostrarse en todo su esplendor, sin parecerse a nadie.
En este proceso hay composiciones propias, indica la artista, pero también intervino el maestro Martín Madera, el cartagenero Jerau hizo su aporte, lo mismo que Iván Benavides y otros que entendieron que vale la pena apostarle a este sonido.


