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Revista viernes

Del papel al circuito

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Las listas de útiles escolares se están convirtiendo en lista de ‘gadgets’ tecnológicos volviéndose en una tendencia para las instituciones educativas en las cuales ya no es raro encontrar elementos como memorias USB y tabletas.
Este fenómeno se ha venido expandiendo y aunque la lista de útiles se vuelve inaccesible para algunos debido a los costos extras que generan los elementos de tecnología utilizados para la educación, el Gobierno se ha encargado de que las personas de bajos recursos tengan acceso a las tecnologías a través del programa Vive Digital impulsado por el ministerio de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación).
La tecnología ha cambiado de varias formas las dinámicas educativas clásicas que por mucho tiempo rigieron sobre la academia. Hoy en día la información está disponible en cualquier lugar y no es raro encontrar estudiantes realizando búsquedas relacionadas con lo que dicta el profesor.
El profesor ya no puede imponer los conocimientos y este no puede ver su labor amenazada por una máquina.  El papel del profesor cambia y ahora se convierte en una guía con criterio humano que permite orientar a los estudiantes en su mundo digital.
Ningún algoritmo puede superar el criterio de un profesor para determinar la verdad (en su área de conocimiento) en medio de un mar de algoritmos que muestran resultados por popularidad y no por fidelidad a la realidad.
Con la democratización de Internet, el conocimiento ahora se distribuye en el aula de clase de una forma equitativa entre estudiantes y profesor convirtiendo la clase en un espacio público que no depende de un lugar físico o palpable. La esfera de lo público ahora es imperceptible pero no por ello deja de estar presente.
Muchos teóricos hablan de que la tecnología amenaza con las relaciones interpersonales, estimula la flojera y el sedentarismo, vuelve ligeras los complejos procesos de comunicación humanos y crea lazos de dependencia patológicos.
Sin embargo, estos aspectos negativos no son un problema que cultive directamente los avances tecnológicos. Es decir, la culpa no es de la tecnología (la vaca) por su naturaleza, la culpa es del mismo hombre que permite esto.
Es el mismo niño o adulto que desarrolla esos defectos y no es capaz de aceptar y asumir su culpabilidad y le echa la culpa a la vaca (la tecnología).
Aquí es donde la labor del profesor toma importancia, en saber educar en las nuevas tecnologías a los estudiantes para que aprovechen de la mejor manera  un complemento para vida tan importante como lo es la tecnología.

En la actualidad los jóvenes recurren a materiales tecnológicos antes que a los clásicos útiles escolares. ROYALTY FREE 123
En la actualidad los jóvenes recurren a materiales tecnológicos antes que a los clásicos útiles escolares. ROYALTY FREE 123
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