El Santuario Museo San Pedro Claver, ubicado en el corazón del Centro Histórico de Cartagena, no es solo un monumento religioso. Es testimonio vivo de la lucha por la dignidad humana en medio de uno de los capítulos más oscuros de la historia del Corralito de Piedras. Este lugar, dedicado al “esclavo de los esclavos”, resguarda no solo la memoria de su labor sino también un mensaje de empatía y justicia que hasta el día de hoy cobra relevancia.
Desde el momento en que crucé sus puertas, supe que este no sería un recorrido cualquiera. Aunque años atrás había visitado este lugar, esta vez lo haría desde otra orilla, desde otra mirada. Cuando llegué al lugar me recibió un jardín verde donde los rayos del sol, empezaban a caer con menos intensidad, debido a que ya era por la tarde. En ese momento de espera al encuentro con la persona que estaría guiando este recorrido por ese lugar que sí o sí se debe conocer cuando se visita la ciudad por primera vez. Fueron unos minutos de analizar y preguntarme cómo iba a transmitir toda la información con la que saldría de aquel lugar porque a medida que caminaba ratificaba que cada rincón del santuario parecía contar una historia más allá de lo religioso, una historia del impacto social de este personaje que en una época tan caótica como la colonial sacó la cara por los menos favorecidos.
Un espacio de solemnidad
Al entrar a la iglesia, me recibió un silencio solemne que parecía hablar más fuerte que cualquier palabra. Frente al altar mayor, donde descansan los restos de San Pedro Claver, me invadió una mezcla de admiración y respeto. Mis ojos se posaron sobre la inscripción en la cúpula, que decía, “Petrus Claver Aethiopum semper servus.” que traducido al español es “esclavo de los esclavos para siempre”, está frase resumía la vida de San Pedro, un hombre que dedicó cada día a los más vulnerables. No pude evitar imaginar cómo debió ser este lugar hace siglos, lleno de sufrimiento y esperanza. Sentí un nudo en la garganta al pensar en la fortaleza de quienes encontraron aquí un destello de consuelo en medio de su dolor. Lee también: Centro Histórico de Cartagena: un recorrido obligado por sus plazas.
La edificación sobre la que posaba mis pies cuenta con cerca de 400 años de historia y un legado que ha evolucionado con el tiempo. Inicialmente, fue un colegio; más tarde, un cuartel militar, y en otra etapa, se utilizó como hospital. Hoy en día, es conocido como un museo que guarda entre sus muros el eco de los cambios que ha presenciado. Cada rincón, impregnado de solemnidad, nos recuerda la relevancia histórica de Pedro Claver, un hombre que dedicó su vida al servicio de los esclavos africanos, velando por su protección y educación bajo las normativas que la Iglesia Católica ortodoxa europea promovía para esa época.
Continué mi recorrido por este lugar y junto a la guía llegamos a un cuarto donde reposaban varias piezas artísticas, una de las piezas que se llevó toda mi atención fue un óleo del siglo XVIII que, según a voz de la guía, esa “era la representación más fiel del rostro del santo Claver”. En ese mismo orden, conocí la habitación o una recreación de esta, ahí las paredes de un blanco desgastado y de un espacio bastante reducido, las pequeñas ventanas que daban al puerto para aquella época, me hicieron imaginarlo por un momento, vigilando incansablemente la llegada de los barcos, preparado para ofrecer ayuda. Su cama sencilla y su estilo de vida austero siempre será un recordatorio de que el verdadero servicio nace de la humildad. Lee también: Cerro de La Popa: historia, fe y vistas imperdibles en Cartagena.
Arte que confronta
Una de las partes de todo este recorrido que más me tocó fue la sala “Reconociendo, Resistiendo y Reconciliando para la Paz”. Allí, las obras de arte contemporáneo me llevaron a pensar en cómo la historia de San Pedro Claver se conecta con los derechos humanos actuales. Un joven que también recorría la sala compartió conmigo: “Esto no es solo historia, es una llamada a actuar”. Sus palabras me quedaron grabadas y no pude evitar preguntarme: ¿Qué estoy haciendo yo por construir un mundo más justo? Desde ese día esa pregunta sigue dando vueltas por mi cabeza. Porque sí, es importante replantear el rol que estamos llevando a cabo en la sociedad y tratar de ser un poco como San Pedro que dio su vida por el servicio de los otros sin esperar nada a cambio.
Una experiencia para vivir desde la Cúpula de la Iglesia
Para finalizar el recorrido, subimos los 97 escalones que llevan a la cúpula mirador, la invitación inicial que nos atrajo al lugar. Sin embargo, al llegar, descubrí que este espacio es solo una parte de la experiencia completa que ofrece el Santuario Museo San Pedro Claver, y me sentí motivada a explorar más para traerles mi experiencia del lugar y antojarlos para que lo visiten. Pensé que la subida a este lugar sería agotadora, el hecho de pensar en una escalera y en tantos escalones, no pintaba nada bien para mí, sin embargo, fue todo lo contrario entre la charla, subimos tranquilamente. Desde ese punto, la ciudad se desplegaba ante mis ojos, y me encontré completamente fascinada. El viento fresco que soplaba desde la cúpula me ayudó a procesar todo lo que había vivido en ese momento. Desde ese lugar y con esa vista, sentí una conexión íntima no solo con la historia del lugar, sino también con la esencia misma de Cartagena.
Información útil para los visitantes
1. Es importante mencionar que el Santuario museo San Pedro Claver, está abierto de lunes a domingo para que al igual que yo, puedas vivir la experiencia y encuentro con esta parte de la historia de Cartagena. Los horarios van desde las 10:00 a.m. a las 4:30 p.m. y los valores de la entrada para adultos es 20.000 y para niños en 12.000 pesos colombianos.
2. El mirador de la Cúpula estuvo cerrado al público durante dos años para preservar su arquitectura colonial ya que el sitio debe estar en constante mantenimiento para así, garantizar la seguridad de los visitantes este lugar, fue reabierto recientemente para turistas y cartageneros, quienes ahora pueden deleitarse con la vista panorámica del Centro Histórico. Por un costo de 10.000 pesos colombianos y por tiempo limitado, es posible disfrutar de este privilegiado espacio que estará abierto de lunes a sábados de 10:30 a.m. a 12:00 p.m. y de 2:00 p.m. a 4:30 p.m.