Los videojuegos se han convertido en una de las más importantes industrias del entretenimiento actual, constituyendo una alternativa narrativa, visual y dinámica que permite a los jugadores y fanáticos conocer mundos que desafían a la imaginación, vivir experiencias imposibles de recrear en la vida real y asumir el rol como los héroes de sus propios mundos.
Un nuevo mundo

Más allá de los elementos narrativos y visuales que componen la atmósfera de la mayoría de los títulos en el mercado, otro gran grupo de juegos sacrifican algunos de estos aspectos con el fin de servir a los jugadores como nuevos escenarios de competencia en línea que pueden convertirse en el medio idóneo para el relacionamiento internacional.
En la actualidad, algunos jugadores han destacado en el mundo de los juegos competitivos debido al nivel de habilidad que estos han demostrado y, que más allá de entretenerlos, se han convertido en una disciplina y un medio para la subsistencia económica. Lea también: Los videojuegos, una alternativa moderna para tratar el duelo
Haciendo transmisiones en plataformas de streaming, o compitiendo en encuentros internacionales de forma presencial o virtual, existen jugadores que se han hecho de un nombre en la nueva era del entretenimiento debido, en gran parte, a lo particular de sus orígenes y a lo increíble de sus habilidades, demostrando así que existen personas que pueden ser consideradas como verdaderos campeones del mundo digital.
Millonario a los 16
Un hito en la historia de los esports (deportes electrónicos) se escribió un 28 de julio de 2019. Cien jugadores, seis rondas y un campo abierto. Una verdadera batalla por la supervivencia.
Kyle Giersdorf, un estadounidense conocido en el mundo del gaming (oficio de jugar) profesional como Bugha, de en ese entonces 16 años, sería el que se llevaría a casa el título de campeón mundial de Fortnite junto con la cuantiosa suma de tres millones de dólares. Pero para eso aún se encontraban 99 rivales y seis rondas que ganar.

El mundo exterior se había desvanecido. Solo existían los gamers y el juego. Y así, tan fugaz como intenso, el campeonato mundial encontró un final. Bugha acabó en quinta posición y con cinco bajas, lo que le valió para sumar el gran total de 59 puntos a lo largo de toda su jornada.
Kyle Giersdorf se había hecho de un nombre en la historia de los esports, y había establecido su posición como el mejor jugador de Fortnite en todo el mundo.
Cambiando de juego

Nunca cruzó por su mente la idea de que los videojuegos serían su camino a la redención. Sean Dench, conocido en el mundo virtual como “imstilldadaddy”, es un jugador y streamer británico que, a diferencia de muchos, literalmente debe su vida a los videojuegos, ya que estos, según dice el propio Sean, le han salvado y mejorado como persona a través de los años.
A la edad de 13 años, acciones como saltarse clases, andar con malas compañías, probar algunas drogas y uno que otro robo menor, no fueron más que el comienzo del capítulo más oscuro de su vida.
El paso a los robos armados en su adolescencia fue lo que le condujo a pasar una temporada en prisión preventiva. Suspender un curso universitario, perder el apoyo de sus padres y casi pagar una pena de cinco a diez años de prisión por los cargos de daños corporales graves, fueron el impulso que Sean necesitó para despertar y optar por una vida mejor.

A sus 22 años, tras salir de la Corte, vio como el mundo de los esports se abría ante sus ojos. En esta época conocería al juego que guiaría su destino, ‘Street Fighter’. Para Dench, el juego se había convertido en un estilo de vida. Lea también: ‘Cartagena Gamer’: lugares que viven la pasión por los videojuegos
Su nueva vocación lo ha llevado a convertirse en miembro del equipo competitivo ‘Infused’, asociado a la empresa internacional de esports de élite ‘Gfinity’ donde, además de competir, espera usar los juegos para ayudar y brindar a los niños menos afortunados las oportunidades que él nunca tuvo.
El poder de la voluntad
Finalmente, una de las historias más impactantes que el mundo de los videojuegos tiene para contar demuestra que, más allá de las limitaciones físicas, la voluntad y el deseo por superarse lo son todo tanto en los juegos como en la vida misma.
Rocky Stoutenburgh, mejor conocido en el mundo del gaming como ‘RockyNoHands’, es un streamer que ha inspirado a muchas personas debido a su peculiar estilo de juego, basado únicamente en los movimientos de su cabeza, boca y respiración. Lea también: ‘Emerge’, la revolución de la inteligencia artificial a través del tacto
El destino del jugador se decidió 17 años atrás, cuando una fatídica noche de fiesta en el año 2006 terminó con una fractura grave en su cuello y un profundo corte en la médula espinal, provocando una parálisis total en sus extremidades.

En el proceso de adaptarse a su nueva condición, gracias al apoyo de su hermano, Rocky conoció el que sería su nuevo objetivo en la vida, el gaming profesional. Con la ayuda del ‘QuadStick’, un dispositivo diseñado para personas tetrapléjicas el cual permite jugar videojuegos mediante movimientos bucales y control del aire al soplar y exhalar, Rocky inició su carrera el mundo de los videojuegos competitivos.
Gracias a la determinación que ha mantenido durante años, Rocky se ha convertido en un jugador profesional, ganador de dos Récords Guinness por ‘El mayor número de victorias en Fortnite usando un QuadStick’ y ‘El mayor número de muertes en una partida usando un QuadStick’.
Como las anteriores, hay muchas más historias inspiradoras en el mundo de los videojuegos que demuestran que, más allá de los orígenes, el nivel socioeconómico o las discapacidades físicas, la determinación y la pasión por los videojuegos pueden llevar a cualquier persona a convertirse en un gamer excepcional.