La historia de amor de Ilia y Eugene encaja a la perfección en los lineamientos de cualquier cuento de hadas. Ella, admirada unánimemente por sus valores, es bella, poderosa y tiene el sueño siempre latente de formar una familia. Tras encontrar seguramente a muchos sapos en el camino, un día, mientras está cenando, conoce al príncipe de un reino muy lejano… Y como solo pasa en las historias mágicas, los dos sienten el flechazo de la atracción.
Eugene, fisioterapeuta neoyorkino de ascendencia coreana, es un hombre disciplinado y con unos valores familiares muy fuertes. Ese día fue a cenar con el entrenador de Ilia, quien la invito también a ella. Después de deslumbrarse con su evidente belleza, Eugene empezó a meditar la posibilidad de invitarla a salir. Pero como los dos no solo son de colores y países diferentes, estuvo claro que Eugene era un príncipe bastante tímido… así que ella decidió ayudarlo un poquito.
Comenzaron a verse, con el tiempo las cosas se tornaron más serias y empezaron a hablar “el idioma del amor”. Ilia encontró el apoyo que buscaba, pues pudo ver en la personalidad del coreano esa disciplina que ella misma profesa, además de un grado de lealtad y compromiso inexistente en otros hombres conocidos. Tras un tiempo de relación y de acompañarse en sus respectivas rutinas, estuvieron seguros de dar el siguiente paso. Ya se conocían lo suficiente, y contar con el beneplácito de las dos familias también era importante para ambos. Si bien es cierto que él no entiende de español y catolicismo, sí es tan hogareño como nuestra compatriota... y al comprobar el gran corazón de Ilia, le propuso matrimonio.
Y viven felices…Por los días en que presentaba noticieros como CM&, muchos alababan su belleza. Hoy, viéndola en su casa de Miami y después de dos años de ser madre, podemos concluir que la felicidad es una fuente de belleza y juventud. Su vida hasta el momento había sido muy gratificante; trabajaba, cosechaba éxitos laborales, salía a bailar en las noches y disfrutaba el tiempo libre con sus amigos. Pero no había conocido a alguien con quien deseara formar su añorada familia.
Aunque algunos piensan que reconciliar culturas provenientes de mundos opuestos es difícil, la experiencia de Ilia es completamente diferente. El amor todo lo puede, por lo menos en su caso, y hasta el momento han sabido fortalecerse a partir de las cosas que tienen en común. Incluso cuando Ilia fue a casa de sus suegros, encontró lo familiar que era para ellos el mestizaje, pues el cuñado de Eugene es egipcio.
Ahora que formaron su propia familia han encontrado la corriente adecuada para confluir en tradiciones colombianas y coreanas. Lo cierto es que de alguna manera los dos son extranjeros en Estados Unidos –a pesar de que él nació en Nueva York-, o por lo menos así lo era hasta que llegó al mundo su hija de dos años, una estadounidense con raíces de oriente y occidente.
Por eso la feliz pareja se pone de acuerdo en todo. Por ejemplo, cuando empezaron a pensar en el nombre del bebé, acordaron buscar una palabra que sonara igual en español, inglés y coreano, y dado que la abuela materna se llama Ana Beatriz, quisieron homenajearla llamando Anna a su hija… así, escrito con doble ene.
Desde que los hemisferios de su corazón están llenos con Anna y Eugene, la felicidad es el ingrediente más tangible en la existencia de Ilia. Todo tiene sentido y orden, pero sobre todo, él la acompaña de tiempo completo en su tarea como padres. Ilia cría en español y él en inglés. Cuando Anna tenga cinco años de edad, más o menos, comenzará con las clases de coreano y mientras tanto seguirá comiendo tanto fríjoles, arepa y plátano, como especialidades coreanas sea posible.
Cuando la niña cumplió un año de edad decidieron celebrarlo según la tradición paterna, pues para ellos es una etapa muy importante. No obstante, a pesar de atender la vestimenta, la comida y demás protocolo, Ilia decidió incluirle la ‘onda colombiana’ con una colorida piñata. Así que, como afirma orgullosa, tiene una hija absolutamente privilegiada.
Su ‘reino’, MiamiIlia siempre echará de menos estar aquí, la comida, los amigos, la casa materna; pero su vida hace mucho tiene como base Estados Unidos y ahora, cuando debe pensar por los tres, dentro de sus planes no está regresar. Por el momento sigue haciendo parte de las emisiones nocturnas del noticiero Univisión, mientras Eugene, quien no habla español, está concentrado en la ampliación de su negocio, pues quiere abrir otras oficinas – él no habla español-.
Así mismo, Ilia no cree que sea necesario traer a Anna a Colombia para mostrarle sus raíces, pues Miami está impregnado por nuestra cultura. Y la verdad, andan muy cómodos y felices con la rutina que pudieron organizar. “Eugene se comprometió con ser un padre en todo el sentido de la palabra, así que es él quien se encarga de darle la leche de la noche, ponerle la piyama y acostarla a dormir mientras yo voy al noticiero. Nos complementamos muy bien y estamos muy felices con nuestra vida”.

Carolina Soto tiene una misión: promover la donación de órganos
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