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Revista nueva

Camila Zuluaga, próxima a estrenar programa

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Cada vez que Camila abre la boca para indagar sobre un asunto, lo hace con una capacidad tan envidiablemente fluida, que no deja escapar entre juegos de lenguaje a figuras tan influyentes de la realidad nacional como el presidente Santos o el expresidente Uribe. A pesar de ello, la única razón que la hace titubear a la hora de preguntar, es no tener la suficiente información para llevar “hasta el final” al personaje.
Hace cuatro años está en la mesa de trabajo de Julio Sánchez Cristo y desde entonces su capacidad para traducir la indignación de los oyentes y lograr que un entrevistado haga al aire declaraciones poco esperadas, le ha dado reconocimiento y respeto en el medio. Por lo menos, el suficiente para trascender las críticas de sus detractores –que no son pocos- y labrarse un espacio en prensa y televisión.
Según Camila, es necesario diversificarse, no solo para tener una estabilidad económica más sólida, sino para hacerse de los conocimientos que le faltan al no haber cursado la carrera de Periodismo. Por eso, su columna en un periódico regional le provee de algo muy importante: el rigor a la hora de escribir, un medio que -nos cuenta-, está aprendiendo a  usar.
Una imagen mandada a recoger
Ni el hecho de graduarse de Ciencias Políticas o los cuatro años de trabajo al lado de Sánchez Cristo han sido tan determinantes en su formación política como su propia familia. Hoy recuerda que la situación de su casa era como la planteada por la realidad nacional. Con dos padres dueños de pensamientos opuestos, el hecho de desayunar, almorzar y cenar acompañada de discusiones políticas polarizadas, fue pan de cada día. “Creo que de alguna u otra forma eso influyó en mi modo de pensar y en lo que quería hacer en la vida también”.
¡Claro! Su tono fuerte y contestatario deja ver años de lo que sus padres llamaron “una educación democrática”. Según nos cuenta, ellos nunca le prohibieron a ella o a su hermana decir algo. El molde de “soy su papá y punto” jamás existió en casa, y la tenacidad cree haberla adquirido precisamente a fuerza de argumentación. “A mis papás les podía decir lo que quisiera. No importaba si lo que opinara desencadenaba una conversación álgida. Ellos siempre promovían el diálogo y la expresión de nuestras ideas, sin hacernos sentir que estábamos irrespetando a alguien por hacerlo”.
Sin embargo, el trabajo al que le ha dedicado toda su atención últimamente, consiste en bajarle un poco el tono a su forma de hablar. De hecho, una de las críticas más recurrentes sobre sus intervenciones es la facilidad con la que explota…; pero es que contener la indignación a veces no es una tarea fácil.
Aun así, Camila cree que ya está mandada a recoger la imagen del periodista totalmente objetivo. Más que eso, considera importante lograr un equilibro entre las posiciones políticas del ser humano y las responsabilidades profesionales…; Aunque intentar separarlas le parece imposible.
“Debe haber un equilibrio y he trabajado mucho en ello. De hecho, ha sido mi mayor reto en estos últimos años: controlar esa indignación sentida como ciudadana. Por eso mi labor como integrante de una mesa de radio es básicamente evidenciar la indignación  de quienes nos escuchan. Pero la gente me comenzó  a decir: ‘Te estás saliendo demasiado de casillas, uno puede decir las cosas sin ser grosero’. Y ahora que soy más suave, el oyente reclama dureza. Es difícil tener contento a todo el mundo, aunque no se trate de eso”.
Su tesoro: tiempo libre
Desde los 12 años -por lo menos-, es un hecho que se la pasa ocupada. Actuó durante dos años en la serie de televisión Padres e Hijos mientras estaba en el colegio, y aunque sabe perfectamente que a los 14 casi nadie puede asegurar qué quiere de la vida, la experiencia en la pantalla le dejó tres enseñanzas: disciplina, coraje para recibir todo tipo de comentarios…; y la certeza de que eso no era para ella.
De hecho, unos años más tarde decidiría ser periodista. Sin embargo, gracias a la influencia de su madre optó por graduarse en otra carrera que le diera más peso a la hora de ejercer. Entonces, con la meta fija en la investigación y el periodismo político, se graduó como politóloga.
Sin embargo, su vida práctica siempre se ha relacionado con los medios. También condujo un programa para el Canal 13 y otro en radio para Los 40 Principales. Se acostumbró a estudiar mientras tanto y por eso ha dejado de acumular varias horas de sueño. En una época se levantaba a las 3:30 de la madrugada para cumplir con estas dos obligaciones, así que ahora, comenzar jornada a las 5 de la mañana, parece generoso. No en vano una de las cosas en que distribuye parte de su tiempo libre es en dormir. El resto debe invertirse muy bien: el gimnasio, las clases de portugués, una relación amorosa de dos años, la familia, su perro…;
Por eso agradece que su novio ande tan ocupado como ella. “De lo contrario, se volvería loco conmigo y yo loca con él. Es bueno estar con alguien que trabaje igual que uno, aunque algunas veces es contraproducente porque nos alimentamos mutuamente esas ganas de trabajar y al final los dos terminamos descansando poco. Pero el tema también es de calidad de tiempo: cuando estamos juntos disfrutamos y compartimos. Almorzamos juntos, nos vemos de noche, a veces los fines de semana. Cuando uno quiere, logra sacar el tiempo para cualquier cosa”.
Y como es experta en ello, por estos días Camila anda más ocupada que nunca. Porque además de su trabajo en La W,  en los medios escritos y como directora y conductora de Puntos cardinales –un programa de debate para Claro-, a finales de este año la veremos en su nuevo proyecto, un espacio muy diferente a lo acostumbrado, que se emitirá también por las pantallas del mismo operador.
“Viene algo muy importante y tan novedoso, que creo que lo estamos construyendo desde cero. Pero no puedo decir todavía nada porque me matan. ¡Lo cierto es que será bien interesante!”.

 

Camilia Zuluaga.
Camilia Zuluaga.
Estuvo casada hasta el 2011 con el también periodista Antonio Casale. Luego se separaron por mutuo acuerdo.
Estuvo casada hasta el 2011 con el también periodista Antonio Casale. Luego se separaron por mutuo acuerdo.
"Debe haber un equilibrio y he trabajado mucho en ello. De hecho, ha sido mi mayor reto en estos últimos años: controlar esa indignación sentida como ciudadana".
"Debe haber un equilibrio y he trabajado mucho en ello. De hecho, ha sido mi mayor reto en estos últimos años: controlar esa indignación sentida como ciudadana".
El trabajo al que le ha dedicado toda su atención últimamente, consiste en bajarle un poco el tono a su forma de hablar.
El trabajo al que le ha dedicado toda su atención últimamente, consiste en bajarle un poco el tono a su forma de hablar.
“Se creía que quienes estudiaban Periodismo eran las reinas de belleza. Y mi mamá más o menos se cogía la cabeza al pensar que su hija iba a estudiar una carrera de reinas”.
“Se creía que quienes estudiaban Periodismo eran las reinas de belleza. Y mi mamá más o menos se cogía la cabeza al pensar que su hija iba a estudiar una carrera de reinas”.
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