Teatro en Cartagena: las historias de los artistas que sobreviven de este arte

La falta de oportunidad en Cartagena está destruyendo los sueños de actores dedicados. // Foto: Cortesía. El teatro es la puerta hacia un mundo en el que, quienes desean vivir para la actuación, encontrarán la pasión y dedicación por el oficio, personas con gustos afines, una familia más allá del hogar y la elección de un destino enfocado en la vida por las artes escénicas. Pero, tristemente, el panorama teatral en la ciudad de Cartagena es desalentador, y la falta de oportunidades para los artistas solo refleja el hecho de que la puerta a este mundo se está cerrando poco a poco. Lea también: Todo lo que tiene que saber sobre la Batalla de Flores 2023Para un artista veterano La vida de un apasionado por la actuación se resume en las oportunidades que se le presenten. Para Luis Marín, teatrero asiduo de Cartagena, la pasión por este arte surgió de un encuentro directo con el mismo. Tras presenciar la magnificencia de una producción que el grupo de teatro ‘La Pandonga’ llevó al sector de ‘La Pajarera’ en los años 80, Marín vio en la actuación el objetivo de una vida y, al ingresar en el grupo, inició su travesía por el teatro. La falta de oportunidad Para sobrevivir en la vida, siempre serán necesarias actividades más allá de una pasión. En los inicios de su carrera, Luis Marín no gozó de la satisfacción de ‘vivir de su arte’. Trabajos como conductor de ‘colectivo’ en la escena nocturna del Centro Histórico en los años 80 y, en la actualidad, shows recreativos como payaso, le han permitido al artista sobrevivir en una ciudad en la que el arte escénico agoniza. A pesar de esto, el alma del artista conserva el firme deseo de revivir la cultura teatral mediante actos de perseverancia, como son las obras teatrales que este presenta junto con su grupo en ‘Casa Digna’, Getsemaní, que marcan un gran aporte al renacimiento de la cultura en Cartagena. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Grupo de teatro. (@elbaul_lapandonga) El teatro sobrevive La fascinación por el mundo de las artes escénicas en el presente vive desde el anhelo y sacrificio de los jóvenes. Para Adalberto Guevara Ruiz, artista escénico desde hace más de cuatro años, la pasión por el teatro no hace más que crecer con cada día que se suma a su vida. Tras graduarse de la carrera de artes escénicas en la Universidad de Bellas Artes, el destino actoral de Adalberto fue adoptado y fortalecido por su integración al colectivo artístico ‘Estudio A Cuestas’, en el que goza de la oportunidad de participar en obras de teatro y producciones llevadas a la realidad gracias al grupo de teatro del estudio, llamado ‘Teatro A Cuestas de Cuba’, dirigido por el dramaturgo y director cubano Ricardo Muñoz. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Estudio A Cuestas (@estudioacuestas) Gracias a su ‘familia artística’, el joven talento de Adalberto ha podido crear nuevas expectativas para el destino de su vida como actor. Habiendo participado en obras teatrales como ‘Malcolm X’, ‘Musical La Fantástica’, ‘Profundo’, entre otras, la puerta de las oportunidades para los artistas escénicos, como él da señales de no haberse cerrado por completo. Pero, el panorama de una vida en la que la actuación ‘pague las cuentas’ aún parece un sueño lejano para ambos artistas. Lea también: ¡Mincultura crea espacio para artistas cirqueros!Otros caminos para vivir Desde la perspectiva de Adalberto, hay muchas oportunidades para estudiar las artes, más no para trabajar de ellas. A pesar de la existencia de organizaciones creadas para preservar y difundir las artes y herencias culturales, como el IPCC, la mayoría de los devotos y aficionados a lo artístico se ven obligados a vivir en un mundo alejado de su pasión, dejando ir su talento en oficios que no se acomodan a sus expectativas de vida. La mayoría de aspirantes a los reflectores terminan en la situación de emplear sus dotes en trabajos convenientes, como lo son shows de entretenimiento en discotecas o centros recreacionales, ser extras en producciones extranjeras, recurrir a otras disciplinas mejor pagadas como la danza o, como es más común, dedicarse a la docencia del oficio en una ciudad donde el teatro es algo que se hace ‘con las uñas’. Una cuestión de pasión, de mucho trabajo y que, tristemente, es un arte que no alcanza para vivir.