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La historia del hombre que vivió 18 años en un aeropuerto llegó a su final

Mehran Karimi Nasseri vivió en el Charles de Gaulle, de París. Con su muerte hace una semana se volvió a hablar de un periplo que inspiró a Steven Spielberg.

La historia del hombre que vivió 18 años en un aeropuerto llegó a su final

Mehran Karimi Nasseri vivió en el aeropuerto de París, Charles de Gaulle, entre 1988 y 2006. Un limbo diplomático se volvió una forma de vivir.

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Se puede reconocer a un nativo por su malicia para “hackear” al aeropuerto de su ciudad. No se trata de atacar las pantallas donde se visualizan los itinerarios de vuelos o de poner a pestañear las luces. No. Se refiere a aquellos trucos para tener una mejor experiencia en las centrales aéreas. (Lea: El terror que no sale en las guías turísticas de Cartagena)

Una parte importante de estos hacks, como le llaman en redes sociales, se relacionan con el cuidado del bolsillo. Eso por los altos precios que toca pagar para comer luego de mostrar cédula y pasaje de embarque a los vigilantes. Por ejemplo, en Cartagena, más de un local se abastece en la calle principal de Crespo o con un oriundo de Tuchín, pues con los costos del arriero y la mula se compran cinco tintos afuera del aeropuerto.

Se puede reconocer a un gran actor por sus estadísticas. Con más de una quincena de películas, dos premios Óscar, cinco Globos de Oro y dos Emmy, Tom Hanks es uno de los referentes del cine a nivel mundial. Pero, ¿qué tiene que ver el amigo de Wilson con aeropuertos? Un nombre: Mehran Karimi Nasseri.

La Terminal

En 2004, se lanzó la película La Terminal, dirigida por Steven Spielberg y protagonizada por Tom Hanks y Catherine Zeta-Jones. En ella se narra, sin spoilers, la historia de Viktor Navorski, interpretado por el “náufrago”, quien se queda varado en el aeropuerto John F. Kennedy, de Nueva York, procedente de Europa del Este, debido a que en su país se dio un brutal golpe de Estado.

La situación transformó su pasaporte en un plástico inútil. Por ende, debe improvisar para sobrevivir entre anuncios por altavoz y el sonido de rueditas retozando las baldosas, mientras su país se reorganiza.

Pero un inconveniente diplomático se vuelve una estadía de meses. El impasse se convierte en un diagnóstico de la fauna de las terminales aéreas. La burocracia impiadosa, las rutinas que no duermen y la turbamulta que, así como entra al recinto, no tarda en desvanecerse. La película fue inspirada por la historia real de Mehran Karimi Nasseri, un refugiado político iraní que vivió 18 años en el aeropuerto Charles de Gaulle, en París.

Casi una década

Por la falta de los documentos migratorios necesarios, al ser exiliado abruptamente por su oposición al régimen, el nacido en 1945 en la provincia iraní de Juzestán deambuló por varios países. Expulsado en Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Italia, Yugoslavia y Bélgica, armó su “rancho” en la terminal 2F del principal aeropuerto de Francia.

A finales de los 80 arribó a París. Desde siempre intentó legitimar su identidad y el porqué de su periplo; sin embargo, el Gobierno le dejó quedarse en una zona reservada para los viajeros sin documentación.

Una banca se volvió su colchón y los trabajadores de la terminal su familia. Tras el éxito de la película fue asediado por los euros y por los periodistas. Si El Universal hubiese tenido voceadores en esa época en París, Nasseri lo habría leído, pues devoraba libros y la prensa impresa, mientras documentaba su bloqueada vida en un cuaderno.

En 1999, un largo proceso jurídico culminó a favor de él, pues le concedieron el estatuto de refugiado y el derecho a permanecer en Francia; pero el tozudo siguió viviendo en el aeropuerto hasta 2006, cuando fue trasladado a un hospital para ser tratado por una intoxicación. Posteriormente, vivió en un albergue con el dinero que había recibido por el filme, según el periódico francés Libération.

Pero el dinero no es finito y eso lo saben muy bien Pambelé y Mike Tyson. Por lo que Nasseri, después de dormir en varios albergues, regresó al aeropuerto, tal vez por añoranza, quizás por Síndrome de Ulises, para vivir hasta su muerte reciente. El pasado sábado sin respiración alguna fue encontrado por un trabajador y se dictaminó que falleció por causas naturales. Varios miles de euros, únicos testigos del deceso. Por lo que la añoranza, al parecer, le ganó a la quiebra.

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