Leandro Díaz.//Foto: archivo. El día que conocí al Maestro Leandro pensé que estaba frente a un patriarca del Antiguo Testamento y, al escuchar sus versos y melodías, lo confundí con Homero, el de la Ilíada y la Odisea, clamando a los dioses del olimpo, guacharaca en mano, porque a él no lo consolaba nadie.“Simón Salas le sacó un son a Elvirita y Rafael le hizo un paseo a Marina, Emilianito le cantó a Carmen querida y Julio Suárez le hizo a Chavelita... Y Leandro Díaz le hizo a Cecilia, una que vive en Urumita... Si quiera usted anda gozando, a mí no me consuela nadie... Leandro deja de llorar y suspirar el día que muera”. Nadie fue capaz de arrodillar a Leandro Díaz, muy a pesar de la precariedad que asfixiaba a su camada. Reminiscencias Aún recuerdo los sonidos y el aroma del tinto cerrero de aquel encuentro mágico, allá, en San Diego, tierra de poetas y gente hospitalaria, al iniciar el año rural obligatorio y, en compañía de mi tío Antonio Sagbini, visitar a Leandro Díaz, personaje mitológico, sobrenatural, que marcó mi vida para siempre. –Es un verraco, graduado de optimista en la Universidad de la Vida–, afirmaba conmovido el viejo Toño. Su padre y algunos hermanos lo rechazaron, golpeándolo sin piedad e intentaron asesinarlo solo porque nació ciego y, sin embargo, Leandro jamás odió ni se dio por vencido, aun vencido. Lea aquí: Matilde Lina, así era de joven el amor platónico de Leandro Díaz Decoro Nadie fue capaz de arrodillarlo, muy a pesar de la precariedad que asfixiaba a su camada.–No me quejo, viene a este mundo con el propósito de cantarle a la mujer que nos dio la vida y a las que nos pechichan o nos desmigajan el corazón; a los manantiales, a la sabana, al firmamento, con alegría, desechando el rencor que envenena el espíritu–. Le llaman “resilencia”, palabreja que invita a “restaurarse”, fuerza infinita que devuelve la fe, cualquiera que sea el cataclismo. El maestro Leandro se sobrepuso al rechazo desde el mismo instante de su nacimiento al descubrir su ceguera pero, muy pronto, florecieron la magia y los talentos que compensaron la falta de luz en sus pupilas en medio de una sociedad que, en ese entonces y aún ahora, califica la discapacidad como “estorbo, maldición o castigo del cielo”. InvencibleLeandro vivió gran parte de su existencia en medio de privaciones y saqueos a su obra musical, pero nada lo detuvo: ejemplo vivo de pundonor, sublimando amores imposibles: “Señores, vengo a contarles, hay nuevo encanto en la sabana, en adelanto van estos lugares, ya tienen su Diosa coronada” o a Matilde Lina, allá, en el río Tocaimo, el mismo que le dio fuerzas para cantar hasta el último suspiro. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de SILVESTRE (@silvestredangond) Soñar no cuesta nadaA Leandro, melancólico creador de filigranas musicales inmortales, interpretadas incluso por las sinfónicas de Londres, París y Tokio, los reconocimientos y estabilidad económica le llegaron tardíamente, nada extraño en un país mezquino y asimétrico. Indagando sobre músicos y literatos ciegos recompensados generosamente en sus países de origen, me lleno de envidia de la buena: Jon Milton, José Feliciano, Jorge Luis Borge, Andrea Bocelli, Stevie Wonder, Ray Charles, entre muchos otros, son motivo de orgullo y eterna veneración. Aquí, elevamos altares a los violentos y mezquinos. InmortalAhora, cuando la vida, obra, alegrías y sin sabores del Maestro Leandro Díaz renacen ante los ojos del mundo en la voz sonora y el talento formidable de Silvestre Dangond, me traslado en sueños a San Diego y converso nuevamente, de taburete a taburete, con Leandro. Recargo mi espíritu con la fe del carbonero. Lea además: ¿Buscan doble para Leandro Díaz o el final ya se grabó?: polémica sobre la novela El Dr. Vásquez Ramírez asegura que echarle la culpa de la ceguera neonatal al “líquido amniótico” es una creencia errada e insólita que aún prevalece en la comunidad. Ciencia y milagros ¿Existe solución para la ceguera de pacientes como Leandro Díaz? El Dr. Javier Vásquez Ramírez, reconocido oftalmólogo de Cartagena, fundador y director de Ebenecer, Centro Oftalmológico de alta complejidad, entre los más prestigiosos de la Costa Caribe, respondió de manera contundente: “En estos casos, como todos en Medicina, lo más importante es la prevención porque, cuando se deterioran por completo la retina y el nervio óptico, no es posible restaurar la visión en ningún centro hospitalario del mundo y solo queda aferrarse a los milagros”. Lea aquí: ¿Una maldición? Esta es la enfermedad por la que Leandro Díaz era ciego Mitos y realidadesEl Dr. Vásquez Ramírez asegura que echarle la culpa de la ceguera neonatal al “líquido amniótico” es una creencia errada e insólita que aún prevalece en la comunidad, desconociendo que el ser humano permanece zambullido en él durante nueve meses, por lo que es preciso indagar, científicamente, por el origen de la discapacidad visual y así proponer soluciones científicamente confirmadas. Las cifras no mienten: de los 8.000 millones de personas que habitamos el planeta Tierra, al menos 2.200 millones presentan diversos grados de discapacidad visual, de los cuales, al menos el 50%, podría haberse evitado.En Colombia, somos alrededor de 50 millones, dos millones afectados moderada o gravemente en su capacidad visual y, aun cuando duela decirlo, aquí la inmensa mayoría de los ciegos son invisibles, abandonados a su suerte pues, en la práctica, no funcionan, de manera oportuna y efectiva las políticas públicas de promoción y prevención en salud visual: permanecen apolilladas en los anaqueles y mejor no hablemos de Cartagena y el departamento de Bolívar porque dan ganas de llorar. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Canal RCN (@canalrcn) Ceguera del neonatoLa inmensa mayoría de las cegueras del recién nacido son prevenibles, entre ellas, se destacan las infecciosas adquiridas por la madre y trasmitidas a su hijo durante el embarazo: toxoplasmosis, roséola, sífilis, cito-megalo virus, herpes, sida, infecciones vaginales y urinarias que, diagnosticadas y tratadas oportunamente, garantizan la curación tanto de la madre como del fruto de sus entrañas, evitando no solo la ceguera, también un sin número de lesiones irreparables. -Es de suma importancia- señala el Dr. Javier Vásquez- evitar el daño producido a la retina, sobre todo de los niños prematuros, por el uso indiscriminado del oxígeno y lafototerapia-.Y uno se pone a pensar: si en estos momentos las políticas públicas no han sido efectivas y eficientes, imagínese lo que ocurrió en la época del nacimiento de Leandro, cuando su familia, como muchas otras, permaneció sumida en el abandono, la ignorancia y la miseria. Hoy, lastimosamente, la situación no ha cambiado para la inmensa mayoría de los colombianos que sobreviven en los cinturones tuguriales. Los ojos ocultos de LeandroCientíficamente, desconocemos la causa de la ceguera de Leandro pero algunos aseguran que, el Señor del Universo, al darse cuenta del daño irreparable ocasionado en la visión de aquel niño, le atornilló miles de ojos y radares tanto en la piel de su alma como en cada una de sus células, en sus rimas y versos, declarándolo inmortal. ¿Ciego?Leandro, padre amoroso y comprensivo, creyente, gladiador invicto desde el mismo instante que su madre lo parió allá, en un paraje de Barrancas, La Guajira, el 22 de febrero de 1928, dijo: “Yo nací una mañana cualquiera un día de carnaval, pero ya yo venía con la estrella de componerle a mi mal, y cuando quiero flaquear, siento que Dios no me deja, luego me pongo a cantar, ¡le doy alivio a mis penas!”.En mi caso, desde cuando conocí al Maestro Leandro Díaz en su casita de bahareque, en la entrada de San Diego, estuve convencido de que los ciegos somos nosotros.