El próximo martes 1 de noviembre se celebra en amplias regiones del Caribe y, en especial, en Cartagena, la fiesta infantil de Ángeles Somos. Es posible que muchas personas se pregunten por la importancia de esta celebración que cada día toma más fuerza como manifestación cultural.
Es posible que haya diversas respuestas, como, por ejemplo, la tendencia en los adultos de subvalorar el quehacer de niños y niñas, actitud que refleja por lo menos dos condiciones. Una, la subestimación de los niños y dos, una visión estrecha de la importancia que tiene formar una nueva sociedad precisamente en las bases de esa nueva sociedad (los niños y niñas). Es conveniente tener en cuenta que es a la formación de los niños más pequeños a la que hay que dedicar mayores esfuerzos, por ser el sector de población más receptivo y vulnerable a cualquier cambio sociocultural. Le puede interesar: [Video] Ángeles somos: los 5 datos que debes saber de esta celebración
Significa, por una parte, que las bases para formar a un hombre integral están en su primera infancia y por otra, que todo aquello que fue válido para generaciones anteriores y que, sometido a un análisis, conserva su valor, su significación y su identidad social, debe ser rescatado y reutilizado con las generaciones presentes.
Si observamos a un niño, notaremos que su conducta lúdica es casi fisiológica, que jugar es su principal actividad y que a través de ella se libera de las coacciones habituales y crea todo aquello que le gratifica, es entonces el principal medio de expresión y de catarsis en el niño.

El juego es al niño como el trabajo al hombre adulto, pero no solo es eso, el juego es una actividad presente en el hombre desde su nacimiento hasta su muerte y por moverse en el mundo de lo mágico, permite, además de perpetuar las normas, costumbres y valores, expresar la realidad como es percibida por el niño. Es la actividad integradora de la vida del infante y a través de ella la sociedad reproduce todo aquello se constituye su patrimonio cultural.
La actividad lúdica puede ser interpretada y estudiada por la biología, la psicología, la sociología, la historia, la antropología, la pedagogía y aun por la economía, pues cumple funciones que tocan los límites de todas y cada una de esas disciplinas, dado que todo el juego lleva implícito un placer, lo que los psicoanalistas llamarían la satisfacción de una necesidad instintiva. Desde el punto de vista de la sociología, podemos afirmar que es el instrumento socializador por excelencia, pues le permite al niño, no solo conocer y expresar su realidad, sino también confrontarla con la realidad de los demás y crear los mecanismos mágicos que lo nivelen socialmente.

Visto desde la antropología cultural, es la evidencia de la perpetuación de las normas, valores y costumbres y, por ende, de la identidad social del individuo. Se ubica dentro de un espacio y un tiempo determinado, convirtiéndose en la expresión totalizante de una época y de un sentir del hombre.
Así, al rescatar algunos juegos que tradicionalmente han sido la expresión de nuestro pueblo, estaremos buscando, por una parte, el encuentro con nuestra cultura e historia, evitando con ello el desarraigo cultural, y por otra, el desarrollo más integral del hombre del futuro. Lea además: Raúl y Rosita de Paniagua: Cartagena en cada hombro

En Cartagena encontramos en muchos juegos y rondas la expresión de cada una de las tres etnias que conforman la base de nuestra cultura, si tomamos cualquiera de aquellos juegos callejeros, ya un poco olvidados, la Sortijita, tija, tija, el materile rile ro, la penca escondida, la peregrina, el perrito 33, correrla o perderla, maría mandunga, la tranca del bollo negrito, veríamos sorprendidos que todos aquellos aspectos que la pedagogía moderna nos enseña fragmentados están inmersos integralmente en todos y cada uno de los juegos mencionados e individualmente manifiestan expresiones de una cultura, pero apropiados en términos de la suma de las tres culturas. Pero lo particular es que Ángeles Somos recoge lo mejor de las manifestaciones culturales de esa herencia múltiple que poseemos.
Estamos ante el compromiso histórico de activar la memoria social para apropiarnos conscientemente de ese patrimonio cultural que ha resistido la avalancha de valores transculturales del exterior y que han ido relegándose al rincón de los recuerdos y remembranzas, porque añoramos y seguimos disfrutando todos los 1 de noviembre aquel Ángeles Somos traído por los españoles como expresión de su cultura religiosa, legado a nosotros como herederos legítimos.
Afortunadamente para nuestra cultura, la transición que vive la sociedad cartagenera aún permite detener ese proceso de expropiación y reafirmar nuestras costumbres y valores y su reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación por el Ministerio de Cultura. Y esto no solamente nos llena de orgullo, sino que nos reta a salvaguardar esta tradición para muchas generaciones más.