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Descubre por qué Cenelia Alcázar es la maga del bolero

Celebró recientemente sus 87 años con la fresca y clásica voz que la identifica como La voz de Cartagena. La Maga del Bolero. Es Cenelia Alcázar.

Descubre por qué Cenelia Alcázar es la maga del bolero

Cenelia Alcázar.//Foto: cortesía.

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El bolero tiene el ritmo de quien ha sabido esperar en el tiempo un instante supremo de amorosa vigilia al pie del mar. Cenelia Alcázar, nacida en Cartagena en 1935, ha sabido esperar desde muy niña el prodigio de un arte que brota de sus cuerdas vocales y de los íntimos secretos de su corazón. Afinó muy temprano su voz, cuidándose de no someterla a los ventarrones húmedos de los inviernos y los sopores ardientes del verano y del rocío neblinoso del mar que volaba y entraba por su ventana.

Ella supo que su voz era su tesoro. Y lo ha conservado con el mismo rigor y el encanto de quien cultiva orquídeas en el trópico.

Cenelia mantiene intacto el esplendor de su voz a sus 87 años. El tiempo ha pasado pero su timbre de voz de mezzo-soprano se mantiene como si aún cantara en los amaneceres de la infancia junto a su hermana o en las noches de los viernes junto a Sofronín Martínez, su amigo y cómplice de tantos conciertos en La Quemada y en la inolvidable bohemia de toda la vida en la ciudad amurallada. Lea aquí: Cenelia Alcázar es la voz de Cartagena

La voz de Cenelia era un imán o un talismán. No era el bar legendario con su historia cinematográfica el que atraía a los visitantes y viajeros. Era el surtido de su voz como bandada de pájaros que irrumpen bajo la luz de octubre, y la gracia musical y seductora de Sofronín, la que atraía al mundo al templo sagrado de su voz.

Cenelia, heredera de una vocación musical que provenía de su estirpe materna en donde todos cantaban en casa celebrando cumpleaños, es la sobreviviente de un tiempo de prejuicios inquisitoriales y dañinos en la ciudad virreinal en que no les era permitido a las mujeres cantar bajo la estrellas o en auditorios públicos. Muchas de ellas con voces prodigiosas se quedaron cantando en susurros bajo la regadera del baño o en la penumbra de la alcoba, o cantando en coro el feliz cumpleaños.

Ella, contra viento y marea, decidió cantarse a sí misma y a la ciudad toda. Empezó cantando en los radioteatros de la ciudad cuando las emisoras tenían radioteatros, en las fiestas patronales de los pueblos cercanos, en los salones del Club Cartagena, en el Club de Pesca y en las celebraciones históricas de cada aniversario de la ciudad y de cada festejo de la Independencia de Cartagena.

Al principio, interpretaba la música del Caribe que se estereotipaba en el interior del país como música tropical, y no era otra que los porros de Lucho Bermúdez, los merecumbés de Pacho Galán, las cumbias de José Barros, o la célebre danza del garabato de Antonio María Peñaloza. Pero también por sugerencia de su hermana, que también cantaba y tenía una espléndida voz y había dejado de cantar porque su esposo creía que no era bien visto que ella cantara en público, le dijo en secreto a Cenelia que buscara su propia voz eligiendo entre la música etiquetada como tropical o el bolero también etiquetado como música romántica.

Y entonces fue definiendo su propia voz, con la que ha interpretado en más de sesenta años a José Antonio Méndez, ‘La gloria eres tú’. Y cuando cantaba junto a Sofronín en Cartagena o en La Habana, la gente sentía que era la encarnación tierna de José Antonio Méndez. Y en La Habana, alguien vociferó que se habían equivocado, ese señor que está cantando ahí es un cubano, no señor, no es cartagenero, y era porque lo veían tan cercano y parecido a José Antonio Méndez. Y lo mismo le ocurrió a Cenelia, la gente creía y sentía que la habían escuchado cantar desde hacía mucho tiempo en La Habana.

Cenelia, quien tuvo la fortuna de un esposo como Óscar Díaz, amoroso y guardián de su arte, se convirtió con el tiempo en la mejor voz de Cartagena, en la Dama del Bolero, al interpretar de forma magistral a Isolina Carrillo (‘Dos gardenias’), a Consuelo Velásquez (‘Bésame mucho’), Agustín Lara (‘Solamente una vez’), Bobby Capó (‘Piel canela’), Álvaro Carrillo (‘Sabor a mí’), a Alberto Domínguez (‘Perfidia’), a Adolfo Mejía (‘Cartagena’), entre otros.

En los álbumes ‘Historia y leyenda’ y ‘Una voz romántica y tropical’ (2013), editados por iniciativa de Cenelia, hay una huella del patrimonio sonoro y monumental que representa esta mujer en el cancionero del Caribe y Colombia, junto a las mejores voces que ha producido América Latina.

Cenelia es un patrimonio viviente de la música de Cartagena y merece estar en el muro de las voces representativas de Cartagena y la nación. Ella amanece afinando los hilos de filigrana de su voz de oro que se esparce como sutiles ojos de agua por las colinas del sueño. Con la devoción de quien ha sabido esperar los milagros. Lea además: Cenelia Alcázar cumple 86 años llenos de amor y paz

Cenelia, mujer noble y humilde, mantiene su tesoro que resplandece en boleros y en canciones del Caribe. Basta que cante para que sintamos otra vez el prodigio de una voz rica en matices y capaz de expresar altas emociones. Una voz cuyos silencios sagrados son sinfonía de pájarosen el tiempo.

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