En Cartagena la noche antes del 4 de agosto, el coleccionista cartagenero Álvaro Driaza Ching, de ancestros maternos chinos, enciende una vela y pone flores en el altar que tiene en su casa por la memoria de Marilyn Monroe (1926-1962). Esta vez ha dejado la vela encendida todo el 4 de agosto, fecha en que la diva eterna cumplió sesenta años de su partida. La confirmación de su muerte se reveló al mundo el 5 de agosto. Driaza Ching, que nació un 16 de abril de mediados de los años sesenta, se apasionó por Marilyn Monroe desde que vio una imagen de la actriz en una revista a sus diez años, en el consultorio odontológico del doctor Porto en el Portal de los Dulces, pero en un parpadeo, cuando se sintió solo, arrancó aquella página de la revista y la guardó como un tesoro que lo ha acompañado toda su vida. Alba Ching, la madre de Álvaro, vio que el niño no solo cuidó de aquella foto de revista, sino que la puso muy cerca de su cama para seguirla mirando como se mira el resplandor o el aura de una virgen en el panteón de las imágenes sagradas. Y aquella imagen fue su talismán para la felicidad, y el comienzo de una colección obsesiva que Driaza ha creado en torno a Marilyn Monroe. Mire aquí: Marilyn Monroe: más de 20 actrices que encarnaron a la diva de divas

Una colección delirante
La colección de Álvaro Driaza Ching conserva fotos, estampillas, postales, camisetas, toallas, libros, carteras, vasos, vajillas, pocillos, copas, relojes, bandas sonoras y un álbum que perpetúa la voz tierna y sensual de Marilyn, junto a imágenes interpeladas en las que él soñó estar junto a ella, abrazado y compartiendo, como le ha ocurrido en sus sueños, donde se le aparece Marilyn Monroe, en episodios recurrentes y delirantes. Con el advenimiento de las redes sociales, el ímpetu de Driaza Ching por la imagen de la estrella mítica no ha cesado, y en su mudanza desde Bocagrande hacia el Pie de la Popa, su tesoro más preciado ha sido llevar consigo las cajas donde guarda todo lo que tiene que ver con Marilyn Monroe. Esta pasión lo llevó a organizar una exposición de su colección en el Festival Internacional de Cine de Cartagena, en la Casa del Marqués de Valdehoyos.

Un mito encarnado
Desde mucho antes de su partida, Marilyn era una leyenda en carne viva, una belleza arrasadora, un poder insoslayable y un magnetismo embriagador sobre el mundo. Esa grandeza erigida sobre la fragilidad impactó a artistas, escritores, deportistas, cineastas y se convirtió en uno de los iconos del siglo XX. Andy Warhol la perpetuó en una de sus célebres obras de arte y Truman Capote escribió un bellísimo retrato de Marilyn que la atrapa en su fina, tierna y juguetona sensualidad. Pero también el poeta Ernesto Cardenal escribió uno de sus extraordinarios poemas a Marilyn, al igual que los poetas nadaístas de Colombia le escribieron hermosos poemas a su breve y perdurable existencia. Lea aquí: Marilyn Monroe y los mitos sobre su muerte

Una flor para Marilyn
Álvaro Driaza Ching es consciente de que no está solo en esta pasión por Marilyn. Ha encontrado cómplices en el mundo que le comparten su fascinación por la mítica estrella de Hollywood. Pero es honesto al confesar que no ha encontrado a nadie en el mundo que haya tenido una pasión tan duradera como la que él ha tenido con Marilyn, unos amores secretos con más de cuarenta años de historia. Ha llegado hasta la cripta 33 del cementerio Westwood Memorial de Hollywood, donde está sepultada Marilyn. Hasta allí llueven flores de peregrinos que no cesan de llegar cada agosto, van con flores rojas y blancas, una peregrinación que empezó después de aquel sábado 4 de agosto de 1962 en que la encontraron muerta en su habitación. El teléfono de la actriz estaba descolgado y sus brazos parecían intentar en vano hablarle a alguien en sus últimos y dramáticos momentos de vida. En aquellos días estaba filmando la película ‘Algo tiene que ceder’, que quedó inconclusa con su muerte, dice Álvaro Driaza Ching.

Detrás del resplandor de la diva, había una vida profundamente triste y conflictiva, una mujer con una infancia traumática y una juventud que perdió hasta sus 36 años, la batalla contra la adicción y los trastornos del estado de ánimo. Murió a causa de una sobredosis de barbitúricos en su habitación de Los Ángeles.
Sesenta años después de su muerte, nadie desmiente su suicidio. Álvaro Driaza Ching, en Cartagena, ha vivido los últimos años dentro de su propio museo erigido a Marilyn. Su habitación es una sofisticada exposición permanente a la diva. Él vive a plenitud su delirio por Marilyn Monroe, cuya sonrisa sigue intacta más allá de la muerte. Le puede interesar también: Mira el trailer de Blonde, la película sobre la vida de Marilyn Monroe
