Ana Conrado, artesana y empendedora.//Foto: cortesía. Trabajar en lo que te gusta y tener un empleo estable es el deseo de muchos profesionales. Ana Catalina Conrado David era de las personas que habían cumplido ese deseo, pero una enfermedad repentina le arrebató lo que por años había construido. Lea aquí: El Económico: la historia de un bayunquero ahorradorElla es oriunda de Santa Marta, pero hace 44 años se mudó a Cartagena para buscar mejores oportunidades estudiantiles y laborales, trabajó como docente universitaria en el Colegio Mayor de Bolívar, hasta que una gran oportunidad se le presentó en la Cooperación Española, ocupando el cargo de secretaria, lo que ella había estudiado; Ana se sentía completamente realizada. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Dioselina Conrado David (@manos_de_diosas) Pasaron los años y todo marchaba a la perfección, hasta que Ana comenzó a sufrir de dolencias y hormigueos en su brazo derecho. Tenía 45 años y confiesa que no pensó que sería algo grave, sin embargo, decidió acudir a un médico, pues poco a poco fue perdiendo la fuerza en su brazo dominante, a tal punto que ni siquiera un lápiz lograba sostener, los médicos la diagnosticaron con túnel carpiano, una enfermedad que compromete los ligamentos, tendones y nervio mediano, el más importante de la mano, imposibilitando el movimiento y la fuerza de los mismos. Ana Catalina tuvo que ser pensionada, con esta afección no podría seguir laborando, pues había quedado con una discapacidad en su brazo derecho. “No podía peinarme o ponerme el brasier, ni siquiera podía cocinar, fue un momento duro porque estaba acostumbrada a trabajar toda mi vida y valerme por mí misma, que de repente te digan que ya no lo podrás hacer nunca más... es algo muy difícil de asimilar” Ana Conrado. A pesar de la situación tan complicada que estaba atravesando, Ana Conrado se negaba a ser una persona dependiente, pasaba de terapia en terapia, tanto física como psicológica, pues la parte emocional se ve muy afectada al momento de enfrentarse a una discapacidad, hasta que un día dijo: “¡No más!”, y se levantó.“Mi hermana fue mi mayor apoyo mientras estuve discapacitada, ella me cuidaba y me ayudaba con mis terapias, pero yo no quería ser una carga para ella, así que juntas comenzamos a hacer collares, aretes y manillas; al principio, no los vendíamos, solo lo hacíamos por pasar el tiempo, pero esto me ayudó a tener mayor movilidad en mi brazo, convirtiéndose en mi salvación”, recordó. Las artesanías le dieron el impulso que tanto necesitaba. Ana comenzó a emprender, creó su empresa llamada ‘Manos de diosa’, en sus redes sociales aparece como @Manos_de_diosa. Ahora dice que fue Dios quien le dio la fuerza y la habilidad de crear con sus manos aun teniendo una discapacidad, convirtiéndola en una diosa de las artesanías: hace collares, aretes, cuadros y demás productos artesanales con piedras, ha estudiado el arte y se ha preparado en diseño para ofrecer productos innovadores y únicos, pues dice que ella quiere entregarle a su cliente la exclusividad de sus obras. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Dioselina Conrado David (@manos_de_diosas) En mi paso por el Festival Artesanal que se lleva a cabo todos los años en el Parque de la Marina, diagonal a la estación ‘La Bodeguita’ del Servicio Integrado y de Transporte Público Transcaribe, pude apreciar las maravillas que ofrece esta mujer guerrera y orgullosa de haber logrado salir de ese “hueco” en el que se encontraba. Tiene 60 años, pero su juventud espiritual es conmovedora y de admirar, trabaja día a día en su emprendimiento, además de velar por el apoyo a mujeres emprendedoras como ella; cuenta que elaborar un collar puede tardar entre 15 y 60 días, todo depende del diseño que se desee, en los cuadros, que son hermosos y muy pocas personas en el mundo los realizan, entre 3 y 5 meses. Lea también: La historia alrededor del sombrero vueltiaoSu invitación a todas las mujeres es a no dejarse vencer por las adversidades, dice que las mujeres tienen cinco dones otorgados por Dios que son: la delicadeza, la fortaleza, la energía, la alegría y el servicio hacia los demás, cualidades que cada mujer emprendedora puede utilizar y colocar en práctica para lograr sus objetivos, así como ella logró reinventarse y convertirse en la mujer nueva que es hoy.