Oscar Luis Olviera Mercado sabe perfectamente qué significa el verbo luchar. Él, que nació en Ovejas (Sucre) hace 40 años, lo ha aprendido a fuerza de pasar por procesos médicos invasivos y todo para hacerle frente a una condición que le impide caminar y de una epilepsia con episodios cada vez más recurrentes.
“Óscar no solo es epiléptico, sino que también le dio polio cuando era pequeño y quedó inmóvil de cadera para abajo, ya tiene 40 años pero sigue siendo un niño”, comenta Rosy Olivera Mercado, hermana. Lea también: [Video] Ana Gregoria Pérez perdió a cinco hijos por una enfermedad.
La primera visita de Óscar Luis a Cartagena no fue como la que todos desean: a él lo trajeron porque necesitaba unas terapias desde muy chico para poder mover sus piernas. Para el infortunio de aquel niño, las terapias no funcionaron. “Ese tratamiento no sirvió de mucho, pues en lugar de aumentar su fuerza y masa muscular, como lo esperábamos, sus piernas se adelgazaron, por lo que tuvo que empezar a usar silla de ruedas”, recordó Rosy.
Hoy, Óscar vive en Naranjal, Sucre, un sitio de difícil acceso: solo ingresan motos, que son su transporte cuando debe asistir a sus citas de control. En la vereda donde vive este hombre que sigue siendo niño, “no hay agua potable ni gas, solo hay luz”, asegura su hermana. Ella también confiesa que quien se ha hecho cargo de él es su madre, una mujer de 74 años que recibe la ayuda de Rosy y otros dos hermanos de Óscar para suplir todas sus necesidades.
Un tratamiento riguroso
Óscar Luis pasa sus días sentado en una silla sobrellevando los molestos síntomas de su enfermedad, esos que tantas veces le generan episodios de ira y mucha frustración. Los ataques han podido ser controlados gracias a la medicación, sin embargo, el tratamiento no puede ser llevado de forma correcta porque la entrega del medicamento suele retardarse o, en el peor de los casos, nunca llega. Le puede interesar: El fármaco que sugieren especialistas para prevenir el COVID-19.
Esta situación también ocurre con el tratamiento para la epilepsia, lo que ha traído como consecuencia que, con el pasar de los días, sus episodios convulsivos vayan incrementado. Estos contratiempos con su medicación preocupan en gran medida a su hermana que –como muchas personas- se pregunta por qué los entes de salud no les brindan una solución para continuar con el tratamiento de estos pacientes, pero aún no obtiene una respuesta.
Rosy nos cuenta que el medicamento para la epilepsia que debe tomar su hermano es muy costoso; su precio comercial oscila entre los 200.000 y 300.000 pesos, una suma difícil de conseguir para su familia todos los meses, así que les toca comprar la presentación genérica que cuesta $25.000, cuando cuentan con el dinero. Esto se debe a que la entidad que subsidia la salud de Óscar, la mayoría de las veces, se demora de 3 a 4 meses en entregar el tratamiento.
“Quisiéramos darle una mejor calidad de vida y siempre intentamos comprar sus medicinas porque las necesita”, expresa con melancolía la hermana de Olivera Mercado.
Así como Óscar, hay muchas personas que tienen problemas para recibir de manera oportuna las medicinas que necesitan para tratar enfermedades.
Muchas personas no tienen los recursos para costear tratamientos de manera particular, incluso, quienes tienen la manera de cubrir estos gastos, también afirman no encontrar algunos fármacos; la pregunta es ¿quién resuelve esta situación?
A pesar de la existencia de la circular 012 de 2021 del Ministerio de Salud y Protección Social, en la que se oficializó nuevamente la regulación de precios a muchos medicamentos en el país, varios tienen precios muy elevados y que no pueden ser adquiridos por personas de bajos recursos.
Consultamos con algunas droguerías de la ciudad cómo es la situación de abastecimiento con algunos medicamentos de alto costo, especialmente de Lacosamida, el fármaco que necesita Óscar, y sus declaraciones evidencian que hay escasez de este medicamento, pues solo llega una unidad de estas cápsulas por sucursal en Cartagena.
La intención de Rosy Olivera es visibilizar una situación que afecta no solo a Óscar, sino también a muchos ciudadanos que necesitan mejorar su salud con tratamientos farmacológicos, pero no tienen dinero para suplir las faltas de las entidades prestadoras de servicios de salud.
