Dicen que si quieres conocer parte de la historia de Guatapé puedes fijarte en los pintorescos zócalos de las fachadas de sus casas. En su mayoría, las viviendas tienen zócalos distintivos y estas pequeñas obras de arte se convierten en una especie de nomenclatura irrefutable para encontrar direcciones y comercios. Así que, si buscas la carnicería, encontrarás en la fachada las figuras de una vaca y un cerdo, sonrientes, antes de ir al matadero. Sabrás que estás en la zapatería al ver un zócalo con las figuras de unos zapatos y un hombre reparándolos y sabrás que pasas por la funeraria al ver el zócalo de unos ángeles, imagen que representa a la empresa que presta los servicios fúnebres en el municipio; o verás a la comunidad de las hermanas franciscanas con su sello distintivo: una cruz.

Los zócalos funcionan como una nomenclatura de Guatapé.
Antes de conocer esta historia sobre el significado de los zócalos y su relación con los guatapenses, me sorprendí al ver a una perra Beagle con moños rosados caminando por una de las calles y luego, a unos pasos, a la misma perra esculpida en un zócalo. Es porque -me comentaría luego un lugareño- la gente del pueblo no solo manda a esculpir zócalos a manera de nomenclatura, o representaciones gráficas de los servicios que ofrecen, también de las cosas, seres o vivencias que significan algo trascendental, como aquella mascota seguramente amada por sus dueños. Los zócalos son como tatuajes que no se hacen a sus pieles, sino a sus casas. Y_están a la vista de los turistas para ser fotografiados. Es fantástico mirar la creatividad en ellos y están por todo el pueblo que, 40 años atrás, no solía ser un epicentro turístico.

Playas de Cartagena representadas en un zócalo de Guatapé.
“Esa represa la construyeron hace 40 años para generar energía, es una hidroeléctrica. Todo lo que está inundado antes eran caminos reales o potreros”, explica Felipe Marín, quien nos conduce por las callejuelas de Guatapé en una minichiva, un vehículo tan pintoresco como el mismo pueblo, que ofrece un completo y económico tour.
La represa de la que habla Felipe es una hidroeléctrica de las Empresas Públicas de Medellín para cuya construcción fue inundada buena parte de Guatapé y de la vecina población de El Peñol. Antes, los residentes de la zona solían vivir del campo, sin embargo, eso cambió con la llegada de la represa y el cambio atrajo al turismo. “Me cuenta mi abuelo -añade- que primero les dio mucha rabia la construcción de la represa, porque ellos estaban acostumbrados a ser arrieros y, cuando construyeron eso, no sabían qué hacer, pero luego agradecieron todo esto”.
El recorrido por Guatapé no dura más de media hora y en él puedes conocer, junto con los zócalos, la historia de sus habitantes. “En este lugar, en el segundo piso, vienen a jugar cartas, observen: ahí están los señores que frecuentan esto aquí, son personajes de la vida real, solo hay dos que ya no existen, porque fallecieron, los demás están vivos”, detalla Felipe sobre un zócalo en la fachada de un local comercial y las figuras representadas en él. También pasamos por el bar de rock, con la figura de Freddie Mercury, por la panadería, por la casa de la modista, etc.

Zócalo del billar del pueblo.
Los zócalos son esculpidos directamente en las paredes y tienen una tradición de 104 años, comenzaron a elaborarse “porque anteriormente las casas eran de bahereque y la humedad solía dañar las paredes, las gallinas también empezaban a picotear las paredes, entonces se hicieron como protección de las fachadas de las casas, primero eran pintados y ya luego los empezaron a hacer en cemento”, relata el guía.
Una de las figuras que sobresale es la de una oveja, pues se dice que fue la primera en ser representada en un zócalo, y de ese animal también existe una escultura gigantesca sobre el malecón. Para los lugareños, en su mayoría fielmente católicos, la oveja representa al Cordero del Señor. “Los zócalos que son en alto relieve es muy complicado para hacerlos porque manipular el cemento es difícil. Hay otros que son prefabricados con unas figuras genéricas, que son más sencillos. Aquí, en Guatapé, es una sola familia la que hace los zócalos: directamente en la pared, pegan clavos, ponen cabuyas y les van echando las capas de cemento”, refiere el guía.
La familia firma con el seudónimo de ‘Los Nachos’ y es liderada por Francisco Suárez, quien es ayudado por sus dos hijos; ellos, de vez en cuando, cuando terminan de crear un zócalo, se “pierden del pueblo” y se van a aventurarse por otros destinos.
El recorrido en la minichiva nos muestra a la única institución educativa del lugar: Nuestra Señora del Pilar, también el Hospital La Inmaculada y a la parroquia de la Virgen del Carmen; así mismo pasamos por el centro del adulto mayor y por la Calle del Recuerdo, la más antigua de Guatapé, donde existe la Fuente de los Arrieros, que representa a aquellos personajes que sustentaron por mucho tiempo la economía del pueblo.
“Ya acá prácticamente eso no se hace, antes de que construyeran la represa había muchos cultivos, pero ya en estos momentos es solo turismo”, sostiene Felipe. También nos muestra el llamado malecón, la orilla de la represa, un cuerpo de agua bastante visitado, que puedes recorrer en yate, lancha o bote, en tours colectivos o exclusivos, y donde se practican un sinnúmero de deportes acuáticos. La avenida del malecón está rodeada de muchos restaurantes y tiendas de artesanías. “Esta dicen que es la playa de Antioquia: una parte del malecón fue reconstruido así moderno, como lo ven y, de hecho, la otra parte están discutiendo las autoridades si la hacen como si fuera una playa”, anota Felipe, quien cuenta además que la mejor época para visitar Guatapé es el Fin de Año, cuando se vive un descomunal carnaval, “similar al de Barranquilla”, en el que muchos guatapenses se disfrazan para competir por un millonario premio.

Las casas de Guatapé cuentan las historias de sus habitantes a través de las paredes.
Un pedazo de Cartagena
El recorrido en minichiva incluye una visita a la casa de Víctor García, un lugareño que decidió plasmar su historia de lucha y éxito en un gigantesco zócalo. “Salió con 18 años de la vereda donde vivía, fue a Guatapé, duró cinco años lustrando zapatos, reunió dinero y se fue a vivir a Medellín y en allá hizo lo mismo de lustrabotas”, narra el guía. En el zócalo hay representaciones del mismo Víctor, de Guatapé y de Medellín, con su metro y el edificio Coltejer. “Recogió dinero, cogió un bus de Rápido Ochoa y se fue para Cartagena, a buscar su futuro, allá estuvo 30 años, haciendo lo mismo, lustrando zapatos, vendiendo agua en las playas. Con ahorros de sus 30 años de trabajo compró un terreno muy pequeño que después lo revendió, con las ganancias y con un socio fundó su propia empresa, una inmobiliaria que trabaja con lotes, ya el señor de ser un campesino lustrabotas pasó a ser un empresario, cuando quiso regresar a Guatapé, en 2011, compró un tiquete en un avión de Avianca, aquí se compró su casa y una Toyota Prado”, cuenta. El bus de Rápido Ochoa, el avión y la Toyota, así como las playas de Cartagena, donde tanto trabajó, y la India Catalina, están representados en el zócalo gigante en el que cuenta la historia de su éxito que comparte con un pueblo, de gente tan luchadora como él.
Zócalo con residentes de Guatapé.