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Orlando Fals Borda: un sabio del Caribe

Se cumplen trece años de la partida de Orlando Fals Borda, el que mejor conoció y descifró el Caribe colombiano.

Orlando Fals Borda: un sabio del Caribe
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Orlando Fals Borda, con una humildad proverbial, se sonreía cuando le decían que era el más grande investigador de la región Caribe, y solo respondía con un qué va, Donaldo Bossa hizo más. Tenía la serena, prudente y discreta pasión de los sabios. Se le considera el padre de la sociología en Colombia, facultad que creó junto al sacerdote Camilo Torres Restrepo en la Universidad Nacional, y de la que fue decano entre 1959 y 1967. Creador del método Investigación-Acción Participativa (IAP), que revolucionó la tarea de los investigadores y conjugó diversas disciplinas.

Orlando Fals Borda empezó escribiendo una novela a sus doce años, sobre el supuesto hijo de Bolívar, para entretener a su abuela paterna, Cándida Álvarez, de Mompox, y a su abuela materna, Ana Angulo, de Calamar. Recuerda a las dos abuelas sentadas en mecedoras leyendo todo el tiempo. La abuela Ana Angulo le leía a la abuela Cándida, que era ciega. Un día no tenían nada qué leer y el niño Orlando Fals Borda les dijo: “Les voy a escribir una novela para que no se fastidien”. Escribió cuatro cuadernillos para ese par de abuelas. Así empezó su vida de escritor. “Me volví escritor para verme con mi gente”, confiesa. (Le puede interesar: Orlando Fals Borda, su vida en una serie)

A flor de labios

Me bautizaron en la Iglesia Presbiteriana de Barranquilla.

Mis padres se volvieron protestantes. Enrique Fals Álvarez, mi padre, era hijo de un inmigrante catalán de origen bautista, de quien heredé el amor por los libros. Mi padre era profesor de Gramática y Sociales. Tuve como compañero en el colegio a Álvaro Cepeda Samudio. No voy a despejar el enigma de dónde nací: la polémica sigue entre Barranquilla y Mompox. Lo cierto es que me gustaría que me enterraran en el cementerio de Mompox construido por los masones. Allí quiero estar con Candelario Obeso y Hermógenes Maza.

Mi madre, María Borda Angulo, era hija de cachaco y pertenecía a familias dominantes en Bogotá. De ella heredé su preocupación por lo social. Fue la primera mujer en Barranquilla que organizó una hora de radio por la Emisora Atlántico, en los años 30. Hizo luego, en los años 40, la primera campaña nacional para los enfermos de cáncer, en colaboración con médicos. Yo fui director del Coro de esa iglesia presbiteriana y compuse dos obras corales: una de ellas fue Mensaje a Colombia, que tenía ese doble sentido patriótico y religioso. La obra decía: “Olvidemos el pasado/ reconstruyamos el presente/ Colombia merece un mejor destino”. La hice poco después del 9 de abril de 1948. La otra obra se llama Resurrección, para ser interpretada en violín y piano, en Semana Santa. A pesar de que aludía lo religioso, también se refería a la resurrección de Colombia. Estuve tentado por petición de mi familia a ser pastor de una iglesia, pero elegí la Escuela Militar de Cadetes. Pero tampoco encajé allí. Si no hubiera pedido la baja, tal vez hubiera sido General. Algunos de sus amigos de juventud llegaron a ser generales. Esta experiencia me permitió conocer por dentro la psicología militar.

Rastreando baúles y pueblos

Orlando Fals Borda escapó siempre al estereotipo convencional del sociólogo. Antes de crear la primera facultad de Sociología en el país, fundó la primera Junta de Acción Comunal y escuela comunal en Chocontá (Cundinamarca), 1957. En 1962 constituyó la Asociación Colombiana de Sociología y entre 1964 y 1969, la escuela de graduados Programa Latinoamericano para el Desarrollo (Pledes) para activar especialistas en la “sociología comprometida” con las transformaciones socioculturales de América Latina. Entre 1968 a 1970 fue director de investigaciones del Instituto de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), de Ginebra, Suiza.

Viajó a las sabanas de Córdoba y Sucre a liderar entre 1970 a 1975 el núcleo de Investigación y Acción Social, que dejó un grupo consolidado de investigadores como Víctor Negrete, Albio Martínez, David Sánchez Juliao, quien en 1972 publicó como fruto de esa experiencia su libro de relatos con testimonios de campesinos Historias de Racadamandaca. Y esa experiencia abrió caminos entre historiadores, artistas y narradores de la región. En ese viaje, Fals Borda investigó e hizo visible a la legendaria bailadora de porros María de los Ángeles Tapias (Ciénaga de Oro, 1887- Montería, 1940), de la que surgiría el mito real de María Varilla, muerta después de un fandango en Montería, a sus 53 años. Esa historia nutrió los estudios regionales de investigadores, novelistas, folcloristas, músicos y pintores: Guillermo Valencia, José Luis Garcés, Leopoldo Berdella, Albio Martínez, William Fortich, Wilfredo Ortega, Alfredo Torres, entre otros. Y en el Caribe abrió caminos a discípulos suyos como Gloria Triana, Raúl Paniagua, Rosita Díaz, Javier Hernández, Edgar Rey Sinning, Javier Moscarella, Alfredo Molano, para citar a algunos.

Fals Borda participó en el Comité Editorial de la Revista Alternativa, con Gabriel García Márquez y Enrique Santos Calderón, en 1974. Fue director Encargado del Programa de Participación Popular, Oficina Internacional del Trabajo (OIT), Ginebra, 1986. Coordinador del estudio sobre Conocimiento y Poder Popular en Colombia, Nicaragua y México, OIT, 1982-1984. Fue Viceministro de Agricultura a los 29 años de edad, en el Gobierno de Alberto Lleras Camargo. Profesor Especial del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia. (Lea además: Tras las huellas de Orlando Fals Borda)

El descifrador del Caribe

En su travesía de más de medio siglo, Fals Borda descubrió el inmenso e invisible legado del general Juan José Nieto, político, estadista, historiador y novelista, quien como presidente abolió la esclavitud y propugnó por la autonomía regional del Caribe. No solo hizo visible el retrato ignorado del único presidente negro que ha tenido Colombia, sino que, más allá de la polémica del color de su piel, valoró su grandioso aporte a las letras, la política y la historia regional. Su biografía de Nieto fue clave para que el historiador Eduardo Lemaitre escribiera El General Juan José Nieto y su época (1983). Y en esas andanzas como descifrador no solo reconstruyó la dispersa tradición oral y la sabiduría ambulante de los hombres del Caribe, sino que descubrió a un hermano negro del que su familia no tenía la menor noticia.

“Es allí donde quisiera volver”, contó Fals Borda en una de las entrevistas que nos concedió.

“A San Martín de Loba y Jegua, en donde está el resguardo indígena de los malibúes y zenúes. La mujer negra que lo vio pasar desde una terraza descubrió en su gestualidad y en su manera de caminar, la sombra de aquel hombre que alguna vez pasó por allí y se quedó mirándola. Era su padre. Es allí donde quisiera volver: a San Martín de Loba, porque allí encontré a mi hermano negro, Alfredo Fals”.

Historia doble de la Costa

La reedición de su libro La Historia Doble de la Costa revivió, según Fals Borda, el ideal regionalista del Caribe.

“Nunca murió ese espíritu. En la Costa ha habido conciencia popular al respecto. Se detuvo en parte por la desaparición del Corpes que mantuvo activo ese espíritu regionalista. Al desaparecer el Corpes, no hubo otra propuesta que la reemplazara. Ha faltado liderazgo a todo nivel en el país. Yo mismo he vuelto a leer La Historia Doble... Después de veinte años de publicada, se me estaba olvidando, y confieso que me gusta. Allí está la esencia del Caribe, que es una mezcla de pasión y trabajo, informalidad y decisión, somos a la vez: entusiastas y dejaos, eso forma parte de nuestra personalidad regional. Escribí ese libro para que le sirviera al pueblo, a los pueblos, a los humildes. Esa es la más grande satisfacción. Sin los pueblos yo no hubiera escrito ese libro”. (Lea también: Raúl y Rosita de Paniagua: Cartagena en cada hombro)

Epílogo

Fals Borda dejó más de dos mil grabaciones que integran el archivo de documentación donado por él al área cultural del Banco de la República en Montería, y diez mil libros de su biblioteca personal donados a la Biblioteca Luis Ángel Arango. Donó millares de cuadernos de anotaciones a lo largo de toda su vida, tres cajas de documentos antiguos que abarcan los siglos XVII hasta el siglo XX, archivos provinciales de Chocontá, Zipaquirá, Gachancipá, pueblos del Caribe y el Pacífico, entre otros. Escribió una treintena de libros que son de consulta para sociólogos e investigadores en general, al igual que sus y múltiples ensayos y artículos en revistas especializadas.

Se destacan sus cuatro tomos de La Historia Doble de la Costa: Mompox y Loba (1979, I Tomo), El Presidente Nieto (1981, II Tomo), Resistencia en el San Jorge (1984, III Tomo) y Retorno a la tierra (1986, IV Tomo), Las revoluciones inconclusas en América Latina 1809-1968 (1979), Visión del ordenamiento territorial colombiano en el siglo XX. Nueva Historia de Colombia (1998), Ante la crisis del país (2003), La subversión en Colombia, El cambio social en Colombia (2008), entre otros.

“El Caribe colombiano ha tenido un protagonismo cultural de primer orden, en las artes, en la literatura, en la ciencia y en el deporte”, dice Fals Borda. Y en un silencio en el que sonríe con picardía, se pregunta él mismo: “¿A qué se debe eso?”, se pregunta el resto de colombianos... ¿Será al fósforo?

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Es allí donde quisiera volver: a San Martín de Loba, porque allí encontré a mi hermano negro, Alfredo Fals”.

Orlando Fals Borda falleció el 8 de agosto del 2008.//Fotos: Archivo.
Orlando Fals Borda falleció el 8 de agosto del 2008.//Fotos: Archivo.
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