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Con ‘maluqueras’, no todas disfrutamos el embarazo

En un rinconcito, dentro de este grupo de nuevas mamás, estás tú, que no sientes para nada satisfacción por el hecho de padecer náuseas, reflujo, desmayos y todo lo que acarrean algunos embarazos.

Con ‘maluqueras’, no todas disfrutamos el embarazo
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Cuando estás embarazada, es una especie de regla que todas las personas a las que les cuentas te digan que vas a atravesar la mejor etapa en la vida de una mujer.

Vas a visitar al doctor y te dice que disfrutes el momento, porque después no volverá y extrañarás tener al bebé en la pancita; tus amigas, que ya han sido madres, empiezan a contarte todas sus anécdotas y te dirán lo genial que es estar embarazada.

Tú, en medio de las náuseas de mediodía, comienzas a pensar en todo el proceso y, sobre todo, empiezas a desear que las maluqueras se te pasen. “Solo duran tres meses”, escuchas. Pero allí están, y no se van. Esperas y esperas, pero no. Te das cuenta de que tu embarazo no será como el que muestran en la publicidad: de mujeres sonrientes y comiendo yugurt con cereal todas las mañanas.

¿Te sientes muy mal? Sí, algunas pasan por eso, así que deja de ser exagerada y soporta, porque ahí empieza el sacrificio de ser mamá (eso es lo que te dan a entender, en términos generales).

En un rinconcito, dentro de este grupo de nuevas mamás, estás tú, que no sientes para nada satisfacción por el hecho de padecer todo lo que acarrea el embarazo. Viste cómo tus pezones empezaron a oscurecerse y a agrandarse y pegaste un grito; luego viste que tu columna te dolía con tanta facilidad que creíste que estaba pasando algo malo, pero ahí estás, con tres almohadas en tu espalda. Tú, que vomitas todo lo que te llevas a la boca, y que debes soportar multiplicados por mil, los olores que antes ni notabas. ¡Qué feo huele el jabón, hoy no puedo echarme shampoo! Tú, que parece que te desmayas cada vez que sales a la calle, despeinada y sin maquillar, porque realmente las únicas ganas que te dan es de tener el poder de adelantar el tiempo. ¿Y dónde está el reflujo?, eso que nunca creíste padecer... ahora te llena de eructos y no te deja dormir por las noches.

Tú, que serías más débil y quejosa que las demás porque así eres tú... y eso no tiene nada que ver con el amor que tengas por el bebito. Simplemente, eres de esas mujeres que piensan que si pudieran saltarte el embarazo, definitivamente, lo harías. Pasarías directo al parto, al momento de recibir a ese nuevo ser en tus brazos.

No es típico de las mamás millenials...

Olga Romero tiene 49 años. Tiene dos hijos, de 19 y 13 años, respectivamente.

Como a toda madre, la noticia del embarazo la llenó de una genuina emoción. Pero al pasar los días, empezó a cuestionarse.

“Me levantaba a vomitar, y recuerdo que no quería hablar con nadie porque todo me fastidiaba. Yo trabajaba en una casa de familia, y no soportaba hacer el almuerzo, mucho menos comía. Creí que ese proceso pasaría pronto, y decidí esperar. Pero pasaba el tiempo y empeoraban mis síntomas; me la pasaba acostada y tuve que renunciar. No quería salir de casa, incluso las pastillas que me mandó el doctor en los controles me ponían peor, así que decidí no tomarlas. Sé que estuvo muy mal y gracias a Dios mi bebé nació perfecta.

“Las mujeres tenemos una carga extra, porque yo, aunque estuviera mal, debía cumplir con los quehaceres, cocinarle a mi marido antes de que se fuera al trabajo.

“Me sentía enojada, porque no me parecía justo que todo el embarazo fuera una especie de martirio, una tortura.

“Llegué a pensar que cuando mi hija naciera no la iba a querer, le echaba la culpa de lo mal que me estaba sintiendo. Eso me hacía sentir más culpable.

“Así duré todos los nueve meses de embarazo. No le contaba a nadie esto que te digo, porque no tenía ganas de hablar y porque yo sé que no iba a ser bien visto.

“Pero nació mi hija y todo cambió, se fueron mis maluqueras y apenas la vi... ¡te puedes imaginar! Era tan linda la pelaíta, la quise, como toda madre, enseguida. Amé ser mamá desde la primera vez que la cargué. Ya después, tuve a mi otro hijo, y ¿qué crees?, fueron las mismas maluqueras y la misma sensación otros nueve meses”.

Rosa*, 28 años

“Gracias por este espacio, primero que todo. El embarazo es algo estresante y, si tienes un embarazo de esos malos, llenos de vómito, peor. El embarazo duele, el parto duele.

“Y eso no tiene nada que ver con que tú quieras al bebé, porque lo adoramos, pero uno no puede decir que estar embarazadas es una m*da, porque entonces nos señalan.

“En mi caso, no tendría otro bebé jamás, porque mentalmente es agotador. He llegado incluso a no recomendarle a las personas que tengan hijos, porque es un trabajo que requiere compromiso y responsabilidad, y muchos no saben en qué se están metiendo cuando deciden por decidir, el ser padres.

“Físicamente puedo decir que sí, me afectó. Afectó mi cuerpo internamente y eso al principio me produjo un choque, pero es algo a lo que uno se acostumbra. Claro está, que hay mujeres que nunca se acostumbran.

“Ser mamá es hermoso, y es una felicidad que no se compara con nada en la vida. Tengo la fortuna de estar al lado de un hombre que me apoya, me ayuda en lo que respecta a mi bebé y eso también es algo que no todas las mujeres disfrutan. Muchas veces toda la carga de la crianza los primeros meses o años está sobre la madre, y eso es tan injusto.

Más embarazos

en pandemia

Los embarazos no deseados son, en general, aquellos ante los que más rechazo se produce. El peso mental es distinto a los casos expuestos anteriormente, y requieren de ayuda psicológica. En medio de la pandemia, ya se habla de un baby boom, la expresión conocida como explosión de natalidad surgida tras la Segunda Guerra Mundial, que se utilizó para definir la situación demográfica de ese momento, un periodo (entre 1946 y 1964) caracterizado por un notable aumento de la natalidad. Según el Fondo de Población de la ONU (UNFPA), los servicios y productos de salud sexual y reproductiva son pasados por alto en tiempos de crisis, y se estima que habrá entre 7-15 millones de embarazos no deseados en el mundo debido a la pandemia... Ojalá con menos maluqueras.

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En mi caso, no tendría otro bebé jamás, porque mentalmente es agotador. He llegado incluso a no recomendarle a las personas que tengan hijos, porque es un trabajo que requiere compromiso y responsabilidad, y muchos no saben en qué se están metiendo”.

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