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La herencia de Benkos Biohó

Mayo es el Mes de la Herencia Africana y Antonio Prada Fortul nos habla sobre aquel mítico africano que impulsó los primeros palenques.

La herencia de Benkos Biohó

San Basilio de Palenque: iglesia y monumento de Benkos Biohó en Palenque.

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Ha viajado al África, tras las huellas de Benkos Biohó, el guerrero mítico africano impulsador de los primeros palenques, quien hace cuatrocientos, luego de firmar la paz, fue capturado y asesinado en la actual Plaza de la Paz de Cartagena.

Antonio Prada Fortul (Cartagena, 1948) es autor de las novelas Benkos, las alas de un cimarrón; Orika, la gacela de la madrugada, Las arenas de Elegguá, Kanú y otros libros sobre el universo de África en América. Conversamos con él a propósito de celebrarse en Colombia el Mes de la Herencia Africana.

Se cumplieron hace poco 400 años del asesinato de Benkos Biohó, el mítico líder africano de nuestra primera independencia. ¿Cuál es su legado humano, espiritual, para la historia?

-Uno de los legados que hizo a la sociedad contemporánea Benkos Biohó, el rey de los cimarrones, a través de su lucha reivindicadora se fundamental en el aporte de la tradición de la población afrodescendiente a la construcción de la nacionalidad colombiana. También la música, el idioma, la lengua palenquera, la gastronomía en el cinturón costero colombiano, la espiritualidad y las diferentes expresiones religiosas sincretizadas en el Chocó, en Cartagena, San Basilio de Palenque y toda la región Caribe. El primer legado humano de este inmenso bissago fue el papel del líder, del guía que conduce a la libertad, el héroe y guerrero cimarrón fundador de los pueblos palenqueros en la provincia de Cartagena de Indias.

Fue este guerrero bissago, ungido como rey de los cimarrones, el que a finales del siglo XVII configuró las formas de resistencia de los apalencados que de luchas victoriosas sobre las fuerzas coloniales de Cartagena sentaron los mecanismos de negociación política con la administración española, a través del gobernador de la Provincia de Cartagena de Indias, don Jerónimo de Suazo y Casasola, para lograr la independencia de su pueblo, la que consiguió después de numerosas batallas y salió triunfante.

En ese pacto o tratado de paz acordado con la primera autoridad colonial, lograron los cimarrones, al mando de Benkos Biohó, una serie de concesiones de la Corona española, como circular libremente por las zonas aledañas a Cartagena, portar armas dentro y fuera de la ciudad, prohibir el ingreso de españoles armados a las tierras de los apalencados y, fundamentalmente, ser tratados con respeto por las autoridades coloniales. Este acuerdo de paz marcó un hito en las luchas reivindicativas y libertarias en América.

Con él surgió San Basilio de Palenque el primero de muchos poblados libres de América. La lucha de estos cimarrones liderados por Benkos Biohó no solamente se limitó a la libertad de los esclavizados, reivindicaban también, sus usos y costumbres, su espiritualidad, religiosidad, hablar con sus dioses, la adoración a sus ancestros, recuperar sus nombres africanos, retomar las armoniosas sonoridades de África y elevarlas a un estado espiritual y poético como instrumentos de creación, de sanación, como un código de existencia cósmica ya que los sonidos ancestrales de la percusión y otros elementos sonoros, ha codificado cada instante de la vida de los cimarrones africanos en estos nuevos espacios. (Lea también: Entrevista a Antonio Prada Fortul)

La música es una de las causas que le permitió a los esclavizados sobrevivir al flagelo de la esclavitud...

-Esas cosas, pertenecientes al ámbito de la espiritualidad de los cimarrones, fueron, más allá de la libertad, las grandes motivaciones de los africanos esclavizados en estas tierras americanas, porque “la cosa religiosa” y la espiritualidad de sus sitios de oriundez es lo que le da un sentido de valores y el sentido de la cohesión histórica, la que a través de los relatos en barracones, haciendas y sitios de confinación como esclavizados, los mantenía unidos porque siempre les recordaban quiénes eran y de dónde venían.

Esa espiritualidad reivindicada por Benkos Biohó es una manera de festejar el hecho de estar vivos, de ahí la inmensa riqueza de los mitos fundacionales de poblaciones como San Basilio de Palenque, en el Caribe, y Guapi, en el Pacífico.

En todo eso se centró la lucha de los cimarrones liderados por el rey Benkos Biohó, más que una lucha territorial de los guerreros cimarrones, era la defensa y reimplantación de unos usos y costumbres de las tierras de su oriundez, la tierra de sus ancestros que los europeos drenaron, despojándolo de sus más importantes y valiosos recursos vivos.

Antonio Prada Fortul.//Foto: Archivo - El Universal.

Se celebra en todo el país la herencia africana. ¿Cómo es la relación de la Colombia Caribe con el Pacífico y con África?

-Pienso que la relación de Colombia con los países del continente africano es casi nula. Puede ser debido a la condición altiplanaria, la discriminación atávica, la visión eurocentrista de sus relaciones con el mundo y la escasa o nula formación en estos temas relacionados con nuestra africanía de la clase política que nos gobierna. Esta circunstancia ha hecho que África no aparezca en el horizonte cultural, en los intercambios comerciales, en la visión misional ni en las relaciones diplomáticas cercanas de nuestro país, con la mayoría de los países africanos, a pesar de que Colombia cuenta con un 50% o más de población afrodescendiente.

No tenemos embajadas africanas en Colombia, ni representación diplomática en ningún país africano, dejamos en manos de otros países la representación de nuestros intereses, demostrando el nulo interés en acercarnos e integrarnos con nuestra madre patria. En estos momentos existe una integración del cinturón costanero colombiano desde la base, muchas organizaciones lideradas por intelectuales del Pacífico y del Caribe están desarrollando importantes proyectos culturales tendientes a conocer el importante y numeroso acervo religioso, espiritual, musical y dancístico, entre otros, de estas costas y especialmente la inmensa riqueza de la costa del Pacífico, cuya musicalidad, espiritualidad y cultura, el país desconoce casi en su totalidad.

A propósito de pestes y enfermedades, ¿qué saberes ancestrales africanos podemos retomar y asimilar en este presente en el mundo?

-Creo que uno de los más importantes conocimientos que legaron nuestros ancestros africanos es el relacionado con la yerbatería. Un sanador africano en el siglo XII era sometido a un proceso iniciático conocido con el nombre de Iniciación en los Misterios Mayores. Esa formación era minuciosa y duraba alrededor de catorce años; los adiestraban en el conocimiento del poder sanatorio de cada hoja, raspadura vegetal, tallos, raíces, savia, vísceras de animales y conchas marinas entre otros. La combinación de hierbas y su efecto en la salud de los miembros de la comunidad, los enseñaban a diferenciar las hierbas que no eran compatibles entre sí, porque, en lugar de sanar, agravaban el estado febril o cicatrizante, entre otras cosas.

El matarratón, por ejemplo, no puede combinarse jamás con el anamú, o la matimbá, porque sus efectos son adversos; tampoco con las hojas de mango, porque es contraproducente, su efecto sanador es nugatorio. Los enseñaban a curar con el acompañamiento de la percusión, el tambor era vital en muchos de estos procesos sanatorios, muchos de estos elementos percusivos eran forrados con piel humana, para determinados usos médicos y religiosos.

Conocí en Palenque a un gran sanador, a un yerbatero llamado Francisco Cañate, más conocido como “Siquito”, era el más capacitado y representativo de la región, curaba con hierbas y acompañaba estos procesos sanadores, con cantos en lengua, que son iguales a las moyugbas de los babalawos de todas las oriundeces, en sus actividades de tipo espiritual.

En estos momentos se ha retomado con mucho respeto y rigor ese tipo de prácticas en San Basilio de Palenque, uno de los más avanzados en esos saberes es una persona joven, un licenciado en ciencias sociales llamado Manuel de Cristo Pérez Salinas, cuyo conocimiento es reconocido tanto en San Basilio de Palenque como en gran parte de la región. Igualmente, a nivel percusivo, hay en San Basilio de Palenque un tamborero iniciado en el conocimiento de la espiritualidad yoruba, es uno de los pocos en el país que sabe interpretar el “toque que abre las puertas” de la arcana para que sanadores, ganguleros y babalawos accedan a determinado tipo de respuestas.

Epílogo

Antonio Prada Fortul confiesa que ha sobrellevado este tiempo de la pandemia “combinando la medicina ancestral, diversas tomas de vegetales y la inhalación en agua caliente de diversas hierbas, con la permanente asesoría médica de un primo hermano que es epidemiólogo y estudioso de estos temas, se trata del doctor Alejandro Caballero Portacio”.

Ha vuelto a leer Changó, el gran putas, de Manuel Zapata Olivella, “que fue escrito en la terminología de IFÁ y la Regla de Ocha (santería), extraída de las criptas del conocimiento de los babalawos y ganguleros de la Regla Brillumba o Palo Mayombe. Ha vuelto sobre El reino de este mundo y Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier; Haití, paisaje y sociedad, de Marcel Dans; Lorand Matory en Las religiones del Atlántico negro y a Markus Rediker en El barco de los esclavos.

Esas lecturas, dice él mismo, “me ayudan a reivindicar mi condición de afrodescendiente (en mi prueba de ADN, figura un 41% de bantú, yoruba, mandinga, bambara y wolof) y a reinterpretar el papel que tenemos que desarrollar en la actual sociedad”.

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