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Amar cuando no soportamos la rutina

Los tentáculos de la rutina tienden a envolver la vida sexual de la pareja hasta asfixiarla, pero como seres humanos, a todos nos pasa. ¿Por qué queremos ser diferentes?

Amar cuando no soportamos  la rutina

En normal que con el tiempo se ve al otro como “lentes distintos”.

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Antes que naciera nuestra hija, mi esposa y yo teníamos relaciones casi todos los días, ahora dos o tres veces a la semana. Realmente no lo hacemos con la periodicidad que yo quisiera.

La familia influye mucho, a veces uno esta más pendiente a las cosas del hogar y a los compromisos. El día de descanso toca hacer mercado, pagar deudas, comprar lo que la niña necesita y a veces el sexo pasa a un segundo plano. Cuando peleamos, también eso se altera.

Siento que pese a todo estamos bien, porque creo que nos entendemos bien.

John. 34 años.

Mi pareja pasa con sueño. Yo imagino que influyen la edad, los hijos, el cansancio del trabajo*.

Margoth, 48 años.

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La rutina es definida como la “costumbre o hábito adquirido de hacer algo de un modo determinado, que no requiere tener que reflexionar o decidir”, pero puede ser mucho más... quizás, el detonante de los problemas sexuales más profundos.

Una buena amiga me contó hace poco que antes, solo ver la espalda de su esposo hacía que ella quisiera lanzarse a él como una leona, pero que la primera vez que se sintió sin ganas de tener relaciones sexuales pensó que ese era el comienzo de una larga y aburrida vida de adultos.

La cotidianidad, las deudas, los compromisos, y la rutina pueden cambiar incluso la percepción que se tiene de la pareja, eso dice el sexólogo y psicólogo clínico Jaime Enrique Acosta.

“Durante los primeros meses o años de la relación, la percepción de la pareja es diferente. El nacimiento de los hijos, por ejemplo, trae una nueva responsabilidad, nuevos focos de atención, por lo cual se empieza a atender otros aspectos que también son vitales dentro de la vida de cada uno y como pareja”, afirma Acosta.

Parece terrible, pero según expertos, es normal que con el tiempo se vea al otro ‘con lentes distintos’, lo que puede afectar el apetito sexual, incluso inhibir la pasión. El sexólogo cuenta que los humanos tenemos rutas neuronales, circuitos que se automatizan cuando se generan los mismos hábitos o los mismos comportamientos o pensamientos y que hacen que pensemos casi que en automático.

“La parte sexual, digamos que es uno de los indicadores más importantes de que una relación de pareja está bien o funcionando. No es lo único, pero es importante. Sacar la relación de pareja de lo habitual ayuda mucho, sobre todo porque el cerebro responde muy bien a lo novedoso”, continúa.

Conectarse con viejos recuerdos

Las relaciones de pareja y las sexuales también llegan a ser situaciones calcadas, que repiten un mismo patrón: beso en la boca, en la oreja, besos en los senos, entrepierna, coito, listo.

La rutina genera una zona de comodidad de la que no se escapa la sexualidad. Hacer el amor en las mismas partes, con las mismas posiciones y de la misma forma puede ser contraproducente.

“Llega el momento en que eso se convierte en un hábito para el cerebro y empieza a generar una pérdida en el sentido de importancia, que hasta incide en la falta del deseo sexual.

Una de las cosas que pasa con las relaciones de pareja es que muchas de las cosas que antes se hacían se dejan de hacer, incluso cosas tan sutiles como escuchar música, tomarse una botella de vino los viernes. Cuando se empieza a rescatar eso, se activan esos circuitos neuronales y se conectan emocionalmente con hechos pasados que en su momento generaban sensaciones”, dice Acosta.

Pero usar miel o bañar la pareja en chocolate, por ejemplo, de tanto repetirse también se puede constituir en un nuevo hábito.

“Lo que se debe hacer es no dejar que el día que no haya chocolate o miel no es que no vaya a haber sexo”.

Algo importante y que usted debe tener en cuenta es que no debe permitir que existan limitantes para tener relaciones sexuales, pues si hay amor siempre habrá espacios, lo primordial es tener la disposición de sacar el tiempo.

Los moteles también

son famosos

Parece mentira, pero el culto al amor llega tan lejos como el dinero lo permite, por eso, algunas de las maravillas más famosas del mundo son moteles. Sí señor, como lo leyó: moteles.

Los hay en todos los continentes, ambientados de las maneras más ocurrentes. En Corea del Sur por ejemplo, incluso a los turistas les recomiendan darse un tour por estos espacios, que ofrecen desde karaoke hasta baño de burbujas.

Propeller Island

City Lodge:

- Este hotel en Berlín, Alemania, es descrito como una instalación de arte, ya que fue diseñado por el artista Lars Strosche, que elaboró un tema distinto para cada habitación e incluyó ataúdes, muebles al revés, y jaulas.

Love Hotel:

En la ciudad del amor, París, Love Hotel hace una selección de habitaciones solo para adultos con diferentes temáticas, que cuentan con baños turcos, y bañera de hidromasaje. Se accede al hotel a través de una tienda de juguetes sexuales.

V Motel Boutique:

Funciona en un edificio portentoso, en la Ciudad de México, y se caracteriza por detalles únicos y lujosos. Pool Villa es una de las habitaciones más emblemáticas y tiene piscina, tobogán y una cascada.

“A muchos les gusta ir a moteles porque activan precisamente en el cerebro, ese recuerdo del noviazgo, esa experiencia novedosa y los conecta con ese ambiente. Están lejos de los problemas de la casa, lejos de la familia”, continúa el sexólogo Jaime Acosta.

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La doctora Valeria Da Silva hizo un estudio sobre el amor y en uno de sus apartes se refiere a la película ‘Recuerda’, de Alfred Hitchcock.

“El mayor daño que se ha hecho a la raza humana lo han hecho los poetas, que siguen llenando las cabezas de la gente con engaños sobre el amor. Escriben sobre el amor como si fuera una orquesta sinfónica o el vuelo de los ángeles (...)”, dice uno de los personajes.

Da Silva concluye que “hoy uno de los rasgos comunes en la sociedad es la creencia de que el amor debe ser el único motivo justificado para la relación de pareja”.

Y si no es así, entonces ¿para qué estar con el otro, pues?

Desde su análisis, así como hay que comer, dormir o hidratarnos, necesitamos compañía para sentirnos parte de una sociedad, pero solo porque esto es “humanamente vital”. Apoyar o proteger el amado y demostrar compromiso es igual de importante que las mismas relaciones sexuales. No hay una explicación para el enamoramiento pero sí para la conducta sexual. Con el tiempo, sin embargo, aunque haya amor, la conducta sexual disminuye y el éxito solamente dependerá de cómo actúe cada uno frente a este fenómeno que inevitablemente y sin excepción, llegará.

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