Grave zanquero al que vándalos tumbaron atravesándole una cabuya”, “Broma dejó gravemente herido a Rey de los Zanqueros”, “En delicado estado zanquero al que tumbaron con una cuerda en Fiestas de la Independencia”, se leía en los titulares de la prensa regional. Con indignación los periódicos y medios de comunicación narraban un hecho, ocurrido durante las Fiestas de la Independencia del año pasado, que causó repudio y el rechazo general de los cartageneros.
Era 11 de Noviembre de 2018 y en cada rincón del Corralito de Piedra se respiraba alegría por su Independencia. Por la mente de Harold Herrera nunca se asomó la idea de que llevar un mensaje festivo al popular barrio de La Candelaria iba a implicar que su gran pasión pusiera en riego su vida.
“Lastimosamente dos muchachitos levantaron una cuerda para ver caer al zanquero. Ellos no dimensionaron lo que estaban haciendo”, cuenta, relajado, y noto que la palabra rencor no existe en su diccionario. Continúa, su rostro se ilumina con una gran sonrisa y con sus dedos cuenta uno a uno ‘los males’ que le diagnosticaron. “Fractura de femur, golpe en la cabeza, trauma creaneoencefálico... Diría que esto fue milagroso pero más por el afecto de la gente, las oraciones. Las demostraciones de cariño de la ciudad y de rechazo por lo que había pasado. Yo nunca me imaginé que en la ciudad podía gozar de esa aceptación”, comenta ratificando ese popular refrán que dice: “No hay mal que por bien no venga”.
A Harold le brillan los ojos, esta vez cuenta su historia desde otro punto de vista. Revelando que los tropiezos han sido una constante en su vida pero que ha salido victorioso de ellos. El lamentable incidente que lo tuvo alejado de los zancos no fue razón suficiente para decirle: ‘no más’ a su labor, a su pasión artista, por el contrario la vida ahora lo puso en el máximo rol que un actor festivo puede tener en Cartagena: es el Gran Lancero de las Fiestas de la Independencia 2019.
“Es que esto ha sido una sorpresa porque yo no pensé que me escogerían”, dice aún con asombro. “La verdad mucha gente se lo merecía. Harold Páez fue una competencia fuerte, ha venido trabajando mucho por la cultura. Llegó la gente con gaitas y otras cosas (al lugar donde se hizo la elección de los Lanceros 2019). Yo estaba por allá ‘achicopaladito’. La gente llevaba sus barras. Cuando hablé de mi trayectoria homenajeé a Bellas Artes, al IPCC y a mi abuelo Lucho Pérez”, afirma y es cuando su voz empieza a entrecortarse, la mirada se le torna nostálgica y prosigue: “Yo no sé qué hubiese sido de mi vida sin mi abuelo. Quizá estaría muerto, quién sabe”. Él mismo se interrumpe y vuelve al momento que lo eligen como ganador y el tono se hace más anímico. “Los compañeros me decían: ‘Harold ganaste, ganaste, eres tú...’”, agrega y, en este momento, muestra que sigue intacta la misma emoción que sintió aquel día de la elección.
“Mi abuelo Lucho Pérez, cantautor de ‘El Getsemanicense’, fue para mí inspiración y motor para salir adelante. Gracias a él soy lo que soy y es lo que quiero ser. Estar en este proceso de transformación para transformar. Donde voy siempre voy a aportar”, comenta sobre las razones que lo llevaron a crear ‘Llamarada’, una fundación donde le enseña a más de 50 niños y jóvenes sobre tu arte: los zancos.
Regina Guzmán es de esas docentes con las que uno se encariña. De las que mucho tiempo después que uno se gradúa, sigue recordando con alegría, por su nobleza y, sobre todo, por su creatividad para enseñar. Ya es pensionada pero permanece activa como miembro de la red de educadores que le apuestan a la conservación de la cultura. Uno la ve y nota que tiene más energía que cualquier ‘millennial’, por eso su compañero de aventuras como Lanceros, Harold Herrera, reconoce que su triunfo era esperado y merecido. “La gente gritaba su nombre, todos la querían a ella”, dice y la observa con admiración. Vestida de cumbiambera, sonríe y asegura que: “Cuando me nombraron Lancera me llegaron más de mil mensajes al ‘Feis’ (Facebook). Mi hija, la que me administra desde Italia el Facebook, fue la que respondió. Le dije que respondiera que estoy feliz. La felicidad no se compra, ni se vende.
“A mí me agradó la elección porque cuando nos iban a elegir. La gente llevó grupos de música y gritaban ‘Esa es, esa es’ y fue cuando dije: ¡Me la gané!”, sostiene y se aplaude a sí misma.
Esta brillante mujer dedicó su vida por más de 40 años a la docencia. Es licenciada en Español y Comunicación pero asegura que, antes de dedicarse a ello, consideró estudiar otra carrera pero “la cosa no resultó como esperaba”.
“Empecé a estudiar para ser supervisora pero no me gustó. Me puse a pensar en el tema de manejar personas y dije: mejor me quedo con mis libros. Fue bellísimo eso- la docencia-. Es una de las carreras más hermosas”, afirma y confiesa que su gusto por la literatura y las letras nació en su tierra: Soplaviento. Desde niña sintió esa pasión por la lectura, algo que fue su principal aliado para dejar huella en sus estudiantes. “Hice un proyecto para mejorar la dicción de los niños de básica primaria y un día cualquiera cogí a Eliseo Herrera con sus trabalenguas y montamos una obra con ellos. Permitió que muchos niños con dificultades para pronunciar las palabras mejoraran su léxico”, narra como uno de sus grandes logros.
Entre tanta lectura se topó con algunas obras sobre nuestra Independencia, entre ellas con el autor Édgar Gutiérrez, “él habla en sus textos sobre las Fiestas de la Independencia, leí sus obras y me di cuenta de la grandeza del espíritu que tenemos los cartageneros”. Es en este momento cuando el amor por nuestras fiestas se fortalece tanto así que decidió crear un cabildo en su amado barrio Bruselas. “Junto con vecinos decidimos llamarlo ‘Cabildo del buen ciudadano’ porque es el mensaje que queremos dar desde nuestro sector”, asegura.
Si en algo coinciden estos dos personajes, referentes culturales en la ciudad, es que hacer el trabajo desde el corazón tiene sus frutos. Hoy son Grandes Lanceros de la Independencia y aseguran que este título los motiva a seguir inspirando desde el trabajo en cada una de sus comunidades.