El vendedor, de acento barranquillero, decía que era un spray mágico, que curaba dolores musculares en el acto, desde un espasmo hasta un lumbago. “Venga, sin compromiso, pruebe”, dijo y bañó el brazo de una pasajera con aquel líquido verde. Decía que su producto era casi milagroso, que regalaba una “pruebita” a todo el que quisiera y que su efectividad se debía a un ingrediente “estrella”: cannabis. Era un spray tópico a base de extracto de cannabis para los dolores lo que se subió a vender en el bus. Por lo menos eso decía. Vendió al menos diez a pasajeros que se “comieron el cuento”, incluyendo a la señora con quien hizo la prueba, complacida con el resultado, y a mí, que pensé podría servir para un dolor en la espalda. Y sí, sirvió, adormecía la piel y aliviaba un poco. Sucedió hace algún tiempo ya pero, realmente, ese frasco de 75 mililitros con la imagen de una Cannabis sativa, cuyo olor a mentol se dispersó en el bus, ¿contenía marihuana?, o era una estrategia de ventas del comerciante que tanto resaltó los “beneficios, la efectividad y las propiedades analgésicas y desinflamatorias” de la planta, como si se tratara del último descubrimiento de la medicina. Habría que preguntarse además si era legal.
Hay productos que son promocionados, ofertados o vendidos porque supuestamente contienen extractos de esa planta. En Cartagena encontramos varios. Tras una sencilla búsqueda por algunas tiendas naturistas, me topé con la Pomada Rompe Dolor o Ro-coca, en el Centro Histórico. Venía en una presentación de 70 gramos, con “extracto de coca, marihuana, tabaco” y otros ingredientes, para dolores “musculares, del carpio, reumatismo, herpes y golpes”, se leía en el empaque, sin número de registro Invima, ni nombre de laboratorio. Nadie garantizaba que efectivamente tuviera dichos ingredientes, mucho menos que funcionara y, además, contra el ¿herpes?, ¿habrá quien la compre?
Lo que sí es cierto es que tenía mentol puro, el olor me recordó a la efectiva la Crema N°2 que usaba mi abuelo para sus achaques en las piernas y espalda. La Pomada Rompe Dolor costó 8 mil pesos, 3 mil más que el spray del tipo del bus. “Es excelente”, precisó la vendedora.
No es muy complicado darse cuenta de que no era tan fiable. Pero yendo un poco más allá, no tan lejos, al Internet, quise conocer un poco más sobre esa dichosa pomada. “Fórmula magistral Dr. Carlos Drotes Martínez”, mostraba el empaque. Encontré que esa misma frase aparece en las etiquetas de Artrin y Adridol Plus, dos medicamentos sobre los cuales el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) emitió una alerta como fraudulentos en 2015. ¡Juzguen ustedes!
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“La gente del mercado local solo pregunta por cremas y pomadas (con cannabis), ya la gente que viene de afuera a veces pregunta por tinturas (extractos) y cosas para tomar, gotas, esencias florales para los dolores, ellos conocen más de las propiedades”, me explicó la vendedora de otra tienda a la que llegué.
Ella se mostró incómoda al saber que yo era periodista, le dije que estaba escribiendo un artículo a propósito de Expocannabiz 2019, prefirió no hablar del tema, ¿habría algo malo al respecto? Solo le pregunté qué tanto se vendían los productos con cannabis y cuáles eran los preferidos de la gente.
Entonces seguí buscando en otra tienda, esta vez cercana al Parque del Centenario. Ahí me mostraron otra “crema” con cannabis y coca. No tenía cubierta protectora ni sello en la tapa. El líquido se salía por los lados, “es un gel”, dijo la vendedora, lo raro es que el frasco, con etiquetas decoloridas y a todas luces fraudulento, sí tenía número de registro Invima: c2001ac0812, lote 0011005. Por su puesto, no aparece registrado.
En ese mismo local me ofrecieron otra pomada, en una presentación más pequeña, similar. La rechacé de inmediato y vi, además, un sobre con contenido neto de 10 gramos, una crema de cannabis de un laboratorio mexicano, parecía más fiable con números de contacto, de registro en México y página web. “Sin mentol, sin alcanfor. No caliente”, se leía en el empaque.
En una cuarta tienda, pregunté por un té y unas gotas de extracto de cannabis para dormir, una señora canosa de más de 70 años se negó a vendérmelas: “Tú estás muy joven para tomar eso”, refunfuñó. En reemplazo me ofreció valeriana porque, dijo, no me generaba “dependencia”.
En un quinto local, una señora bastante cordial me mostró un jabón, un champú y una crema de cannabis. Recalcó: “Hay unos que no tienen Invima, entonces las tiendas naturistas, yo en especial, nos limitamos a vender los que tienen su registro. Yo más que todo veo son cosas para echarse y no para ingerir, hay gente que pide gotas, hay gente que pregunta, pero aquí no (se vende)”.
En esa misma búsqueda, supe de un médico caleño que distribuye a domicilio, por empresa de mensajería, un extracto en gotas de cannabis. Hace una consulta telefónica, pregunta por los síntomas y receta la cantidad de gotas que debes tomar, asegurando efectividad “comprobada”. El frasco-gotero no tiene etiqueta que lo identifique. ¿Qué tan fácil es distribuir estos productos de dudosa procedencia? En resumen, parece que no muy complicado. Y también hay cremas faciales para el acné y cosméticas a base cannabis que se ofrecen por Internet.
Popularmente se habla sobre la efectividad de las “gotas de cannabis”, le atribuyen “beneficios” para la salud, ¿existe algún producto de este tipo avalado por el Invima? Le preguntamos a ese organismo.
Resulta que, “a la fecha (6 de junio de 2019), el único medicamento autorizado por el Invima para su comercialización en Colombia” se llama Sativex, “indicado en el tratamiento de la espasticidad muscular en pacientes que padecen esclerosis múltiple”. Y, además, el Invima ya ha alertado una y otra vez sobre productos fraudulentos a base de extracto de cannabis y de otros compuestos. Hace un año, precisamente, alertó sobre la comercialización de una pomada de coca y marihuana fraudulenta, sin registro Invima. Y, peor aún, reportó “la primera reacción dermatológica grave, asociada al uso de este producto”.
No solo eso, Invima desmintió en abril que haya otorgado una licencia para fabricar una cerveza a base de cannabis, cuya marca ya estaba siendo promocionada por unos empresarios a quienes se les ocurrió la idea. Tampoco ha “otorgado ningún registro sanitario para alimentos o bebidas que contengan cannabis sativa, cáñamo o derivados, dado que en el país no existe norma que permita o regule el uso de estos componentes para estos productos”.
Las autoridades han insistido en que “consumir productos fraudulentos puede poner en riesgo la salud del consumidor, toda vez que no se encuentra garantizada su calidad, seguridad y eficacia”. Es decir, puede que estos productos sean engañosos, ni siquiera sirvan para lo que los promocionan y que tampoco contengan ingredientes fiables. Pese a todas las advertencias y consejos del Invima, siguen existiendo quienes intentan vender estos productos y, peor aún, quienes los compran.