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Cristhian, el mecánico que ganó por Colombia en India

“Uno dizque en un mundial de mecánica, ¿quién se iba a imaginar eso?”, dice con emoción Cristhian Pireteque, de 26 años. Él cambió la ingeniería informática por la mecánica y representó al país en Pune, India.

Cristhian, el mecánico que ganó por Colombia en India

Tras culminar el proceso en Colombia en el que también tuvieron que pasar por pruebas contrareloj y entrevistas, Cristian Pirateque ocupó el primer lugar y se hizo acreedor al derecho de participar en la cita mundial.

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La clave de la felicidad está en hacer lo que nos gusta, aunque no nos paguen por ello.

Es el caso de Cristhian Pireteque, quien a los 21 años abrió un taller de mecánica gracias a su padre, sin imaginar que su tardío gusto por las motos lo iba a llevar a competir por Colombia en la India, en la final del World Master Mech organizado por Bajaj. Menos pensó que ganaría.

“Uno dizque en un mundial de mecánica, ¿quién se iba a imaginar eso?”, dice con emoción. Aunque en principio le pareció increíble que alguien en un concurso y solo por su conocimiento pudiera llegar a un país tan lejano, las rondas iban pasando y al final fue él quien obtuvo los mejores puntajes. Inimaginablemente se subió en un avión hacia otro continente.

“Mucha gente incluso yo antes de estar en el tema de servicio técnico de motos, pensaba que el trabajo de mecánico era de barrio, ‘pordebajeado’. Una persona que no sabe piensa eso y aparentemente da para pensar eso”, explica. Cristhian afirma que nadie llega solo a ningún lado. A los 18 años, se fue a prestar el servicio militar al Ejército de Colombia, y desde los 19 años hasta los 20 no tenía claro qué hacer en la vida.

“Yo soy de Bogotá pero a mí ya no me gustaba el frío así que me fui para Villavicencio y acá tuve la oportunidad de que mi papá comprara el taller, ‘Mire usted cómo organiza, páguese su universidad’, me dijo. Yo también mantenía a mi hermanito que pues él tenía 13 años”, narra.

A los 21 años, sin saber si las decisiones que tomaba eran buenas o no, y teniendo toda esa responsabilidad, empezó a estudiar ingeniería informática. Su primer acercamiento a las motos fue gracias a un taller que decidió emprender en la Universidad Corporativa Auteco, porque si ya el negocio que sostendría su vida estaba en sus manos, debía tratar de coordinarlo de la mejor manera. “Yo estaba estudiando una cosa muy distinta y todo el mundo cuando habla de los mecánicos dice ‘qué pena’, ‘sucios’, pero en mi proceso de aprendizaje logré tener un taller autorizado y también he tratado de que mi profesión sea muy al detalle y de que mi taller sea el mejor. Es una empresa, una organización”.

Le impresionó cómo se enganchó con la práctica y la teoría de su nueva carrera.

“Una cosa impresionante. Desde ahí me di cuenta que eso iba mucho más allá de lo que yo pensaba sobre la mecánica. Me empezó a gustar el tema de las herramientas, de los procesos, toda la logística que hay detrás de un proceso y todo lo que demanda. No me interesaba para nada la mecánica porque decía ‘yo que voy a andar en eso’. Pero apenas conocí cómo era, empecé a invertir en herramientas, en cursos, y me di cuenta que era distinta la situación”.

Hoy, tiene a cargo a 4 personas, entre ellas 3 técnicos que ha ayudado a formar y a su esposa, Lorena Castañeda, que le ayuda en un almacén en el área de repuestos, mientras él coordina.

Su viaje a la India

En Colombia, en total fueron más 200 técnicos inscritos, de los cuales fueron preseleccionados 40 y posteriormente ocho, para que hicieran parte de las eliminatorias finales en la Universidad Corporativa Auteco en Itagüí.

Cristhian, desde Villavicencio, había participado en pruebas prácticas de diagnóstico en motos que fueron preparadas para simular fallas reales. La final fue en Medellín, donde se le notificó su premio. “En Medellín me llevé el primer premio, que era un viaje a la India, para representar a Colombia mundialmente en una competencia de habilidades técnicas y además un tour”, dice con emoción.

Mientras volaba, Cristhian seguía sin creer lo que le esperaba.

“En la competencia en Pune, India, estábamos los mejores de todo el mundo. Eran 19 países en competencia oficial. Había varias categorías, entre las que había entrevistas contrarreloj y una serie de preguntas y teoría. Los exámenes eran en español e inglés, uno tenía que ayudarse con los enunciados en inglés. Fue un poquito rarongo pero tocaba estar atento a los dos idiomas”, ríe.

Curiosamente, antes de la competencia, estaba aterrado de probar cosas raras y se dijo que no iba a comer tanto para no pasar un mal rato con su estómago, así que comía preferiblemente huevos pasados por agua. “La idea era competir tranquilo. Uno les preguntaba ‘¿pica?’ Y decían ‘no’, y resultaba que sí”, ríe.

Ganó la competencia, y para él es algo que no tiene precio. Se sorprendió por ver una cultura totalmente distinta, por la gastronomía, por la gente cómo hablaba y cómo se expresaba. “Todo es distinto. Fue espectacular”.

Fue hasta Agra, y conoció el Taj Majal, se enamoró de la atención de la gente india, comió poco porque no le gusta la comida picante y sobre todo disfrutó del país. Con 26 años, invita a los jóvenes a que le pongan empeño a cualquier carrera que escojan, y que siempre busquen ser autodidactas. “Siempre me ha gustado enfrentarme a problemas difíciles y eso es lo que me gusta de esto. Como tal no lo veo como un trabajo, es un hobby porque aprendo todos los días, resuelvo cosas nuevas todos los días y la gente me paga por eso, así que es una locura”, finaliza.

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