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Giblack: la historia de superación tras el famoso cantante de champeta

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“Tengo eso en la sangre”, sentencia ‘Giblack’. Habla de la música. “Mi mamá canta en la iglesia y, de hecho, como yo nací en la iglesia, era líder del grupo de alabanzas de jóvenes y adolescentes. A medida que uno va creciendo, uno va experimentando cosas nuevas y me retiré, me salí del evangelio”, narra.

De madre chocoana, con orígenes guajiros, y padre cartagenero, Gustavo Álvarez Serna, ‘Giblack’, es el mayor de cuatro hermanos. Hoy viene a contarnos su historia, esa que lo convirtió en ejemplo para otros jóvenes de Nelson Mandela y que lo perfila como uno de los prodigios de la champeta. “Uno va viendo otras cosas, pero yo soy hijo de Dios y voy a volver, ponga eso ahí (risas)”, responde sobre por qué dejó de lado a la religión que le inculcaron en casa. Y narra sus inicios en la música.

“Yo siempre había cantado, siempre. Pero mis compañeros me hacían bullying, me decían que yo estaba loco, que procurara estudiar. Yo decía que iba a ser cantante, y siempre me ha gustado la música urbana. Me acuerdo, cuando tenía como 12 años, hice cuatro canciones por 100 mil pesos, a 25 mil cada una, para un picó del barrio. Eso quedó así, no pasó más nada”, narra.

La perseverancia“El que persevera alcanza, ¿ok?”, es la frase insigne que acompaña sus canciones, y es también su lema de vida. Cada quien es libre, dentro de sus posibilidades, de elegir un camino. El de Gustavo Álvarez Serna ha sido cantar. Desde pequeño, cuando entonaba alabanzas en la iglesia la Puerta del Cielo. Con la champeta, en un orilla distinta, empezó a sonar poco a poco, porque ese se convirtió en su sueño y ahora está viendo los frutos.

Ahí, sentando en la mesa, extiende las manos de un extremo a otro y nos dice con orgullo: “Dios sabe cómo hace sus cosas (...) ponlo así, en grande, en mayúsculas”, se refiere al nombre de su amigo y productor Ineiro Correa, más conocido como El Cultura, quien ha sido desde un principio su compañero de batallas, y su polo a tierra. “Nos conocimos en un colegio. Cuando yo llegué a su casa, encontré un computador de esos cabezones, como beige, no era ni blanco ni amarillo, no tenía puerto para micrófono, pero no sé cómo hizo que un micrófono lo adaptó a la CPU y ahí era donde grabábamos. Me acuerdo que nos pusimos el nombre de Los Mercenarios (risas)”. El Cultura hacía las veces de productor musical y Giblack cantaba.

Él ganó varios concursos para cantantes del barrio, pero como todo artista que surge de abajo, el camino no ha sido nada fácil. “Ya cuando salí de mi casa, empecé a vivir solo, como a los 20 años, llegué al primer picó que me acogió ‘El León’ de ‘Kevin Men’, empecé a sonar, pero ya tenía que dar otro paso. Después, hasta comencé a trabajar en otras cosas, porque las cosas no se me estaban dando. Fui vigilante, vendedor de chitos, trabajé con mi papá en las afueras de un centro comercial”, recuerda.

Una cama flojaQuienes conocen de champeta, quizá relacionen a Giblack con las canciones ‘La cama floja’, ‘El machuca’ y con ‘La suegra’, sus tres éxitos, que han sonado en los últimos dos años. Hoy lleva puesto un suéter que promociona este último tema, del que espera se convierta en la canción más escuchada en las celebraciones de las Fiestas de la Independencia 2018 y que compite con las de otros artistas de trayectoria amplia como Mister Black, Kevin Flórez y Twister.

“Canciones que me han lanzado al estrellato, por decirlo así, son tres, pero si yo le digo que he compuesto más de mil canciones, ¿usted me cree? Hay temas que no solamente canto yo sino otros artistas de la champeta”, sostiene. Y nos cuenta una historia curiosa. Es la de ‘La cama floja’.

“Dios me dio la inspiración de ‘La cama floja’, esa canción la hice con El Cultura. Cuando me fui de la casa, como a los 20 años, me llevé la cama de mi hermana, cogí un abanico viejo y lo arreglé, tiré un alambre dulce de lado y lado del cuarto, compré 20 mil de ganchos y ahí colgaba mi ropa. Usted sabe que la cama cuando está floja no hace taqui sino wikiwiki, pero esa pegaba a la pared y el golpe sonaba taqui. De pronto te ibas a sentar o hacer una maroma y sonaba taqui. Usted sabe que la primera frase es de la champeta ‘Falta una tabla en la cama’, y lo demás lo hice yo. Subimos un video en las redes sociales y se volvió viral, me llegaron varias propuestas y la mejor que tuve fue la del mánager de Jeivy Dance, la grabamos con él. Se volvió un himno nacional en cualquier rincón cuando íbamos a hacer la gira de medios, ahí la tenían”, refiere.

Luego vinieron ‘El machuca’ y ‘La Suegra’, pero también otras champetas como ‘La lotería’, ‘La campeona’ y ‘El soldado’, bajo el sello del picó El Imperio, al que ingresó como artista, luego de conocer al ‘Dj Jader Tremendo’. “Cada vez que me monto en la tarima es un momento bonito, porque ver a la gente cómo corea las canciones, eso me llena de alegría, no todo artista tiene ese privilegio, yo pienso en ese poco de pelaos que diariamente me escriben porque Cartagena es rica en talento, me acuerdo de toda la gente que quiere estar en el lugar que yo estoy”, afirma.

‘Gi’, más fuerte“Es que GI son las siglas de hierro galvanizado en inglés, galvanized iron, es un hierro más fuerte casi imposible de destruir y el proceso de galvanizado se usa para protegerlo del sol, la lluvia y esas cosas. Él desde que yo lo conozco ha sido muy fuerte, perseverante, todo el tiempo está bromeando, todo el tiempo está alegre, nunca lo he visto triste. Y black viene de su color de piel”, explica Karina Silvera, su promotora musical.

Y Giblack nos cuenta sobre esos momentos difíciles de su vida que lo volvieron más fuerte y de los que escapó gracias a la música. “Usted sabe que en los barrios existe eso de las fronteras imaginarias, alguna vez me vi obligado a meterme a eso, porque de pronto tú no peleas con ninguno y la gente piensa que tú eres un bobo. Un día atacaron mi casa a piedras, me tocó pelear, tengo una puñalada en la columna, casi me deja inválido, otra aquí, en el cuello, aquí -en el rostro- me dieron pedradas, pero yo le doy gracias a Dios y a la champeta, porque me sacaron de eso y hoy por hoy soy un ejemplo”, relata.

Y sostiene: “Ahora me tratan con más respeto, los vecinos ya me ven diferente. Los niños dicen que quieren ser como Giblack, a veces me siento en la esquina de mi casa y todo el mundo llega a escucharme hablar, porque no hablo casi (risas). En mi grupo de trabajo tengo a un amigo que si no andara conmigo, estuviera muerto, preso o perdido en el vicio, ahora está estudiando y tiene otra mentalidad”.

“Sin necesidad de ser evangélico ni nada, a los amigos míos les doy consejos, ojalá todos los pelaos, porque nosotros somos bastantes, se perfilaran como yo y se pusieran una meta”.

- Ahora que estás teniendo éxito, ¿te gustaría ayudar a los muchachos de tu barrio con algún proyecto?

- Ahora que Dios me dé fuerza, algo se hace, más que todo por mis amigos, porque tengo muchos amigos que están presos, otros que han muerto, y a mí también me da dolor porque ellos crecieron con uno, los conozco desde que yo era cristiano, y salía con mi Biblia.

***En la casa materna de Giblack, su madre espera que algún día regrese a la religión. “Mi mamá un día me dijo algo: ‘Dios te está dejando que tú pruebes ese mundo para que cuanto regreses al mundo de él, te traigas todos tus seguidores. Ya ella hasta ve los videos míos en Instagram y eso que ella decía que no sigue mundanos en su Instagram (risas)”.

“Yo soy ejemplo de que las cosas sí pueden darse, porque el que persevera alcanza”, concluye.

 

Giblack tiene 24 años y nació en Cartagena. archivo.
Giblack tiene 24 años y nació en Cartagena. archivo.
Giblack tiene 24 años y nació en Cartagena. ARCHIVO
Giblack tiene 24 años y nació en Cartagena. ARCHIVO
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