Piel trigueña, ojos grandes, mejillas rosadas, cabello largo, castaño claro…y ahí viene, camina lento, me mira y sonríe. Camina hacia la vida, hacia la música y el arte, nació para eso y en un escenario es como un ave que vuela libre…
Ella, la actriz Laura De León Céspedes, y, hoy, el escenario: la calle del Curato, en el Centro Histórico. Diez de la mañana. Laura baja de un taxi vestida de traje azul con una hoja amarilla estampada al lado derecho. Camina sonriente por la calle del Torno, posa para el lente de Fernando Parra y brilla más que el sol que nos acompaña.
Dos amores: Mamá Olga y papá Nacho
Después de cincuenta minutos de fotos empieza esta conversación y no tenemos ni cinco minutos hablando cuando a Laura se le aguan los ojos al mencionar a sus abuelos. Papá Nacho y mamá Olga no solo la devuelven al pasado, sino a sus años más tiernos. Se le entrecorta la voz porque los recuerdos la hacen llorar, pero las lágrimas le iluminan el rostro y empieza a contarme lo delicioso que era un día cualquiera con sus abuelos. Salir del colegio al mediodía y que papá Nacho la recogiera y se la llevara para su casa en San Pedro era la felicidad, y se completaba cuando en la tarde mamá Olga le daba un vaso de Milo bien frío, que le dejaba pintados unos bigotes blancos. “De ahí salió la canción del bigote que todos los santos días me cantaba… y papá Nacho ni se diga, nos compraba a mis primos, a mis hermanos y a mí los bolis de corozo, cola con leche, tamarindo”, cuenta. Es más, con ellos aprendió a hacer el boli de chocolate y el de cola con leche, ya cuando creció ayudaba a hacer el jugo, sobre todo el de tomate. Mamá Olga le enseñó el rosario desde los cuatro años para que llegara lista a la primera comunión.
Aquí, en la calle del Curato, donde las ventanas de las casas son largas, estamos sentadas en el murito de una casa amarilla con puertas marrones donde ya pega el sol, son las 11 y Laura me confirma que tiene 28 años y que ya papá Nacho no está pero mamá Olga sí, con 94 luce tan hermosa como siempre y aunque ya es senil, de las pocas personas que recuerda es a Laura. “Cuando llego me abraza, me pide helado, comida, yo le digo que está hermosa, que es mi copito de algodón, la amo con mi vida”, comenta. Ellos le enseñaron, con su ejemplo, el amor a la familia y a confiar plenamente en Dios. A amar a su ciudad y a servir a la gente.
Brilla en Colombia
Laura tiene cuatro hermanos que la aman, y fue Fabián quien le enseñó a cantar. Desde pequeñita le tocaba el piano para que cantara y educara su voz. Su madre, Martha Céspedes, me cuenta que Laura agarraba el cepillo y se ponía a cantar, que en su inocencia quería ser Selena Quintanilla y que hasta las uñas postizas usaba para acercarse más al personaje.
Y es que como actriz, hoy Laura brilla. Es un astro que toma fuerza, su primer protagónico lo hizo en ‘La playita’, en 2014, donde también cantó una de las canciones de la serie. Hace un año protagonizó ‘La luz de mis ojos’, dirigida por Jorge Alí Triana, donde encarnó a Soledad Burgos, una joven discapacitada visual, cuyo sueño era cantar porro y ser la más reconocida en el país. “Preparar cada escena con Jorge Alí es una clase increíble de actuación. Para cada escena él hacía una mesa de trabajo y eso me enseñó muchísismo”, relata. De lunes a viernes, en el horario triple A de RCN, la vemos como antagonista de ‘La ley del corazón’. El jueves 4 de octubre se estrenó la película ‘El Reality’, donde Laura forma parte del grupo protagónico.
¿Qué te has propuesto hacer de aquí en adelante?– pregunto.
-Seguir estudiando, la gente siempre espera un buen trabajo de un actor y cada vez que hago una telenovela, me comprometo más con el trabajo para poder llegar al corazón de las personas.
Esa semilla Caribe sembrada por sus abuelos, padres y hermanos, ha hecho que la cartagenera ame su tierra y que su ciudad brille a través de ella en todo el país.Al preguntarle por su ciudad, sonríe y cita un texto de la obra ‘Sabrosura’, de Boris García, y que es recitado por la misma Laura: “Habla de mi piel una voz de siglos de mar, verdades de piedra, soles de atardeceres. Soy la ciudad de todos los tiempos, un puerto de sueño labrando el presente. Mis hijos, lanceros valientes, poetas de alcurnia y arrabal, mujeres que mecen su amor al tiempo, son niños eternos, una canción sin edad, cada verso que visita mi alma es un camino que escribe en mi cuerpo: hay cabildo, un sentimiento de flores, de mártires de libre destino, soy la ciudad de todos los tiempos y en dolores oscuros prendí mil velas y entre lágrimas nocturnas, una rueda de cumbia venció el llanto y el miedo, alegre bailo en salón y mi historia está escrita en fuego; hay caseta, hay celebración en mí, la fiesta es un pueblo que vive un sentimiento nuevo, soy la ciudad de todos los tiempos”, profesa.
¿Cuáles son esas cinco palabras que te identifican?
-Dios, familia, Cartagena, estudiar y autenticidad.
***Tal vez no vuelva el mismo Milo frío de las tardes que hacía mamá Olga y que nadie puede imitar, pero lo que sí permanecerá para las futuras generaciones es el legado de amor y disciplina que ella y papá Nacho sembraron en el corazón de Laura y el de su familia.





