El alto de Letras está a 3.692 metros de altura sobre el nivel del mar. Hace un frío glacial.
El sol sale muy poco, porque casi siempre el cielo está encapotado, cubierto con una neblina espesa, que aparece por ráfagas y se diluye al paso de una brisa helada que parece traspasar la piel.Por eso cuando aparece el sol sus moradores aseguran que "es una bendición".
El Páramo está entre los departamentos de Tolima y Caldas. Es la subida más larga (tiene 81,7 kilómetros) y la más empinada del mundo.
Es el paso obligado de la caravana multicolor de la edición 58 del Clásico RCN. Aquí se han vivido batallas de los más ilustres pedalistas del país y se han escrito grandes epopeyas de las más connotadas plumas de Colombia.
"La subida es difícil porque el aire se acorta y tienes que hacer un esfuerzo grande para respirar", asegura el boyacense Rafael Antonio Niño, quien tiene el récord de cinco títulos del Clásico RCN y seis de Vueltas a Colombia.
Predomina el verdeToda la vegetación está vestida de verde y como llueve casi todos los días, el verde prevalece por siempre. Aquí no existe el verano.
Hay corrientes de agua fría por todas partes, en la subida, hasta llegar a la cima y en la montaña están enclavadas enormes piedras.
Son 120 personas, en 28 viviendas, las que habitan este lugar, que para algunos visitantes de clima caliente parece inhóspito, pues el frío es avasallador. Pero no. Todos sus habitantes viven felices y ya se han acostumbrado porque aquí encuentran el sustento diario para la casa.
El caserío vive de la agricultura -más exactamente del cultivo de papas-, la ganadería y el turismo.
Juan Carlos Menjura tiene treinta años (nació en Chiquinquirá, Boyacá) y diez de vivir en Letras.
Tiene una tienda-restaurante. Cocina con leña. Asegura que se vino de su tierra por que le dijeron: "Allá pagan más".
Es un hombre de lentes, bajito, usa botas pantaneras. Y lo admirable de él es que le mama gallo a la vida. No se inmuta por nada. "Será el frío que no me deja enojarme", dice con un hálito de inocencia. "¿Quieren un cafecito?, hacía rato que no venían periodistas por aquí", asegura.
Menjura conoce a todos los moradores por su nombre. Es el guía cuando el caserío se llena de turistas.
Dice: "El sol es perjudicial porque como no lo sentimos nos quema el rostro".
Su amigo Antonio García está arropado hasta los dientes. Tiene 68 años y cuatro de vivir aquí. Se vino de Pensilvania (Caldas) buscando mejor vida. "Soy agricultor y mi labor es cultivar la papa. De eso vivo. Ya me he acostumbrado al frío".
Más arriba, casi al frente de la estación de Policía, Eriberto Duque acompaña a sus dos hijos Sofía -de siete años- y Esteban -de ocho-. Ellos, que han escuchado tanto en la radio las hazañas de Nairo Quintana, Rigoberto Urán y ‘Supermán' López, le pidieron a su papá que los trajera a ver la carrera.
"Queremos ver a los ciclistas. Yo quiero ser como ellos", dice Esteban con aquella inocencia del niño que no conoce la maldad y se aferra a las costumbres de esta tierra, bendecida constantemente por la lluvia.Sus pequeños ojos brillan alegres al ver pasar los carros, porque no es usual que pasen tantos por aquí.
Eriberto trabaja en una finca de jornalero. Nació en Manizales y aquí se ha quedado. Letras le ha regalado sus dos retoñitos, que los cuida como un león cuida a su cría.
"En Manizales hace frío, pero aquí hace más, uno se resigna".
El paso obligadoLetras es el paso obligado para llegar a Manizales desde Mariquita (Tolima). Los más afamados ciclistas del momento, como Nairo, Rigo, 'Supermán', Jarlinson Pantano, Egan Bernal, Iván Ramiro Sosa, entre otros, lo tienen como punto de llegada al Páramo.
"Nairo llega muy temprano y, como es nuestro ídolo, cuando lo reconocemos lo aplaudimos", dice Menjura.
Las 120 personas que viven aquí casi siempre comen papas, carne asada, sopa, queso, arepas y chorizo. El pescado se ve es en Semana Santa.
Para vivir en Letras se requiere temple y abrigarse de pies a cabeza. Acostumbrarse y resignarse.





