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Ángela María González aprendió a escuchar

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Cuando me dijeron que debía enseñarle a oír a mi hija, me preguntaba ¿cómo lo voy a hacer?”. Nancy León es la mamá de Ángela María González León, una pequeña de ocho años que nació sin poder escuchar. Lo detectaron cuando apenas tenía seis meses de edad, pero, por fortuna, existía la posibilidad de que aprendiera a escuchar y a hablar.

“En el momento en que me dijeron que mi hija no escuchaba quedé como en shock. Uno piensa que el hijo va a ser sordomudo, piensa en cómo nos vamos a comunicar con él. Son muchas cosas que se vienen a la cabeza”, cuenta Nancy. Ella tuvo a Ángela de ocho meses por complicaciones en el embarazo. Una infección urinaria obligó a los médicos a practicarle una cesárea cuanto antes para no arriesgar a la bebé, sin embargo, la niña padeció un problema pulmonar que la mantuvo hospitalizada por 28 días. Y durante los tres meses siguientes debió permanecer con oxigeno, ya en casa.

De ahí todo transcurrió normal, hasta que un día, cuando Ángela tenía seis meses de nacida, Nancy y su esposo, Luis Ángel, le hablaron y se percataron de que no respondía a sus estímulos. Entonces la llevaron al médico, la llevaron a especialistas, le practicaron una serie de exámenes y le diagnosticaron hipoacusia neurosensorial bilateral profunda. “En ese momento nos hablaron del implante coclear y nos dijeron que por la edad podía ser apta, pero que había que hacerle estudios porque muchos niños no toleran el implante y antes debían cerciorarse... Nos tocó una lucha con la EPS, porque nos tomaron mucho del pelo. Al final nos tocó cambiar de entidad y a Ángela le hicieron la cirugía cuando tenía 18 meses”, relata Nancy.

Un implante coclear, según explica la fonoaudióloga y especialista en audiología, Andrea Bravo, directora de la compañía MED EL – Colombia, reemplaza un órgano sensorial dañado. “Ese dispositivo que se implanta lo que hace es convertir las señales acústicas que entran al oído en pulsos eléctricos y las manda al cerebro, que es el que realmente escucha. Es decir, que cuando ella se conecta con su equipo, con su sistema coclear, puede volver a escuchar”. El implante tiene un audífono (procesador) como complemento.

Ángela María vive en Tabio, Cundinamarca, con sus padres. Su mamá, Nancy, es comerciante independiente y su papá, Luis Ángel, es técnico electricista. Para ellos se convirtió en un reto la rehabilitación de su hija. Varias veces les tocó hacer rifas y “mil maromas” por el bienestar de ella, para que nunca faltara a las terapias o para reparar el audífono cada vez que la niña lo tiraba.También les tocó luchar cuando la rehabilitadora, Betty Delgado, quien la ha venido tratando desde los dos años, les recomendó llevarla a un colegio para estimularla, sin importar si la niña escuchaba o no. Ahí empezó otra batalla. “Fue muy complicado porque varios colegios nos cerraron las puertas. Nos decían que para recibirla debían tener una profesora especializada. Y siempre tratábamos de buscarle colegios privados porque en los públicos generalmente hay muchos niños y la idea era que tuviera un seguimiento y se comprometieran con su rehabilitación”.

Por suerte, abrieron un nuevo jardín y una profesora se comprometió con su rehabilitación. “La docente Delia Rocío Chisco fue un gran apoyo para nosotros y la rehabilitadora. Con ella, Ángela estuvo cuatro años en los que avanzó muchísimo”.

Ángela ahora escucha y habla. Es una niña alegre y amiguera, le gusta hacerse notar. Es segura de sí misma, le encanta saludar. “Yo creo que va en un 70% de recuperación, le falta acentuar más lo que dice, pero ella responde lo que le pregunten y conversa con cualquier persona. Ella sabe que debe cuidar el equipo como a un bebé”, afirma Nancy.

Un caso exitoso

“El de Ángela María es un caso exitoso que puede ser igual de exitoso en cualquier paciente, siempre y cuando las anomalías se detecten temprano. Una persona que nace con pérdida auditiva, y se detecta y se implanta desde bien pequeña, no tendría un desfase con respecto a los niños que escuchan bien. En cambio, si el tiempo en el que no escuchan es muy largo, muy prolongado, el paciente empieza con retrasos en el desarrollo, retrasos en el desarrollo auditivo, retrasos en el desarrollo del lenguaje. Entre más temprano se implante, mejor va a ser el resultado. Esto, con el apoyo de la terapia, de la tecnología, ha permitido a Ángela que hoy pueda desarrollar el lenguaje, que ella hable por teléfono, que asista a un colegio y esté inmersa en una sociedad normal, como cualquier niño de su edad”, argumenta la audióloga Andrea Bravo.

Y no solo la vida de Ángela María ha cambiado, también la de toda su familia, que siempre se ha unido para verla feliz, para hablarle y para escucharla hablar, incluso en inglés, la clase que más le gusta del colegio.

Ángela María nació el 23 de agosto de 2010 y el 12 abril de 2012 le colocaron el implante coclear. CORTESÍA
Ángela María nació el 23 de agosto de 2010 y el 12 abril de 2012 le colocaron el implante coclear. CORTESÍA
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