comscore
Facetas

Sarah Lucía: El ‘milagro’ del papa Francisco en Cartagena

Compartir

Era cuatro de agosto de 2017. Los nervios agitaban sus corazones. Existía una pequeñísima posibilidad, pero ellos estaban aferrados a esa remota esperanza. Querían ser papás y ese día sabrían si estaban embarazados.

Semanas antes habían buscado dinero de donde no tenían: usaron sus cesantías, sus ahorros y hasta hicieron un préstamo. Necesitaban $16 millones para un tratamiento de fertilidad. Tomaron vacaciones de sus trabajos y viajaron desde el barrio Las Gaviotas de Cartagena a una clínica especializada de Barranquilla, durante 20 días seguidos. Iban y venían. “Me tenían que aplicar una inyección diaria”, recuerda Tatiana Cueto. Las inyecciones estimularían su ovulación. “Allá nos dijeron: ‘aquí tienen un 33 por ciento de probabilidades de que el proceso de fecundación se dé, pero todo depende de los folículos que ella (Tatiana) produzca’ ”, añade su esposo, John Palacio Ruiz.

“Una mujer produce de 15 a 20 folículos, ella produjo solo cuatro después de ese proceso, de los cuales solamente dos llegaron al diámetro ideal, de esos solo maduró uno, que no estaba en condiciones óptimas. Eran probabilidades remotas, pero nosotros nos aferramos a eso”, sostiene. Y qué más daba, si ya habían hecho de todo para convertirse en padres.

Calvario de intentosSe conocieron en Las Gaviotas, una amistad de cinco años dio pie al amor entre Tatiana y John, una relación de esas bonitas y duraderas. Nueve años pasaron de novios antes de que dieran el sí en la Ermita de El Cabrero, el 10 de enero de 2010.

Un año después, empezaron los intentos fallidos. “Al ver que no pasaba nada, decidimos ir al médico”, recuerda John. El diagnóstico no era el mejor: no podían concebir, ella sufría endometriosis, una enfermedad inflamatoria que afecta la fertilidad de las mujeres.

Cinco cirugías laparoscópicas para explorar y limpiar las trompas de Falopio, cuatro de los más renombrados especialistas en fertilidad de Cartagena, costosos tratamientos, llenarse el cuerpo de hormonas. Esperar y esperar a que algo pasara. Por todo eso pasaron en más de seis años. Sin resultados.

“Todos los médicos hacían tratamientos y decían: ‘bueno, ya ella está lista para quedar embarazada’, pero no pasaba nada. El 1 de diciembre de 2016, el último médico nos dijo que definitivamente ella no tenía ninguna posibilidad de concebir. Que la única forma era con los óvulos de otra mujer, pero yo quería tener el hijo con ella, si no era con ella, no me interesaba. El método natural era nulo, por el nivel de obstrucción en las trompas, la otra forma era el método artificial, una ‘in vitro’, pero ese doctor nos cobraba una plata que no teníamos”, narra John.

Aun así lo siguieron intentando y escucharon hablar de una clínica de fertilidad de Barranquilla.Ese 4 de agosto de 2017 sabrían si el tratamiento de fecundación in vitro que habían iniciado semanas antes, en esa clínica barranquillera, había funcionado o no.

“Ese resultado lo enviaron por correo electrónico, yo vi el resultado y lo abría una y otra vez, para ver si cambiaba pero no, era no”, agrega John. El tratamiento de 16 millones de pesos falló.

“Fue muy feo, porque nosotros teníamos todas las esperanzas puestas en eso. Fue terrible. Estuve en tratamiento sicológico, es como un duelo, es así como cuando te dicen que se te murió un familiar”, recuerda Tatiana.

Decidieron tomar un receso, frenar los intentos y esperar. Quedaba otra posibilidad: adoptar.

El día que llegó el papa FranciscoLa visita del papa Francisco a Cartagena era esperada por miles de feligreses. El Sumo Pontífice arribó a la ciudad a las 9:50 de la mañana del 10 de septiembre de 2017. Jorge Mario Bergoglio pisó suelo cartagenero e inició un exhaustivo recorrido. Saludó de cerca a los creyentes en el barrio San Francisco.

Desde su papamóvil bendijo a los ríos de gente que vieron su fugaz paso por las vías de La Heroica. Llegó al Centro Histórico para rezar el Ángelus en la parroquia de los Jesuitas de San Pedro Claver. En la fe católica, el Ángelus es una oración con que se recuerda el anuncio del arcángel San Gabriel a la Virgen María de que iba a ser la madre de Jesús.

Ahí, dentro del templo, hecha un manojo de nervios, Tatiana aguardaba por el papa Francisco. Quería verlo de cerca, hablarle, contarle todo su calvario. Ella trabaja como tesorera en ese lugar y se coló para estar muy cerca del prelado.

“Cuando ya terminó el Ángelus, hubo una reunión privada con todos los jesuitas, bajé para esperarlo en el primer piso. Cuando estaba sola en la puerta de salida, vino directo hacia a mí, fue cuando lo llamé y le dije:

- “Papa, óreme el vientre”, y él me puso la mano y me dio la bendición. 

-¿Estás embarazada?, me dijo.

- No he podido tener bebé.

- Órele a San Ramón Nonato.

Fue algo de segundos, pero para mí fueron horas. Él se fue y yo lloré. Me escondí detrás de la puerta, quería parar de llorar pero no podía, los que vieron el momento lloraban conmigo, cuando ya me calmé comencé a explicar, pero realmente, y se los confieso, no pensé que fuera tan rápido”, recuerda.

“Ya el periodo me había llegado el 23 de septiembre, pero yo seguí rezándole a San Ramón. En octubre no me llegó. Tenía que llegar el 22, yo andaba con malestares y una compañera me decía que yo estaba embarazada, yo decía que no. Recuerdo que fuimos a una farmacia y pedí que me dieran la prueba más económica, porque no tenía ni plata, costó cinco mil pesos. Fui al baño, cuando intenté para echarle las goticas enseguida me salieron las dos rayas. Yo salí de ahí como loca, gritaba, lloraba. Todos lloraron conmigo”, narra.

Y a John también lo tomó por sorpresa la noticia. “Estaba en el trabajo cuando me llamaron, al principio no querían decirme qué pasaba. Luego me contaron que Tatiana estaba embarazada. Yo, ¿cómo así?, empecé a llorar. La fui a buscar, nos abrazamos, nos besamos, celebramos entre los dos, después fuimos al laboratorio, fuimos a hacer una prueba de sangre, a los tres días me hicieron la ecografía, estaba el saquito y todo pero no el embrión porque era muy prematuro el examen. Fue un embarazo que se puede decir fue perfecto, ella trabajó hasta el día anterior a que naciera la niña, nunca la incapacitaron ni nada. Fue un milagro”, cuenta.

***Sarah Lucía Palacio Cueto vino a este mundo a las 7:40 de la mañana de un 21 de junio de 2018, en la Clínica Santa Cruz de Bocagrande, nueve meses después de que el papa Francisco bendijera el vientre de su madre. Un letrero rosado gigante con su nombre adorna la habitación. Ella, diminuta, mueve sus manitos, duerme y luego llora inquieta entre los brazos de sus padres. Es la escena de una familia inmensamente feliz.

Aunque muchos apelen a la ciencia para explicar que Tatiana haya quedado embarazada, ella y su esposo John están seguros de que ese pequeño ser que hoy cargan en sus brazos es fruto de su amor, de su perseverancia y de un milagro.  

 

Tatiana Cueto, Sarah Lucía Palacio y John Palacio. AROLDO MESTRE - EL UNIVERSAL
Tatiana Cueto, Sarah Lucía Palacio y John Palacio. AROLDO MESTRE - EL UNIVERSAL
AROLDO MESTRE - EL UNIVERSAL
AROLDO MESTRE - EL UNIVERSAL
Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News