Cada uno lleva dentro de sus equipajes, partituras de música clásica europea, de España, Noruega, Praga, y una sorpresa con la que esperan cerrar con broche de oro su participación: el porro Tolú, de Lucho Bermúdez.
El violín, la viola y el trombón, son la compañía de estos seis jóvenes que iniciaron el camino de la música siendo muy niños. Algunos no habían visto jamás un violín en su casa, nunca se habían sentado frente a un piano, pero cuando lo descubrieron en el Colegio Inem o en la Institución Nuevo Bosque, el instrumento pareció llamarlos en secreto. Un amor a primera vista. Cuerdas esperando ser tocadas. Metales esperando resonar con el viento.Algunos soñaron tocar el instrumento con solo verlo. Algunos ahorraron durante años, junto a su familia, para comprar el primer violín de su vida. Unos, lo prestaron durante años. Unos, repararon con un luthier el primer violín que encontraron.
Los seis muchachos músicos de Cartagena, participan entre casi un centenar de músicos de dieciséis países, en Le Vie dei Festival, en su quinta versión, certámen, auspiciado por el Conservatorio de Trenton.
Son Graciela Londoño Mateo (19 años), Sebastián Rincón Tatis (19 años), Daniela Castro Guzmán (19 años), Lenin Martínez (18 años), Ronny Jesús Pérez (18 años) y Cristian Puello Martínez (23 años).
De tanto viajar han aprendido algo de inglés. Algunos más que otros, se defienden. Otros hablan “el inglés machucado”, dice riéndose Graciela Londoño.
“Cuando viajé por primera vez, era la más pequeña del grupo. Tenía 14 años”, dice Graciela.
“Le dedico dos horas diarias al violín, que es un instrumento que exige tener mucha energía. La música, creo, me ha cambiado la manera de ver el mundo y la vida. Me veo en diez años, impulsando una fundación que promueva la música en niños y jóvenes de escasos recursos, para que les cambie la vida como ella me la ha cambiado a mí”.
Con el violín, Graciela no solo toca a los clásicos europeos, sino también toda la música que se le ocurre. Le fascina escuchar a la violinista dominicana Aisha Syed Castro, una virtuosa, que debutó a sus 11 años. Katty, su madre, le pide a veces, que le toque “Hojas muertas”, y esa música le eleva el corazón y el espíritu. “Me hace feliz”, dice.
Lennin Martínez Pautt, residente en el barrio Almirante Colón, dice que es su quinto viaje, porque en cuatro oportunidades ha sido invitado por la Fundación Tocando Puertas, a los campus de verano en la Universidad del Commonwealth, de Virginia, y en las clases magistrales que se han realizado en la ciudad.
Durante cuatro años tocó con un violín prestado hasta que, por fin, ya tiene el suyo propio.
“He tenido en Cartagena, a profesores como José Gregorio Quintero, Felipe Gallón y Susana Klein”, dice.
“Mi padre, Lennin Martínez, cantaba champetas y mi tío Germán Castillo, tocaba el saxofón. Empecé con un violín que me prestó el profesor Quintero. Practico dos horas al día. En estos viajes he aprendido técnicas y he explorado distintos géneros. He contado con el apoyo de mi madre, en mi deseo de ser músico”.
El trombonista Cristian Puello Martínez, quien vive en Los Caracoles, culminó estudios de Contaduría Pública en la Universidad de Cartagena, pero la música lo llama desde que era un niño. Ha viajado cuatro veces a los Estados Unidos, gracias a la Fundación Tocando Puertas. Es sobrino del músico
Ray Arturo González, y tiene un parentesco con el cantante Juan Carlos Coronel. Practica su instrumento cuatro días a la semana, con intensidad de dos horas.
“Cuando viajé por primera vez a los Estados Unidos, no tenía aún el instrumento, y Ramona Ferri, una amiga de Evelia González Porto, directora de la fundación, nos llevó a una tienda de instrumentos musicales. Estaba deslumbrando viendo trombones. Y mi sorpresa es que la señora Ferri, de las que aún no he podido saber nada de ella, me dijo: Escoge el trombón que más te guste. Y no lo podía creer, porque era un instrumento muy costoso. La señora, con una generosidad y una inmensa discrección, me regaló el trombón con el que toco ahora”.
Ronny Jesús Pérez Hernández, quien vive en Los Calamares, ha viajado tres viajes a Estados Unidos, también con el apoyo de la fundación de Evelia y María del Rosario Piñeros.
“Viajar y estudiar música ha sido para mí otra forma de comprender y ver la música, como quien descubre otra paleta de colores. Hay un cambio de perspectiva en los pensamientos, la posibilidad de conocer otras culturas y otros seres humanos. Creo que esta gira mundial es de un nivel exigente”.
Sebastián Rincón Tatis, quien inició estudios de Derecho en la Universidad de Cartagena, es la segunda vez que viaja al exterior. Se encierra todos los días en su habitación a tocar su violín, y combina su pasión por la música clásica europea con la música cristiana. Tiene dos tíos músicos: Jeison, guitarrista, y Jonathan Tatis, quien toca el bajo.
Daniela Castro Guzmán es la segunda vez que viaja en misión musical. Cree que en Cartagena faltan profesores de música, y considera que hay buen nivel regional.
Los seis se iniciaron como músicos de la mano del profesor José Gregorio Quintero, e integran la orquesta que promueve la Fundación Tocando Puertas, que los ha elegido para representar a Cartagena en el festival musical de Trenton.Tres de ellos son egresados del Colegio Inem de Cartagena, y tres, de la Institución Educativa Nuevo Bosque.
La pasión en alto
Los seis muchachos se miran bajo la luz de un salón del periódico y dicen que hay que ser muy apasionado en Cartagena para fomentar talentos, como lo han hecho ese par de mujeres que impulsan la Fundación Tocando Puertas, y el núcleo humano que hace posible esta aventura de viajar, capacitarse y participar en un festival mundial.
Además de Evelia y María del Rosario, Richard Hoskins, Rafael Gómez, José Gregorio Quintero y los aliados cartageneros que están en los Estados Unidos y los amigos de la música.
La Fundación Tocando Puertas para abrir futuros, en once años no solo ha enviado jóvenes cartageneros a escuelas de verano en los Estados Unidos, sino que ha apoyado la carrera musical del clarinetista Juan Camilo González, Adrián Alfaro, Alonso Restrepo, Daniela Martínez, entre otros, que siguieron el sendero profesional de la música. Dos maestros invitados han sido claves en este proceso de formación: el profesor Ross Walter, de la
Universidad de Richmond (Virginia), y Alexander Kordzai, director musical de la orquesta de la Universidad de Richmond. Los dos han sido unos verdaderos apóstoles en el proceso de enseñar y proyectar el talento de los niños y jóvenes músicos cartageneros. En 2017 se presentó el gran músico Luis Fernando Madrid, como director invitado.Epílogo
Las manos de los seis muchachos, se aferran con amoroso celo y obstinada vigilia, al estuche de cada instrumento.
Bajo el sol del atardecer de julio, la música es un soplo de luz entre las cuerdas y los vientos.
