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Facetas

La dura lucha contra la adicción a las drogas y el alcohol

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Por Javier Francisco Hernández 

El Universal

Mientras esperaba a Miguel Gamboa para que me hablara de la fundación ‘Restaurados por Cristo’, su esposa, María Estela Duanca, preparaba medicina para los internos en vasos plásticos de colores, y me recitaba la palabra de Dios.

Cerca de ella estaba sentado un paciente con la mirada perdida en la pared, que de vez en cuando le hablaba a María —yo no pude entender nada de lo que decía, pero ella sí, y le respondía pacientemente—. Miguel me contaría después que ese paciente que llevaba 14 años internado, y otro que llevaba 9 —los dos más antiguos dentro de ‘Restaurados por Cristo’—, eran unos de los que ayudaban a “inmovilizar” a nuevos internos, y a cuidar la fundación durante la noche, cuando todos los trabajadores se iban. En ‘Restaurados’ trabajan una psiquiatra, una psicóloga, una enfermera, una señora que lava la ropa, otra que cocina, María Estela y él.

Gamboa apareció luego de unos minutos, y le pedí que fuéramos a un lugar donde se pudiera hablar mejor, en la habitación de al lado 15 pacientes cantaban a todo pulmón ‘Cristo rompe las cadenas’. (Leer aquí: Éxtasis: a veces el infierno es sintético)

Me condujo a uno de los cuartos de la fundación, quitando y poniendo candados en el camino. Hablamos en una habitación de tres por cuatro metros, con un elevado techo de madera. La única luz que entraba era un rayo de sol, a través de una pequeña abertura en la parte alta de la pared. Por esa ranura cruzaba un cable que se conectaba a un televisor que estaba sobre un mueble de madera.

No había nada más en ese cuarto, salvo por un hueco de forma rara en uno de los drywall. Miguel me contó la historia del hueco: “ese fue el día que Colombia le ganó a Francia, entonces el papá (del muchacho) para celebrar, lo trajo a la pizzería que está al lado, y luego vino a mostrarle la fundación. Cuando entraron aquí, el papá nos dijo: ‘Cójanlo, él se queda aquí tres meses’.Fue cuando el muchacho le dio dos golpes a la pared e hizo el hueco. Él era adicto a la marihuana, hablaba solo, decía que se iba a meter en el Ejército y se volvería millonario”, decía Gamboa, “el que se vuelve millonario en el ejército es porque hace algo ilícito”.

Ese muchacho duró dos meses internado antes de rehabilitarse por completo, “a él tocó abordarlo con la psiquiatra, la psicóloga y con la parte espiritual. Él sabe que hizo ese hueco, ya vino con su papá y prometieron que lo arreglarían”, me contó Gamboa, y agregó que “lo más común en los jóvenes que vienen aquí, es la drogadicción. Últimamente ellos están consumiendo muchas pastillas, todas estas drogas nuevas que han salido.

“A veces la familia no tiene las herramientas necesarias, entonces deja al muchacho a la deriva. Le quitan el estudio, le quitan la ropa, le quitan el dinero que le daban. Los jóvenes lo que hacen es ponerse a robar, a atracar, se vuelven pandilleros”, decía Miguel, y recuerda que el caso más difícil que ha tenido desde que fundó ‘Restaurados por Cristo’, fue de un muchacho “que era muy violento en su barrio y andaba con pandilleros. Una vez le lanzaron una especie de granada y a él le impactaron varios fragmentos. Cuando se recuperó de sus heridas, a nosotros nos llamaron para que lo fuéramos a buscar. Fuimos a las cinco de la mañana, lo inmovilizamos y lo trajimos a la fundación.

“Cuando estaba aquí, lo dejamos en la oficina para que esperara unos minutos mientras la psicóloga se preparaba para hablar con él, pero el muchacho trató de escapar por la ventana. Él estaba muy tomado o drogado, tanto que no se dio cuenta de que afuera del cristal había rejas. Cuando rompió la ventana y vio que no podía irse, tomó un vidrio y trató de degollarse”. Por suerte, cuando lo llevaron al hospital el médico comprobó que el muchacho no cortó ninguna de las venas principales y sobrevivió.

A pesar de soportar momentos duros, la fundación ha tenido muchos éxitos. Según Miguel, “el porcentaje de personas que se recuperan es más o menos de 90%. Pero ese 10% que recae, lucha y vuelve a salir adelante”.

drogas o alcohol. Ese joven pasó un año en la Cárcel de Ternera por pegarle a una mujer embarazada, y fue entonces cuando lo internaron en la fundación. Después de haber pasado un año en rehabilitación, el muchacho cambió: “ya lleva 17 años de haber salido de la fundación y es una persona que ha perseverado, se ha guardado, no ha tenido ninguna recaída. Por el contrario, ahora ayuda a llevar a otros (adictos) a diferentes fundaciones y centros de rehabilitación”, me dice Gamboa.

En estas dos décadas, Miguel ha tenido que aguantar maltrato físico y verbal, “me han roto la boca, la cabeza, me han dejado inflamados los ojos, me han roto sillas en la espalda. Pero esa violencia es más que todo al principio, cuando están recién llegados”, cuenta él. Una vez, un interno empezó a pegarle a los demás. Gamboa trató de inmovilizarlo abrazándolo por la espalda, pero en ese instante se fue la luz, y el paciente, para librarse de ser agarrado, le arrancó de un mordisco la punta del dedo anular a Miguel. “Yo soporto todo porque este es mi trabajo, es el llamado de Dios. Ellos necesitan amor”.

La charla con Miguel acaba y mientras quita uno de los candados para dejarme salir, miro la habitación donde antes los pacientes estaban cantando. Ahora están todos en calma, escuchando a un señor que lee un fragmento de la Biblia. Antes de irme María Estela me regala una bolsita con agua, y le da una al paciente más viejo, el que lleva 14 años aquí. Él se la toma mientras sigue haciendo lo mismo que hacía cuando yo llegué, mirar la pared. De repente me mira, y por unos segundos, antes de que su atención vuelva a la pared, me doy cuenta de que en sus ojos lo único que no hay, es violencia.

La fundaciónMiguel Gamboa es un bumangués de 54 años, que abrió la fundación ‘Restaurados por Cristo’ en 1997 con su esposa, luego de que él mismo estuviera internado en rehabilitación por adicción a marihuana y bazuco. Fue drogadicto desde los 13 hasta los 28 años, tuvo seis entradas a la Cárcel Modelo de Bucaramanga, recibió un tiro y varias puñaladas mientras vivió en las calles; duró ocho años sin bañarse, llegó a comer basura y la entrada a su propio barrio le quedó prohibida por todo el daño que le causó a sus vecinos.

Fundación Restaurados por Cristo en Plan Parejo, Turbaco. Aroldo Mestre Alcántara - el universal.
Fundación Restaurados por Cristo en Plan Parejo, Turbaco. Aroldo Mestre Alcántara - el universal.
Gina Gamboa, hija de Miguel y María, está a punto de graduarse de enfermera para así poder trabajar tiempo completo en la fundación. Aroldo Mestre Alcántara - el universal.
Gina Gamboa, hija de Miguel y María, está a punto de graduarse de enfermera para así poder trabajar tiempo completo en la fundación. Aroldo Mestre Alcántara - el universal.
Miguel Gamboa dirige la fundación Restaurados por Cristo. Aroldo Mestre Alcántara - el universal.
Miguel Gamboa dirige la fundación Restaurados por Cristo. Aroldo Mestre Alcántara - el universal.
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