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“Amo la vida, a pesar de lo que sea”

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Mauricio Marín Trujillo//Especial para El Universal

“Si me van a grabar en algo, tiene que ser para ayudarme”, advierte Consuelo (Ismina, Chocó, 1960) mientras baja con dificultad del carro que la trae de su cita con una resonancia magnética. Afirma sentirse “maluca”, pero se esfuerza por hablar con firmeza, por encima del temblor en su voz y del timbre ahogado por la máscara que restringe sus labios. Atravesamos la casa enrejada del barrio El Remanso, en el sur de Bogotá, hasta llegar a su pequeña habitación pegada al patio, donde tres biblias gruesas coronan la cama individual, ante la mirada fija de Shakira, Messi, ChoQuibTown, Carlos Vives, James, Falcao y el papa Francisco, cuyos afiches comparten pared con otros de mensajes bíblicos. Asistida por la muleta con que soporta los estragos de una infección cerebral, se acomoda en el borde la cama. Los dueños de la casa, también chocoanos, la vieron en la prensa y le ofrecieron la habitación por 250 mil pesos mensuales con los servicios incluidos, además la acompañarían siempre que pudieran. Eso suele hacer Isidoro, el jefe de hogar, que la transporta hasta la clínica. El frío del patio lo toca todo, aprovechando la ventana y la puerta abiertas, así que, durante nuestra conversación, Consuelo no se quita el abrigo impermeable ni se descubre la cabeza. Se cambia el gorro de lana por una gorra azul, recuerdo de la visita del Papa.

¿Por qué morir?-Pedí la eutanasia al verme en la misma crisis que empezó hace 17 años. Los medios venían a grabarme pidiendo limosna, pero nada cambiaba, mientras que a una persona con dinero, como Natalia Ponce, hasta el presidente la ayuda ofreciendo una recompensa millonaria por su agresor. No decidí morir por la enfermedad, porque así puedo vivir muchos años y soy una mujer valiente que busca soluciones y ayuda.

¿Cuál es su estado de salud?-Hace más de siete años me dijeron en el Hospital Simón Bolívar que ya no podían hacer nada más por mí. Para ellos, como para el Gobierno, fue suficiente recuperarme de las quemaduras, la parte funcional, pero necesito reconstruir mi cara y eso no lo ven como un problema de salud, aunque para mí signifique vivir secuestrada en una máscara, no poder llevar una vida normal. Por eso yo misma estoy asumiendo mi reconstrucción, y la ayuda que pido es para financiar las cirugías que faltan. Hace tiempo me diagnosticaron toxoplasmosis cerebral transmitida por un gato, por lo que he llegado a convulsionar hasta seis veces en un momento. Mensualmente son dos millones y medio de pesos en medicinas para el tratamiento, que un padre de familia me dona. Del Gobierno recibo un bono de menos de 200 mil pesos, que apenas me alcanza para comprar cosas como el aceite y el salmón, que deben hacer parte de mi alimentación.

¿Qué cirugías faltan?-Llevo más de 80 cirugías y la próxima será nuevamente en la nariz. Ya no pueden usar más hueso de mis costillas para reconstruirla porque han cortado demasiado, así que tienen que traer desde Alemania un implante que cuesta más de 10 millones de pesos. Para respirar no puedo quitarme los tubos de la nariz ni tampoco puedo estar sin la máscara, que hacen a la medida de mi cara por 150 mil pesos, para evitar que salga queloide. Tienen que arreglar dentro de la boca para que no se me salga la baba al hablar, y también operarme de cataratas. Creo que por lo menos necesito unas siete cirugías más en la cara.

¿A qué se dedicaba antes del ataque con ácido?-Estaba a punto de irme para Suecia porque mi hija está casada con un sueco. Hacía tres meses había regresado de Europa y quería volver para seguir trabajando en peluquería. Mi pareja me estaba ayudando, pero al mismo tiempo premeditaba el ataque. A él, hijo de un español, no le gustaban las negras, pero por lo visto mi belleza lo enloqueció. No tuvimos una pelea, simplemente me tiró el ácido cuando llegó a la casa. Al día siguiente llamó adonde yo estaba para preguntar si había amanecido muerta, y a mi hija le dijo que me había dado por donde más me dolía, para que ningún hombre me parara bolas.

¿Qué pasó con él después de agredirla?-No se hizo justicia. Dagoberto Ensuncho Sánchez estuvo en la cárcel apenas un mes y compró a la juez encargada de su caso por 35 millones de pesos. Hace un año mandé a averiguar por él y sé que tiene dos hijos y que vive en Santa Marta con la mamá de los niños, aunque ya no me interesa saber más nada.

¿Su familia la ha apoyado en todo este tiempo?-Mi mamá me abandonó a los tres meses de nacida y mi papá a los trece años. Mi única hija trabaja como enfermera en Estocolmo, pero ella me sacó de su vida hace 15 años. Ha venido varias veces a Colombia, pero no se contacta conmigo. Al esposo le dijo que yo era un monstruo, y a varios familiares que yo estaba muerta para ella. Pero ya no le doy mente a eso, que Dios la perdone.

¿Cómo llegó hasta el abrazo con el papa Francisco?-Primero fui a la Plaza de Bolívar. Mientras esperaba a que el papa llegara, el alcalde Peñalosa me abrazó, pero le dije que para qué lo hacía si son unos hipócritas. Luego pasó el presidente Santos y le dije lo mismo. Su esposa me dio una tarjeta para que la llamara, pero todavía no he querido hacerlo. En la plaza no pude acercarme al papa, así que al día siguiente fui a la Nunciatura Apostólica. Me colé en el Transmilenio, pedí ayuda y con lo que me dieron pagué un taxi hasta Teusaquillo. Unos policías me ayudaron a pararme cerca de donde él iba a pasar, pero tampoco logré que me viera. Conocí a una señora que a las 5 de la mañana del día siguiente mandó un carro para que me llevaran nuevamente a la Nunciatura. Casi no había dormido pensando en el papa. Entré en silla de ruedas, el corazón se me quería salir. Le daba gracias a Dios porque me iba a morir después de recibir la bendición. No le tengo miedo a la muerte.

¿Qué habló con el papa?-Cuando lo abracé sentí como si fuese mi papá. Al verme, dijo que se quedaba sin palabras. Le mostré la carta que autorizaba mi eutanasia a dos cuadras de donde estábamos, pero me pidió que no lo hiciera y se le salieron las lágrimas. Me dijo que era muy valiente, una ragazza molto bella y muy fuerte, que siguiera viviendo, que tenía que ir a verlo en Roma, que los medios de comunicación me ayudarían a tener una vida mejor.¿Qué ha pasado después de ese encuentro?-Volví a nacer. No quiero tener que pensar en la muerte otra vez, aunque siento que muy poco ha cambiado. Sí he recibido ayuda, por ejemplo, una persona me ha pagado el alquiler por un año, pero necesito quitarme la máscara. A Clara Rojas le dije una vez en el Congreso: “usted estuvo secuestrada, pero hasta tuvo un bebé con un guerrillero. Yo con esta máscara sigo secuestrada siempre”. En 17 años es para que el Gobierno, por lo menos, me hubiera ayudado con una vivienda propia porque no puedo trabajar, pero ayudan a guerrilleros y a gente rica que realmente no lo necesita. Guardo un escapulario que el mismo papa me puso, pero tampoco he vuelto a saber más nada de él. Tengo entendido que en Roma emitieron un documental sobre mí, pero como me robaron el celular no he podido ver nada por Internet. Me gustaría que publicaran que Jennifer, una muchacha que vino de Barranquilla mandada por una profesora para ayudarme, se robó dos televisores de esta casa, mi teléfono y tres millones de pesos que tenía ahorrados para la siguiente cirugía, aprovechando que estaba hospitalizada después de haber convulsionado. 

¿Conserva el documento que autoriza la eutanasia?-Sí, todavía lo puedo usar, pero espero que 2018 sea un año de muchos avances, porque de lo contrario no sé si pueda más. Un policía ya pagó mis gastos funerarios. Quiero ser cremada. Si decido morir, solamente tengo que ir a Teusaquillo y pedirle al doctor Gustavo Quiñones que me inyecte, pero prefiero creer que podré conseguir para pagar las cirugías que faltan.

¿Tiene relación con las fundaciones de ayuda a víctimas de ataques con ácido?-Hace tiempo Natalia Ponce me contactó. Dijo que estaba dispuesta a ayudarme, pero de los fondos recogidos con sus actividades no he visto ni un solo peso. Cuando supo de mi encuentro con el papa volvió a buscarme, pero no le respondí. He ido a iglesias de varias religiones, pero ahí se han aprovechado. En una, el pastor pedía ayuda para reunir 50 millones de pesos para una operación, pero en aquel momento yo no tenía que pagar nada porque en el Hospital Simón Bolívar me operaban sin costo.

¿Qué la inspira para seguir adelante?-Amo la vida, a pesar de lo que sea. Me inspira la Biblia, que ya he leído cuatro veces. Mi madrina Felisa vivía detrás de la iglesia en Ismina y me enseñó a rezar el rosario cada noche. Hay que valorar lo que tenemos porque en un segundo se nos puede ir la vida.

Hay quienes piensan en el suicidio...-Yo les diría que si tienen problemas busquen soluciones. Rendirse nunca, como dice Kalimán. Hay que luchar más y quejarse menos. Si Dios me tiene viva es porque me necesita para que sea testimonio ante muchos que, teniéndolo todo, no aman la vida o tienen y no comparten. Se trata de dar sin esperar nada.

¿Qué sueños quiere cumplir?-Creo que, a pesar de la máscara, puedo reflejar las ganas de seguir, verraquera. Cuando voy por la calle canto, me río sola. Quiero ir a Barranquilla a bailar champeta. No soy una persona aburrida. Una amargura es como un cáncer. Uno debe elegir ser feliz. Siempre hay que planear metas porque una persona sin metas es como un pájaro sin alas. Mis sueños no se han quemado. Espero salir de este secuestro y tener mi propia peluquería. A mi agresor lo he perdonado y le digo que se perdone a sí mismo, y a los demás agresores que no hay derecho a dañarle la vida a nadie, que respeten la libertad de los demás.

¿Qué es para usted la belleza?-La belleza de las personas está en su interior. Lo exterior se va en cualquier momento, míreme a mí. Pero por dentro están el amor, la paz, lo que tengas para brindarle a los otros, y eso es lo que te hace más o menos bello.

***Las donaciones para las próximas cirugías pueden hacerse a la cuenta de ahorros número 415085935 del banco BBVA, a nombre de Consuelo Córdoba.

"La belleza de las personas está en su interior. Lo exterior se va en cualquier momento, míreme a mí", dice Consuelo. FOTO: Mauricio Marín Trujillo.
"La belleza de las personas está en su interior. Lo exterior se va en cualquier momento, míreme a mí", dice Consuelo. FOTO: Mauricio Marín Trujillo.
FOTO: Mauricio Marín Trujillo.
FOTO: Mauricio Marín Trujillo.
Consuelo se aferra a la Biblia para salir adelante. FOTO: Mauricio Marín Trujillo.
Consuelo se aferra a la Biblia para salir adelante. FOTO: Mauricio Marín Trujillo.
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