El libro de Stephen Hawking Una Breve Historia del Tiempo(del Big Bang a los agujeros negros) publicado en 1988, dejó una inmensa perplejidad en mi casa.
El libro nos llevó a la curiosidad de aquel niño que al mirar al firmamento, se preguntaba cómo había sido diseñado aquel mapa hermético del universo. Sus páginas nos sumieron, en otra dimensión de la realidad.
Cuando empezamos a leerlo, la prosa de Hawking, nos atrajo con el encanto de un narrador de historias, y nos reveló con detalles sorprendentes y naturales, la génesis de la primera noche de ese misterio sin resolver que es la vida misma en el universo. El prólogo de Carl Sagan nos abrió la puerta para descubrir un camino fascinante.
La perplejidad se volvió familiar, porque una noche sin luz, el mayor de mis hijos que tenía nueve años, había empezado a contar la historia de un libro que lo había impactado. Lo había encontrado en el estante de la biblioteca, y lo había devorado con la ansiedad de un sediento. Pero en aquel instante, supimos que el responsable de aquella perplejidad, era Hawking, la mente más brillante y el físico británico más grande, después de Albert Einstein.
Albert Einstein lo había inquietado desde que dijo que Dios no jugaba a los dados con el universo. Se refería que todo en el universo, espacio y tiempo, tienen una razón de ser, y que el azar no estaba en los designios divinos. Stephen no pudo dormir aquella vez, al intentar contrariar a Einstein. En aquellas páginas de 1988, dijo que “si llegamos a descubrir una teoría completa, sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos la mente de Dios”.
Esperó un tiempo para decir que por lo que había investigado, Dios era un jugador impenitente.
Su afirmación provocó la polémicas entre ortodoxos religiosos.
Cuando se refería a Dios como un enigma del conocimiento humano, se refería también a la más grande metáfora de lo desconocido.“No soy religioso en el sentido normal de la palabra. Creo que el universo está gobernado por las leyes de la ciencia. Esas leyes pudieron haber sido creadas por Dios; pero Dios no interviene para romper las leyes".
Hawking sobrevivió a la más devastadora de las noticias, cuando empezó a perder equilibrio y a caerse en la calle. Cuando fue donde el médico y le contó esos síntomas, el diagóstico fue adverso: se comprobó que a sus 21 años, sufría de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa: parálisis devastadora de los músculos, el habla y la respiración. Las células del sistema nervioso pierden su función y mueren. El cerebro está a salvo y sigue funcionando como un reloj, no se afecta la sensibilidad ni la inteligencia, mientras el paciente ve que los músculos de su cuerpo dejan de recibir señales nerviosas.El pronóstico para Hawking era de dos años, pero sobrevivió 58 años después, desde que se lo dijeron en 1960. Nada impidió que siguiera creando sus teoremas espacio temporales, escribiendo, estudiando, y descifrando el origen del universo. Las preguntas que no lo dejaban dormir eran: ¿Hubo un principio del tiempo y el espacio, o habrá un final? ¿Cuándo la nada se convirtió en algo?
La teoría del Big Bang de Hawking sostiene que que el universo surgió de una Gran Explosión, hace 13.800 millones de años. Esa es, según él, la edad del universo que se inició en un estado de alta densidad, y se expandió. Nubes gigantescas se fueron entrelazando a la gravedad y tejieron estrellas y galaxias. El universo no tiene bordes ni límites. Tanto Hawking como los físicos George F. R. Ellis y Roger Penrose, ampliaron su visión sobre la Teoría de la Relatividad de Einstein, y su impacto en el espacio y tiempo.
Hawking logró en 1970 enlazar dos teorías que parecían incompatibles: la Teoría de la Relatividad “para lo infinitamente grande y la mecánica cuántica para lo infinitamente pequeño”.
Su Teoría de la radiación o Radiación de Hawking, aclara que los agujeros negros “son capaces de emitir energía, perder materia, o parte de su “negritud”, e incluso desaparecer”.
Explicó que un agujero negro “es un cuerpo celeste que posee una masa extremadamente importante en un volumen pequeño. Existen de dos tipos: los agujeros negros estelares, que se forman al final del ciclo de vida de una estrella al menos ocho veces mayor que el sol, y los agujeros negros supermasivos que están en el centro de las galaxias y cuya masa puede ser mil millones de veces mayor”, precisa Martin Rees de la Universidad de Cambridge, en una declaración a AFP.
El modelo cosmológico del Big Bang parece a primera vista, un mapa ovalado con fondos azules, turquíes, en contraste con aguamarinas y puntitos amarillos y rojos intensos como un lienzo pintado por un impresionista.
Luego, de aquel libro inicial vinieron Brevísima historia del tiempo, en 2005, una síntesis del anterior con algunos aportes de su teoría. El universo en una cáscara de nuez, de 2002, y En los hombros de gigantes, en 2004.
La mirada de este físico cambió la percepción que tenía la humanidad de la estructura y funcionamiento del universo. Se convirtió en el legítimo historiador del universo o el historiador del tiempo.
Su visión de Dios, inicialmente transmutada en una metáfora para él, se fue disipando en su criterio científico:“Dado que existe una ley como la de la gravedad, el universo pudo y se creó de la nada. La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada, es la razón por la que existe el universo, de que existamos. No es necesario invocar a Dios como el que encendió la mecha y creó el universo”.
Epílogo
Hawking murió serenamente en su casa de Cambridge, convencido de que la raza humana no tendría porvenir si no viajaba al espacio.
Le gustaba mirar el firmamento por las noches.
Sus 76 años estuvieron consagrados a responder una curiosidad: comprender enteramente el universo, cómo es y por qué existe. En su hemisferio izquierdo y central, Dios jugaba a los dados.
