Francisca Jagersberger Gluck conduce un vehículo hacia Arroz Barato. La religiosa viste sus hábitos blancos, en su maletín lleva el salario de sus docentes. A dos asaltantes no les importa que sea una monjita indefensa, la abordan, amenazan, le piden las llaves del carro.
Ella, sin remedio, las entrega, pero rápidamente, en un descuido, saca otra llave de su bolso y, antes de que puedan parpadear, arranca dejando al par delincuentes viendo un chispero en la desolada carretera a Mamonal.
Ese fue el día en que la religiosa logró burlar a dos malhechores, hace más de 20 años. Una de las tantas anécdotas de su vida, que al cabo de unas horas recordaban entre risas en su comunidad de Hermanas Franciscanas de María Auxiliadora.
Ni ese asalto, ni el secuestro de un arquitecto que trabajaba para ella, amainaron la ganas de la religiosa austriaca de entregar su vida de sol a sol a todos aquellos que necesitaron de ella en los alrededores de la zona industrial de Cartagena. En ese sector alcanzó la cúspide de su vida religiosa.
Huellas indelebles“Era la Madre Teresa de Mamonal”, se lee en un comentario de Internet. Y es cierto. Quienes conocieron de cerca su trabajo, saben de su entrega por los más necesitados, de cómo Francisca construyó un pequeño ‘imperio’ educativo para miles de niños y adultos cartageneros.
El tiempo se encargó de hilar en ella una personalidad abnegada y a su vez ella edificó con tesón una labor que dejó un legado imborrable. Esa sola mujer fue capaz de enfrentar la adversidad, como aquellos ladrones a los que burló, como la apatía de la gente, como a la misma desigualdad y a la pobreza.
Nacida en Gmunden, Austria, a los 15 años entró a la congregación de las Hermanas Franciscanas de María Auxiliadora, en 1934. Y solo dos años después llegó como misionera a Colombia, siguiendo los pasos de la Madre María Bernarda Bütler.
Aquí alternaba la vida religiosa con la enseñanza de física y matemáticas. También en Cartagena trabajó como administradora de la curia arzobispal, pero fue su labor en Mamonal la que la destacó. Y es que, de verdad, trabajó hasta más no poder.
“En el año 1966 llegó una líder de Membrillal al Biffi, para ver si podía ir alguna hermana hasta ese sector donde no había quien trabajara por la comunidad”, recuerda la hermana Eloisa Marrugo Llamas, que entonces era novicia y se encargó de transportar todos los sábados a la hermana Francisca, pues ella se ofreció a ayudar a aquella comunidad.
Era un quiosco donde trabajaba todo el día, cuyos alrededores poco a poco fueron poblándose. Alfabetizaba y daba clases a los habitantes de Membrillal, logrando formar una pequeña escuela. “Cuando ya tenía esta comunidad organizada pasó a Arroz Barato. Fue la segunda parte donde ella estuvo que hoy en día es una institución grande. Tiene un convenio con el SENA y todo”, explica la madre Eloisa.
El Colegio San Francisco de Asís está en Arroz Barato como evidencia cumbre del trabajo de Francisca, que logró construirlo tocando puertas de empresas de Mamonal y de la mano corazones bondadosos de Europa que aún donan. En ese mismo lugar funciona hoy la fraternidad de las hermanas de Santa María de los Ángeles, que dirigen y administran el colegio.
***No contenta con Membrillal y Arroz Barato, la hermana Elfride, como comenzó a ser llamada Francisca entre las comunidades, amplió su rango de trabajo mucho más… llegó hasta el barrio Policarpa.
“Ella era muy inquieta, ya ahí trabajan también con unos señores recicladores de Henequén, los ayudó a formar una cooperativa. Después de un tiempo la comunidad le pidió que se quedara allá y enviara una hermanas a trabajar con ella”, narra sor Eloisa.
Entre los años 1982 y 2000 lideró la llamada Misión Franciscana de Mamonal, que no era más que una manera de llamar formalmente a todo el trabajo que hizo en esa zona. Pero trabajó y trabajó mucho más. En el año 2001 llegó a Nelson Mandela.
Ahí estableció la fundación el Divino Sembrador y los colegios Bernardo Foegen y Bertha Suttner, sin ánimo de lucro, de los que fue su representante legal hasta 2015, cuando tenía 96 años.
Aun cuando se retiró y pasó a vivir por un tiempo en la clínica Madre Bernarda, llamaba, hacía reuniones y daba órdenes para sus colegios. Incluso en el año 2014 se inauguró una biblioteca que lleva su nombre.
Los pasos de la madre Elfride por Mamonal marcaron una huella indeleble. Fueron pasos de lucha, de caminar para ayudar, de tocar puertas, pasos para dar ejemplo, pero jamás fueron pasos para marcharse. Aun cuando los años no le permitían estar de cuerpo presente, el espíritu de esa mujer abnegada los acompañaba y los acompañará.
“No se detenía ante nada. Era muy preparada y dedicada, hasta el punto que ella hizo una licenciatura de la que se graduó a los 74 años con una tesis laureada. Su vida estuvo siempre atenta a las necesidades de estas personas que llegaban desplazadas y se dedicó siempre a protegerlas. Por eso muchas personas la llamaban Madre Teresa de Mamonal, por la forma como ella se entregó a los pobres”, afirma la Madre Eloisa.
EpílogoLa hermana Elfride falleció, a los 98 años, el 17 de julio de 2017 en la casa Emaús, donde pasó sus últimos días. Antes de ser cremada, las comunidades de Mamonal pidieron tener su cuerpo para velarlo en cámara ardiente en el coliseo de una de las escuelas que fundó. La recibieron con una multitudinaria calle de honor, en la vía principal de Arroz Barato. Alumnos, ex-alumnos, profesores y la comunidad en general quisieron darle el último adiós y agradecer lo mucho que hizo por ellos.
Homenajeada
La hermana Elfride fue homenajeada por la Gobernación de Bolívar, por su servicio a la comunidad en 1988. También, en 2006, recibió el reconocimiento la “Cruz Monseñor Eugenio Biffi” y la Medalla Nacional al Civismo, impuesta por la Federación Nacional de Mejoras Públicas de Colombia, en 2011. Ese mismo año fue honrada por su vida al servicio de la comunidad con la Medalla al Bicentenario de la Independencia de Cartagena.
