Es una tarde de octubre de 1967 en Cartagena de Indias. Una brisa fresca, que viene de la ciénaga de la Virgen, trae sonidos de picó con melodías tropicales. Se escuchan notas de cuerdas y pitos, de ritmos jíbaros, guarachas, descargas salseras y algunas canciones del folclor bolivarense.El músico, compositor y arreglista sincelejano, Rafael Emiro Benítez Tordecilla, estaba feliz de poder tocar su timbal en uno de los sitios de “caché” de la rumba en Cartagena y con una de las mejores agrupaciones del momento: “El combo bravo”, cuyo cantante era el cartagenero Felipe Sembermang.El cabaret Big Fox, en la zona de Tesca, estaba listo para abrir sus puertas a marineros o turistas que veían la ciudad como un destino tranquilo y paradisíaco en el Caribe, repleto de mujeres atractivas. El Fox competía con El Club Verde, Ray Bar, El Príncipe, El Niño de Oro, Las Américas y otros bares, pero por esos días todo el mundo hablaba de la energía de aquellos jóvenes músicos en ese sitio.Tesca era un conjunto de casonas y locales, en el barrio El Líbano, que, a pesar de ser una zona de tolerancia, hasta allí llegaban orquestas y músicos importantes del Caribe. Toda esa confluencia ayudó a moldear el sonido definitivo de la música tropical, del que Benítez fue aportante y un testigo directo.En ese entonces, los cartageneros estaban orgullosos de la avenida Pedro de Heredia, que se empezó a construir a finales de la década del 50 sobre la bancada del antiguo ferrocarril. Por eso, el acceso a ese sector de la ciudad se había facilitado. Sin embargo, con el desarrollo y el urbanismo de los barrios circundantes, el ocaso de aquella zona rumbera estaba cerca.De las tamboras al timbalRafael Benítez lleva la música y la percusión en las venas. Procede de una familia originaria de Los Palmitos (Sucre), que se instaló Sincelejo, pero con su arte se hizo sentir en todo el Caribe y el país. Procede de una saga de tíos y hermanos percusionistas, los Benítez. Su madre, Rosa Elías; y su tía Socorro, eran cantadoras de bullerengue y tocaban la tambora. Su padre, Alejandro Benítez; y su abuelo paterno, Patricio Tordecilla, recorrieron, haciendo música folclórica, los pueblos de las sabanas del Bolívar Grande.“Desde niño –cuenta-- yo inventaba golpes de percusión. Eso me sirvió después cuando estuve con Lisandro Meza, tocando en un timbal pequeño que me hizo mi padre; y después con Alfredo Gutiérrez. Ahí empecé a generar mis propios golpes y a hacer fusiones y nuevos ritmos. Yo fui el primer timbalero que tuvo Colombia”.Empezó en un conjunto conformado con sus hermanos, Edilberto, Neil y Leonel. De allí pasó a formar parte de la orquesta de Alfredo Gutiérrez y los Corraleros de Majagual.“En los Corraleros duré como 15 años, hasta 1963”.Relata que, después de un baile en Maicao, unos músicos venezolanos lo vieron tocar y le propusieron trabajar en Venezuela. Y allí laboró con la orquesta del pianista Willie Gamboa.“Yo tenía 18 años cuando estuve con Gamboa. Y, en un tema que se llama ‘Rancancan’, hice un solo de timbal, que quedó para la historia”.Pero hasta allá fue el bajista Julio Ernesto Estrada (Fruko) para traérselo e integrarlo, como timbalero, a su orquesta “Fruko y sus Tesos”.En esa época juvenil se conoció en Barranquilla con el maestro Blas “El Michi” Sarmiento, tocando en el Hotel El Prado.“Allí, Michi me propuso venir a Cartagena para firmar un contrato con el bar de Tesca, ‘El zorro grande’ (Big Fox). Ahí fue cuando comenzó el Combo Bravo. Compartí con los cantantes Joe Hurtado y Felipe Sembermang. También alternábamos en dos bares famosos del barrio El Espinal, ‘El Bambú’ y ‘La Casona’, frente al Castillo de San Felipe”.A principios de la década del 70 nació su hija Liliana Benítez. Eso lo obligó a organizarse más en la música. El Combo Bravo se desarmó, porque a todos esos músicos los estaban requiriendo en la meca musical colombiana: Medellín. Discos Fuentes y Fruko mandaban la parada desde allí.“Cuando El Combo Bravo se desintegró, apareció ‘La Protesta’, en donde un Joe Arroyo jovencito empezó a cantar. Ya yo estaba en Medellín y grabé con Fruko el tema ‘A la memoria del muerto’”.Sin embargo, muchas cosas ligaron para siempre a Rafa Benítez a Cartagena.“Aquí en La Heroica grabé en los estudios de Antonio Fuentes. Conocí a Hugo Alandete, quien era cantante de los Seven del Swing, quienes tocaban en el bar Las Américas, de Tesca. El mejor de la zona”.En 1974 los directivos de Discos Fuentes (Pedro y José María) sacaron a la luz la orquesta The Latin Brothers, bajo la dirección de Fruko, agrupación a la que Rafa Benítez hizo grandes aportes e innovaciones rítmicas. Ahí empezó su amistad con Joe Arroyo. La agrupación dio temas como “Las Caleñas son como las flores”, “Dime qué pasó”, “Buscándote”, “Dale al bombo”, “La guarapera”, “Patrona de los reclusos” y en ella estuvo con Piper Pimienta Díaz, Joe Arroyo y Wilson Saoco.Fuentes le propuso a Rafa hacer un disco de su cosecha y estilo, y fue así como nació “Rafa y su charanga”, en 1982, con éxitos como “No me vuelva a pisá”, cantado por él, entre otros. Benítez creó la “Orquesta Kalamarí”, en donde grabó su primer disco, en 1983, para la disquera Sonolux.Estuvo en Estados Unidos por muchos años, entre Los Ángeles y New York. Afirma que temas de su cosecha, como “La Rumba”, son aún escuchados en estaciones de radio de New York.“Una noche como tantas, estaba con mis compañeros músicos en el parqueadero del “Cheetah”, que era el club del momento en New York, recordando los aires de Colombia. Noche tras noche nos reuníamos a tertuliar y era ahí donde escuchábamos lo más nuevo de Cuba, como ‘Irakere’; o lo más antiguo, como ‘El trío Matamoros’. Era en ese parqueadero donde descubríamos música, libros y talento”.El maestro Rafael Benítez, quien aún representa la orquesta The Latin Brothers, está en Cartagena por invitación de los músicos Armando Cabrera, Stevenson Arnedo y Hugo Alandete Jr., para grabar varios temas en un homenaje al cantante y sonero Hugo Alandete, con quien compartió tarima por muchos años.Caminando por las calles de Getsemaní, dice que se le parecen a un barrio de Tenerife, en Canarias, en donde estuvo por una época; o a las múltiples callejuelas de varias ciudades del Caribe, que visitó en giras. Rafael Benítez Tordecilla. LUIS APARICIO - EL UNIVERSAL