N????? ?? ??. ¿Entiende este saludo? ¿Por lo menos conoce qué idioma es?
Si la respuesta es sí, usted sabe ucraniano. Pero imagine deambular por un mundo repleto de señales abstractas, un mar de símbolos disímiles y confusos, de letras desconocidas. Seguramente, de alguna forma logrará entender y hacerse entender, pero ¿cuánto o qué le costará?
Augusto Ramos Resma es de Turbaco, agricultor y con ocho hijos. “Me dedico al cultivo, siembro ají, yuca, plátano, frijol, caña y todo lo que trata de la agricultura, aquí yendo hacia Cañaveral (corregimiento de Turbaco), y crío mis animales. Con eso he sostenido a mi familia, he sobrevivido. Todos los días salgo para mi monte”, recalca.
En la sala de la casa de Augusto, en la parte alta del barrio Las Cocás, hay un aviso con la frase: Dios te ama, en letras doradas. También hay un almanaque grande en la pared, libros en un estante, la sagrada Biblia entre ellos, y un periódico viejo, doblado en una silla. “No distingo qué dicen”, comenta el jornalero, de 55 años.
“Soy el segundo de siete hermanos, a mi papá le gustaba el ron, él se venía para acá y se ponía a tomar, entonces dejaba a los animalitos solos en el monte y yo me iba a cuidarlos, le cogí amor más al campo que al estudio. Me pusieron en primero, y ya yo no le paré bolas a eso, tenía como siete años. Me dediqué a trabajar, prácticamente ayudaba en la casa”, recuerda.
-¿Va mucho a Cartagena?- A veces, cuando estoy enfermo voy, o cuando tengo un familiar enfermo. Cojo un bus aquí y sé que para en “tal” parte. Al de Turbaco, más o menos ya le conozco las letras, las distingo, siempre tienen una “u” y así. Por lo menos el de Arjona también lo distingo, pero cuando me voy a montar siempre pregunto. Del abecedario sé bastantes letras, casi todas de la cartilla y las vocales también.
En su rostro, Augusto tiene algunas ampollas y la piel rojiza por el sol de jornadas en el campo. Algo de sudor recorre su frente por el sofoco de las 3:30 de la tarde y habla siempre acompañado de una sonrisa amable. Hoy es jueves de descanso, lo es desde hace poco, desde que asiste a una iglesia cristiana en Turbaco y dedica este día a las oraciones. “He conocido de Dios, me hizo un llamado porque yo bebía (licor) bastante también, eso me tenía enredado, tenía a mi familia olvidada, conocí de Dios y me está enseñando a tener mansedumbre, a moldear el carácter”.
-¿Qué es lo más difícil de no saber leer y escribir?-Es cuando uno se encuentra en alguna reunión y digan, cada uno tiene que leer algo o llenar una hoja. Eso es duro, pero hay que tener valor de acercarse a las demás personas y decirles, yo no sé llenar esto, puede hacerme el favor de llenarlo. (...) Una vez, estaba en el Hospital de Bocagrande, necesitaba firmar algo, le dije a un caballero, hágame el favor y me indica. Estoy sobreviviendo, siempre le he dicho a mis hijas que estudien, siempre he querido que ellas lleguen lejos.
En la sala de la casa de Augusto también hay un televisor pequeño, algunos pocos adornos, y una pequeña chaza de venta de dulces. “Cuando dan películas en inglés, les digo a mis hijas, ellas me explican los subtítulos, ellas sí saben leer, y a mí me gusta mucho preguntar. Hay una que tiene 21 años, otra 20 y otra 18, los demás están más pequeños”, dice.
Y prosigue: “A veces, en la finca, veo letreros. Le digo a algún amigo que no veo bien, que la letrica última no la veo, y le pregunto: ¿qué dice ahí? Y me responden ahí dice: ‘Prado Verde’, son formas y estrategias que uno utiliza.
“El otro día nos mandaron una invitación desde una entidad en Arjona, para que uno ahorre y cuando tenga la edad le den la pensión, y yo sin ningún miedo me fui hasta allá preguntado con la dirección apuntada en un papelito”.
Desde el otro lado de la sala, una de sus hijas intenta instruirlo con señas para recordarle algunas de otras letras y palabras. “Para criar a este poco de muchachos hay que tener mucha inteligencia, mucho arranque”, esgrime Augusto.
-Y los números...-Eso no se me hace difícil, los billetes de 50, de 100, un millón, dos millones yo le cuento todo eso, bien contadito. Sé vender bastante, mi mamá hacía bollos, arepas, todo eso lo vendía yo, el frijol que traía mi papá del campo. Recuerdo que una vez iba a cerrar una venta de un ganado, pero casi que no me aflojan el billete, mi hermano, porque no me acordaba de las dos letras de la marca del ganado, la R y la S.
- ¿Quiere aprender a leer y escribir?-Como no estoy leyendo, escucho la palabra que predican, hay que pasarla por la mente y retenerla en el corazón. Claro, yo quiero aprender a leer, para enseñarles a mis hermanos la palabra de Dios conforme está escrita en la Biblia, hablar de las maravillas que hace nuestro Señor.
***Y yo solo espero que alguien le lea esta página a Augusto.
