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El mundo de Geró Dí Cas

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Tiene ochos años. Tiene más libros que juguetes.

A Gerónimo Díaz Castilla le apasionan los cuentos: leerlos y escribirlos. Ese es su pasatiempo favorito, aunque también le encanta jugar fútbol y practicar patinaje.La expresión en su rostro y sus gestos manifiestan la ternura de su corazón. Es un niño maravilloso, con una imaginación y mente asombrosa. La inteligencia aflora de su alma.

El pasado 27 de enero vivió uno de sus momentos más felices, pues fue premiado como uno de los 25 ganadores del Concurso Nacional de Cuento de RCN y el Ministerio de Educación. “Los sentimientos de alegría que he tenido... han sido dos: cuando me gané doble medalla de patinaje y éste”, que obtuvo con el cuento ‘Geró Dí Cas y la tortuga’. Relata la historia de amistad entre un niño llamado Geró Dí Cas y una tortuga, de nombre Mary.

“Yo tenía una tortuga que mi mamá llevó a Sahagún (Córdoba) porque en nuestra casa no había espacio y la teníamos en una caja, pero ya en el campo pudo ser feliz. Me hizo mucha falta cuando se la llevaron. Eran dos tortuguitas, la mía y la de mi hermanita María del Mar”, dice.

A Gerónimo se le ocurrió nombrar al personaje principal de todos sus cuentos con sus iniciales, de ahí ‘Geró Dí Cas’: ‘Geró Dí Cas y la mosca’, ‘Geró Dí Cas y el gallo cabeza de piedra’ y ‘Geró Dí Cas y el árbol de mango’, con el que también participó en el Concurso, en 2015, y clasificó como uno de los 100 mejores. Todos sus cuentos están plasmados en retazos de cartón reciclado con ilustraciones pintadas con témperas, pero su sueño es tener “un libro de verdad” que recopile sus narraciones. Por ahora, es feliz al saber que ‘Geró Dí Cas y la tortuga’ se podrá leer en esta edición de “Colombia Cuenta”, que será lanzada en la Feria del Libro de Bogotá.

Su amor por la naturaleza y los animales lo inspira para escribir. “Lo que él escribe son cosas que le pasan y lo marcan. Así pasó con el cuento de la tortuguita y el del árbol de mango. Este último se le ocurrió porque él plantó el arbolito en una maceta, todas las noches lo regaba. Un día, le eché agua sin percatarme que tenía jabón y, a raíz de eso, el arbolito comenzó a morir... Uno a veces se queda sorprendido porque de cualquier cosa que le pasa saca un cuento”, señala su mamá, Lorena Castilla.

Gerónimo es tan “pilo” que aprendió a leer a los cuatro años y a escribir a los seis. Cursa cuarto grado en Comfenalco, donde se destaca por ser uno de los mejores estudiantes. Ni qué decir de sus materias favoritas, a juzgar por sus cuentos queda claro que son las Ciencias Naturales, Castellano y Literatura. “También me gustan las matemáticas y artística”, agrega.

¿Cuáles son las que menos te gustan?, pregunto.Calla y mira a su mamá con un poco de pena, hasta que por fin contesta con una sonrisa: “Sociales”.“Me mira porque a mí me gustan las Sociales”, indica Lorena.

A su edad tiene tiempo para todo y le encanta hacer muchas cosas: lee, escribe, hace deporte, juega, hace un curso de inglés, lo que muy poco le gusta es invertir mucho tiempo en el Internet. “No me gusta estar mucho tiempo en el computador porque después se me enferman los ojos”.

¿Qué le aconsejas a los niños que leen poco y dedican más tiempo al computador o a Internet?- Quiero que todos los niños lean libros... por más pequeños que sean.

“Me encanta leer. He leído libros de cuentos de muchos autores: Las brujas, de Roald Dahl; Las valerosas hazañas, de Pedro Mayo; El dedo de Estefanía y otros cuentos, de Irene Vasco; Raúl pintado de azul, El príncipe que bostezaba, La tortuga sabia y el mono entrometido, de Ana María Machado, que es mi autora favorita”.

“Lo primero que preguntó, cuando supo que había ganado, fue si Ana María Machado iba a estar allí. Él la quería conocer desde hace mucho. Ella no dictó talleres a los ganadores sino a jóvenes de Tierrabomba, así que nos tocó ir a hasta allá para que la conociera. Le firmó todos los libros”, cuenta Ricardo Díaz, quien tuvo la idea de poner a participar a su talentoso hijo en el concurso.

-“Tengo muchos libros de ella, mis papás me los compran, pero ya todos están viejos”, afirma.-“Dice que son viejos porque ya los leyó, pero en realidad los últimos los compramos en diciembre”, replica su madre.

Y este es el mundo de Gerónimo, rodeado de letras y lleno de imaginación. El mundo de un niño sensible, amoroso, inteligente, un niño normal, que juega, pero a quien su pasión por la lectura y la escritura y su amor por el planeta y el prójimo lo hacen especial.

Y... ¿qué quieres ser cuando grande?- Seré un gran escritor y un médico-científico para salvar vidas y encontrar curas para las enfermedades.

Gerónimo plasmó sus cuentos en libros hechos con retazos de cartón reciclado. ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Gerónimo plasmó sus cuentos en libros hechos con retazos de cartón reciclado. ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Gerónimo con sus padres, Ricardo Díaz y Lorena Castilla, dos docentes de los que heredó amor por las letras; y su hermana María del Mar, que también sigue sus pasos. ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Gerónimo con sus padres, Ricardo Díaz y Lorena Castilla, dos docentes de los que heredó amor por las letras; y su hermana María del Mar, que también sigue sus pasos. ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Gerónimo aprendió a leer a los cuatro años de edad. ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Gerónimo aprendió a leer a los cuatro años de edad. ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Gerónimo plasmó sus cuentos en libros hechos con retazos de cartón reciclado. ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Gerónimo plasmó sus cuentos en libros hechos con retazos de cartón reciclado. ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Gerónimo Díaz durante la premiación del Concurso Nacional de Cuento. JULIO CASTAÑO - EL UNIVERSAL
Gerónimo Díaz durante la premiación del Concurso Nacional de Cuento. JULIO CASTAÑO - EL UNIVERSAL
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