El negro imponente de su piel y el rojo vivo de su vestido combinan perfectamente con su sonrisa blanca y amplia. Con sus ojos café oscuro, con sus pestañas largas.
Sus oídos viven en una afonía eterna y de su boca nunca ha salido una palabra. Nació sin voz física, pero sus manos y sus ojos vivaces sí que se expresan bien.
La reina del silencio se llama Lilibeth Galán Sanmartín.
Un balón...un par de alasLili nació un lunes. El 29 de abril de 1991, en el barrio Ciudadela India Catalina, Lourdes Sanmartín parió a la segunda de sus tres hijos.
“Soy sorda porque cuando mi mamá estaba embarazada le dio varicela”, dice Lili con señas contundentes y los ojos muy, pero muy abiertos. Traduce su intérprete, amiga y ángel de la guarda: Gilma Idárraga.Pasó poco tiempo para que la señora Lourdes notara que la bebé no escuchaba sus tiernos arrullos. Y Lili creció en silencio, pero extrovertida. Inquieta. Feliz, hasta que apareció la desgracia.
¿Y tu papá? —pregunto por simple inercia—.
—No tengo papá, él se suicidó. No lo conocí...o sí, pero no recuerdo mucho. Mi mamá me dice que él me quería bastante. Se mató por problemas económicos— cuenta. Sus ojos parecen apagarse un poco... yo mejor cambio de tema.
“Yo estaba muy pequeña cuando mi mamá decidió que nos mudaríamos a Caracas para buscar un mejor trabajo, ella trabaja en casa de familia —sigue Lili—. Allá en Venezuela pasamos muchas dificultades porque no había una institución para mí, donde yo pudiese estudiar. Unas hermanas de mi mamá, que viven aquí, buscaron un colegio para mí: Instituto para la Habilitación del Niño Sordo (Inhasor), ahí me recibieron y cursé primaria”.
La niñita se quedó en La Heroica y su mamá se devolvió a Caracas...ni modo, había que buscar con qué comer y Lili quedó en buenas manos: su abuela materna y una tía, sus otras dos madres. “Me hizo muchísima falta mi mamá Lourdes. Ella venía cada año a visitarnos y a traernos regalos, pero me criaron mi abuela y una tía”.
Los días de la reina transcurrían bien lejos de pasarelas, coronas y cetros. Pasaba jugando fútbol con otros pelaítos de la Ciudadela. Cualquier calle, cualquier lote abandonado y polvoriento era “bueno” para patear la pelota y correr...para ser feliz otra vez.
Esa pasión por el balompié creció sana y fuerte, como la misma Lili, y se convirtió en un impulso para salir adelante. ¿Quién iba a imaginar que el fútbol le daría alas?
Ella sí veía los partidos de la Selección Colombia por televisión, pero jamás imaginó que el deporte se convertiría en parte fundamental de su vida, hasta que ingresó la Asociación de Sordos de Bolívar. La invitaron a formar parte del equipo de fútbol sala femenino de sordas que representa a Bolívar en Colombia. Sí, la bella y esbelta Lili es delantera, y vaya que tiene talento: en los Juegos Paranacionales Tolima (Noviembre de 2015) su selección ganó medalla de bronce. ¡Nada mal para la primera vez!
¿Cuál es tu futbolista favorito? —digo—.
“Me encanta Ronaldo, juega bien y es un papacito -ríe-, me encanta verlo. También me gusta James Rodríguez e intento imitarlo para meter goles...creo que por eso nos fue tan bien en los Paranacionales”, asegura.
La reina se convirtió en deportista de alto rendimiento y desde marzo vive en Paseo Bolívar, en el Instituto Departamental de Deportes y Recreación de Bolívar, Iderbol.
Los bolsillos de Lili siguen vacíos y su alma cargada de sueños. Su mamá trabaja ahora en un edificio de Bogotá...siempre que puede le envía zapatos deportivos, y está bien, pero ahora necesita más tacones...
De tenis a taconesLa otra gran aventura comenzó en 2015: le propusieron participar en un reinado. El objetivo: ser el rostro de Bolívar en el concurso nacional de belleza para mujeres con discapacidad auditiva.
“Nombe, qué. Quién dijo que yo puedo ser reina...no tengo glamour y soy muy flaca. Además, de dónde voy a sacar plata para los vestidos, zapatos y todo lo demás... ¿Y si no gano?”, decía siempre al principio, cuando la sola idea de desfilar parecía una locura colosal. ¡Cómo iba a ser reina si siempre había usado tenis, no tacones!
Pero tanto insistieron sus amigos y la gente de la Asociación de Sordos, que Lili accedió. En la Asociación de Sordos del departamento gestionaron su ropa, zapatos, maquillaje y viaje. Tenía un poquito de miedo, pero se echó al agua y ¡ganó!
“Creo que gané porque soy espontánea y alegre. Me gusta reír y compartir con todo el mundo”, señala.
El siguiente paso: el reinado nacional en Santa Marta. El 30 de junio de 2015 —exactamente un año antes de esta entrevista— Lili obtuvo el cuarto lugar.
“Yo nunca había caminado con tacones, mi mamá siempre me mandaba zapatos deportivos, pero cuando supe que iba a Santa Marta empecé a practicar. Al principio parecía una bebé comenzando a caminar, pero en una semana aprendí. Recuerdo que imitaba a las reinas que veía en televisión y, para mi sorpresa, en el reinado gané el premio a mejor pasarela”, escucho de la intérprete y Lili ríe en su eterno silencio.
La cartagenera, de 25 años, había ocupado el cuarto lugar, pero el destino le puso un nuevo reto. “En enero o febrero, no recuerdo bien la fecha, me llamaron los organizadores del reinado nacional para decirme que representaría a Colombia en un reinado mundial que es en Rumania porque las niñas que quedaron de virreina y primera princesa en Santa Marta estaban fuera de forma... ¡No lo podía creer!”, expresa emocionadísima.
El nuevo reto: traerse la corona de Miss & Mister Deaf Stars 2016. El certamen es en septiembre, en Rumania, y Lili busca apoyo por cielo y tierra. Desde la Alcaldía y Gobernación le han ayudado, y su madrina es Tatiana Sierra, pero esta batalla apenas comienza.
Una batalla másY hay una tercera batalla, un tercer sueño: su carrera. Lili cursa octavo semestre de pedagogía infantil en la Universidad de Cartagena.
¿Por qué pedagogía infantil si no tiene mucho que ver con el fútbol, ni con reinados?
“Porque quiero que los niños sordos, como yo, mejoren su calidad de vida y no vayan a pensar que por tener esa discapacidad no pueden salir adelante. Quiero que salgan adelante porque yo soy deportista, reina, aunque aquí en Cartagena todo es difícil”, remata.
Y para terminar, una pregunta: ¿Cuál es tu palabra favorita?
Ella lo piensa por unos segundos y responde: “diría que morenita. Sí, linda morenita, esa palabra me gusta porque estoy orgullosa de mi color de piel”, responde.




