Es una tarde lluviosa. Las clases en la nueva sede de la Institución Educativa República de Argentina transcurren con normalidad. Falta poco para el recreo y algunos estudiantes miran por las ventanas como si así halaran los minutos, otros no se percatan siquiera del grueso de las gotas, ni de las ranas y grillos que cantan a su alrededor.
Mientras la ciudad se mueve entre trancones y charcos de agua, en este colegio oficial de Cartagena, un grupo de niños con ganas de aprender y descubrir el porqué de las cosas, espera ansioso una entrevista como una oportunidad para hablar nuevamente de su semillero de investigación y exponer las falencias que le impide avanzar en sus proyectos.
En 2015, El Universal divulgó la historia de este grupo, liderado por el docente Fernando Guzmán, que vendiendo obleas y haciendo rifas pudieron diseñar y construir un kart que funciona con energía solar. Hace seis años el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) llegó a la institución, los invitó a participar y, desde ese momento, se esmeraron cada día en hacer posible todos sus metas. (Lea: Con esfuerzo se creó el vehículo del mañana)
Ganaron un premio de la Fundación Terpel con su proyecto, por el cual la institución recibió un aula informática y otros incentivos. Han participado en diferentes concursos y en septiembre próximo viajarán a Bogotá a presentar su proyecto en una competencia nacional de Colciencias, luego de haber clasificado en pruebas zonales y regionales. Es el único colegio oficial de Cartagena que asistirá al evento por sus méritos en investigación.
Pensando en los discapacitadosEn vista de las necesidades de los estudiantes discapacitados de la institución, se idearon un vehículo ecológico que se adapte a las necesidades de esta población. Con las bases y los conocimientos que adquirieron en el proyecto anterior, diseñaron el carro que se proponen concluir en medio de las limitaciones económicas.Jesús Baquero, de séptimo grado, y Mery Carranza, de décimo, cuentan detalles del semillero, de sus retos y de su entusiasmo por la investigación, mientras miran la maqueta y la pasean entre sus manos. Fernando los escucha y, quizá inconscientemente, mantiene una sonrisa y una mirada que refleja un enorme orgullo al ver a sus estudiantes tan empoderados.
“A mí siempre me gustó saber cómo pasan las cosas, por qué pasan, me gusta investigar y siempre he tenido un real interés por saber lo que pasa a nuestro alrededor”, dice Jesús, que sueña con ser un gran cardiólogo pero también se ve atraído por la política.
Mery, por su parte, ríe antes de decir que, tal vez, lo que quiere estudiar al salir del colegio que la acogió hace un año y medio no tiene nada que ver con investigación científica: quiere ser abogada. “A mí también me llama mucho la ingeniería petroquímica, pero esta parte de la investigación, de la ciencia, es la que me va a ayudar a definir si quiero estudiar esto o aquello. Este semillero nos dejará las cosas más claras”.
¿Cómo va el proyecto?“Apenas tenemos construida la parte del chasís y el timón, que por ahora es un poco rústico. Esperamos que dentro de unos meses esté finalizado, Pero debemos buscar financiación, patrocinio y más recursos para comprar los materiales. Lo que necesitamos con urgencia son los paneles solares, porque los que tenemos son muy pequeños, baterías y llantas adecuadas porque las que tenemos son de bicicletas y más adelante se deben cambiar”, dice Mery.
Cuentan que para diseñar el vehículo usaron un programa de modelamiento en 3D, que usan los arquitectos para diseñar, e investigaron qué otros proyectos similares existían en otros países. Todos los niños del colegio trabajaron en el diseño del carro con sus dibujos.
La idea es que sea un carro que no contamine, que soporte a una persona en su silla de ruedas y que esta pueda conducirlo con las manos. En un futuro, esperan poder implementarle aire acondicionado, radio, GPS y otras herramientas tecnológicas.
Hay voluntad mas no recursosFernando, profesor de tecnología, informática e investigación, lidera el semillero junto al también docente Farid Oyaga, quien se sumó hace varios meses para trabajar la parte ambiental, enfocada al cuidado de las plantas y el aprovechamiento de las aguas residuales.
Muchos niños, al ver lo logrado por sus compañeros, se han motivado y comprometido con el grupo, que a pesar de las ganas y el empeño está con las manos atadas esperando una ayuda financiera para poder continuar.
“Recibimos apoyo de Colciencias y la Universidad Tecnológica de Bolívar, pero necesitamos más corazones que se unan a esta causa, no solo en el aspecto económico sino también con conocimientos, porque nos hemos quedado sin recursos. Hemos enviado cartas a empresas, algunas han ayudado pero no ha sido suficiente. El avance no ha sido mayor por esas limitaciones que tenemos”, afirma Guzmán.
Por lo pronto, los niños se esmeran en buscar donaciones, hacer rifas, vender dulces y comidas para que no se estanque ese sueño de culminar su proyecto. Culmina el recreo y uno a uno van retornando a sus salones, la lluvia cesa un poco pero su esperanza se aviva con fe en que podrán brindar una solución a la población discapacitada de su colegio, ciudad y, por qué no, del mundo.
DATO:
La Institución Educativa República de Argentina, que funcionaba donde se construye el Patio Portal de Transcaribe, fue trasladada a su nueva sede, en el barrio Villa Rosita, en abril de 2015, en medio de inconformidades de padres de familia debido a que la edificación aún no había sido terminada. Un año después todavía faltan algunos detalles.


