Bailar no es solo mover los pies. Es cultivar disciplina, entrega y dedicación. Es despertar tarareando una canción e instintivamente inventar una coreografía. Es un estilo de vida.
En Cartagena pocos lo saben y por eso hay escasos centros gratuitos de danza.
Imaginemos que un chico pobre de una de las zonas más deprimidas se levanta y ve que hay dos opciones. En la primera observa la vida de Pedro y Luis, quienes sentados del otro lado de la acera gastan el tiempo en conversaciones vacías mientras esperan la noche (que es cuando, drogados, se sienten los dueños del mundo … y a veces de los objetos de los demás). Y está la otra opción: descargar toda su energía junto a quienes como él, luchan por el sueño de estar frente a los reflectores de un escenario, bailando para un público y disfrutando de su vida.
“Mi nombre es Juan*”, dice y ríe nerviosamente. “A los 12 años caí en las drogas porque bueno... vivo en un barrio no tan bueno y las drogas entraron a mí. Eso era lo que veía a a diario … era inevitable estar ahí. Mi perdición fueron las drogas, pero esto (el baile) me ha sacado totalmente. Aquí estoy hace un año exactamente, pero ya bailaba hace tres. Empecé con un grupo llamado Shekina... el baile gracias a Dios me sacó de muchas cosas”.
“Llegué a un bohío y vi a esos chicos locos saltando, brincando. Sí, los veía en la televisión, pero decía que eso era imposible. Que eso yo nunca lo iba a hacer. Hubo un muchacho que por decirlo así me dio esa luz, me dijo ‘yo te enseño, yo tengo paciencia’. En ese momento estaba bajo el efecto de las drogas, pero le dije que sí y empecé a bailar ese 2 de abril -2011-. Una fecha inolvidable para mí. Ya no pasaba todo el día fumando sino aprendiéndome un paso. Tan solo un paso. ¡Me daba tan duro hacerlo! Y por eso le ponía tanto esmero a lo que me decían”.
“‘Vas a quedar loco, eres un maricón. Vas a volverte mujer’, me decían los chicos con los que andaba. Los del barrio. Entonces ya yo dejé de estar ahí por estar ensayando en Las Gavias. Para allá me iba yo solo temprano. Cuando llegaban mis compañeros ya estaba adelantado. Veían el proceso en mí. Me felicitaban... cada dos o tres meses. Me felicitaban y me decían ‘estás saliendo de un proceso’. Y yo lloraba de la emoción. Al llegar al grupo mi vida cambió”.
“Con esto yo me sostengo. No es imposible. Antes yo pensaba que lo era. Mi familia me apoya, anteriormente no me apoyaban por lo de los estudios, pero ya terminé el bachillerato. Me han apoyado full. ¿Qué hay que tener aquí? Disciplina. Al mil por ciento. Si es de pasar las 24 horas del día ensayando lo haces. No te aburres, ni te cansas, ni nada. El estado físico te vuelve totalmente activo. Debemos consumir pura proteína”.
La historia de Juan, de solo 17 años, grafica la realidad de muchos jóvenes cartageneros que con las herramientas adecuadas cambiarían de vida. Sí que podrían.En la ciudad, capacitar a estos chicos para que bailen …. bueno.... no representa un signo de dinero para el Distrito y entonces ¿para qué gastar en ello? si hay tantas “fundaciones” en donde a través de lapiceros y galletas “hechas en casa” pretenden cambiar la vida de miles de jóvenes.
Sí, de verdad cambian vidasLatin Dance sí que hace la diferencia, tal como lo hacen pocos grupos como ellos.Ander Luis Rhenals es su fundador y junto a él está su hermano Rafael Malo. El grupo, que se origina en 1998, ahora ocupa una de las calles del barrio Paraguay para practicar. Más allá de no tener dónde ejecutar sus pasos (tienen pensado alquilar una bodega), a los jóvenes les gusta el lugar, rodeado de plantas florecidas... donde son el centro de atención. Los vecinos se sientan a verlos. Es imposible aburrirse con sus shows porque erizan la piel. Desde las 5 de la tarde, de lunes a viernes, llegan los chicos, altos, bajitos, atléticos, y las chicas lindas, atléticas, con ganas de aprender.
“Allá hay un barrio que se llama Las Lomas. De la cuneta para allá es otro barrio. Esta era la frontera de las pandillas”, dice Rafael, trazando con su mano una linea horizontal. “Desde que estamos aquí no atracan ni roban en esta calle. Con decirte que en el tiempo en que peleaban con los de Paraguay y Bosquecito, ellos mismos decían: ‘Ander recoge a los pelaos que vamos a pelear’. Respetan este espacio”.“Nosotros no cobramos a los chicos ni por prácticas ni nada. Al presentarnos a veces nos pagan y a veces nos patrocinan. Cuando nos pagan se les reconoce una cantidad. Lo otro se destina para los gastos de vestuario, transporte y alimentación”.
Mientras hablamos, practican un mosaico de baile completo a petición de un cliente en Santa Marta. Integran música folclórica, afro, urbana y break dance.“Bájale un poquito por fa”, ordena Ander Luis. Él, profesor de Educación Física en la Universidad San Buenaventura, es el responsable de Latin Dance. “Estamos desde 1998. Yo era bailarín. Tuve un accidente que me mandó a la cama y ya no pude seguir bailando. Cuando me levanté no quise que se acabara todo y empecé a buscar gente. Le vi la parte positiva de poder buscar niños que tenían problemáticas. Nunca lo tuve como un pasatiempo. En realidad hemos creado una alternativa de vida. Esa idea que mantenemos firme no se desvía”.
Los integrantes de Latin Dance vienen de sectores como Paseo Bolívar, El Pozón, Olaya, Las Gaviotas, Chiquinquirá, el Centro de Cartagena, San Francisco y decenas de barrios más. Ellos conforman los grupos de baile de Mr. Black, Young F, Twister, Kevin Flórez y Jeivy Dance. Algunos son considerados los mejores bailarines de Colombia en este momento. Hicieron brillar el nombre de Cartagena en el país cuando participaron en Colombia Tiene Talento, en 2013.
“Ese que está de negro...con el ‘afrudo’ y cuatro niñas más, se van para Estados Unidos con Young F . Se matricularon en una academia allá y pasaron la audición. De eso se trata”.“Este 2016 queremos comprar una van -camioneta- para transportarnos tranquilamente. En eso estamos y también buscando lo del espacio de la bodega porque hay personas que se van a inscribir y vienen porque es en la calle”.
El objetivo es crear arterias con ellos mismos, que ellos sean los nuevos profesores de esta institución que busca abrirse espacio. Así tendrán trabajo. "Hay gente que terminó su carrera a punta de baile”, comenta orgulloso Ander.
Se oyen risas... y el sonido de la música que prende y apaga al compás de coreografías sincronizadas.
Latin Dance tiene 1.170 personas inscritas en su página de YouTube. Y la meta es clave: “Esto no es un grupo. Es un equipo de trabajo donde cada uno aporta su sueño”.
*Nombre cambiado.


