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Cuatro milagros, un solo parto

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Edith aún tiene el vientre abultado pues hace menos de dos semanas dio a luz a cuatro bebés sanos y hermosos. Ella recorre despacio el pequeño pero acogedor apartamento donde vive en el barrio Los Alpes y habla con esa voz tierna que oímos en los comerciales de pañales para recién nacidos.

Edith Bolívar intentó por más de ocho años quedar embarazada de su esposo Joel Pantoja y darle un hermanito a Mateo, su primogénito de 9 años. Poniendo la esperanza en el tratamiento ofrecido por el doctor Álvaro Monterrosa, a los cinco meses por fin su prueba de embarazo resultó positiva. La felicidad de un nuevo integrante para su familia tocó a la puerta, sin embargo una inesperada sorpresa aguardaba.

“A un mes y medio de embarazo cuando el doctor me hizo la primera ecografía, necesitaba revisarme a ver cómo avanzaba. Mi esposo y yo estábamos emocionados, él iba a grabar la primera ecografía de su bebé. Pero algo pasó, el doctor nos miró pero Joel no decía nada, se quedó callado. Luego empezó a gritarle a la asistente “ven, pero de lo que ves no digas nada”. Yo me asusté y pensé “veo tres saquitos”. El médico le pidió a Joel que se sentara y le dijo “Es un embarazo múltiple y aquí veo otro. Estás embarazada de cuatro bebés”, recuerda Edith. Ella quedó pasmada por la noticia.

El rostro de la embaraza se llenó de llanto y Joel, pálido, le preguntaba al doctor si era una broma. Unos segundos después cuando asumieron la noticia, Joel solo abrazó y besó a Edith. Las sonrisas, las llamadas telefónicas y los “no te creo” inundaron el salón, pues de inmediato el orgulloso padre llamó a todos sus familiares para contarles.

El procesoJessica, hermana por parte de padre de Edith, acomoda los cojines de la mecedora donde está sentada su hermana, mientras voltea el abanico a su dirección. “Ella está conmigo desde unos días antes de dar a luz. Está super pendiente de mí”, dice la nueva mamá, hija única de su fallecida madre Amparo Díaz y Carlos Bolívar.

“Es la mejor mejor experiencia que una mujer puede tener porque con esto aprendí a conocerme y ver qué tan fuerte era, y fíjate, dicen que las hijas únicas somos más consentidas y delicadas, pero yo vi a mi madre sacarme adelante y cuando se fue supe salir adelante con mi familia”, comenta.

Durante los primeros tres meses de gestación, el embarazo fue de mucho reposo y cama. Edith tuvo náuseas y antojos, por lo cual solo comía lo que le provocaba y bajó un poco de peso. Luego de los tres meses, el apetito volvió y subió de peso a medida que los pequeños se formaban en su vientre.

“Mi primer reto fue el del embarazo, por todos los cuidados que debía tener para que el proceso fuese exitoso. Llegué a pesar 90 kilos y empecé mi embarazo con 73 kilos. El peso que gané fue el de los bebés”, cuenta.

Mateo, su hijo mayor de 9 años, asumió también un rol de “niño grande”, lo que ayudó a Edith. “Desde que se enteró que tendría cuatro hermanitos, les hablaba. A cada momento vivía acariciándome la barriga. Si él salía, les decía “bebés ya me voy para el colegio” o si llegaba “bebés ya llegué del colegio”. Cuando mi esposo se iba a trabajar, Mateo me atendía, adquirió esa responsabilidad”, dice Edith, orgullosa de su pequeño.

Para las mamás que en estos momentos están embarazadas de más de una criatura, Edith solo tiene palabras de aliento. “No tengan miedo, que si ese Dios maravilloso que tenemos nosotros nos dio la bendición, porque eso es una bendición... un privilegio dar más de un hijo, tenemos la fuerza y la fortaleza de sacarlos adelante”, expresa. Es creyente de Dios y hasta el momento, a punta de oraciones y gracias a Él, explica que no le ha faltado lo que necesita para vivir. “Gracias a Dios tenemos gente que nos ha ayudado,  como nuestra familia, que es de Barranquilla y mis amigas y vecinas Juanita Pimienta, Julieth Cadavía, María Claudia Carvajal, Olier y sus hijas, Julieth Bermúdez y Sonia Cardona, que siempre están pendientes y son buenas personas. Hay gente que nos ha llamado y nos ha ayudado también, muchas gracias a ellos”, resalta.

Sanos y activosCuando Edith iba a sus controles de embarazo, los médicos se sorprendían al ver lo activos que eran estos cuádruples, teniendo en cuenta que siempre hay uno o dos pequeños que permanecen casi que inmóviles. A casi dos semanas de nacidos, ya la madre tiene la descripción de cada uno y su comportamiento.“A Brandon Joel, quien es el mayor, lo veo como líder, es muy atrevido y ya quiere levantar a cabeza. Cada vez que escucha a su papá le llora. Briana,  la segunda que nació, es más consentida, es la más tierna y la más calmada. Bianca es muy activa, es la que siempre está llorando y le hablan y sonríe. El último es Ian, que es el más grande... él es el más flojito”, dice Edith entre risas “él solo quiere comer y dormir”.

Hasta el momento, los cuatro bebés gastan en promedio un paquete de pañales para prematuro a diario, y dentro de un mes y medio, aproximadamente, (según los cálculos de una amiga de Edith con trillizos) dos potes de alimento para bebé prematuro cada semana. “Mi esposo está cabezón con eso”, cuenta entre risas, pero pone toda su fe en Dios para que el deseo de verlos fuertes, inteligentes y con buenas cualidades en unos años sea posible.

Por estos momentos, Edith y sus bebés hacen parte del programa Mamá Canguro, que permite el mejor desarrollo de los bebés prematuros. Ellos estarán en casa en un mes. LUIS EDUARDO HERRÁN
Por estos momentos, Edith y sus bebés hacen parte del programa Mamá Canguro, que permite el mejor desarrollo de los bebés prematuros. Ellos estarán en casa en un mes. LUIS EDUARDO HERRÁN
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