En el Colegio República de Argentina se respira polvo y el humo de los automóviles que pasan a toda hora por la carretera colindante. Son las tres de la tarde y casi todos los alumnos están dentro de los salones, escuchando, algunos atentos al profesor y otros mirando por los calados como llamando el término de la cátedra.Coincido con el profesor Fernando Guzmán Pájaro, de 32 años y docente de Tecnología informática, en un área común de descanso, sin mucha gente. Nos sentamos en las sillas plásticas menos rotas que hay. Las limpia.
Es increíble cómo un colegio puede estar en tan malas condiciones. Afuera es prácticamente un lote baldío. Por mucho que las damas de limpieza se afanen por dejar los pisos como nuevos, en los próximos cinco minutos todo empalidecerá debido a la tierra, que cambió hasta el verde de los árboles.Fernando se disculpa con una sonrisa. “Ya ojalá pronto nos traslademos de aquí”, dice. No hace calor donde estamos. El ruido casi no deja que nos escuchemos pero de un momento a otro acostumbramos nuestros oídos y la conversación fluye sin muchos “¿ah? ni ¿cómo?
Las casualidades no existen. Este Ingeniero de Sistemas de la Universidad San Buenaventura, Especialista en telecomunicaciones y Máster en sistemas y computación de la Universidad Tecnológica de Bolívar, escogió entre una amplia lista de colegios en Cartagena, a la Institución República de Argentina para empezar su nueva faceta como docente, luego de encabezar los resultados de una convocatoria para profesores en Colombia.Desde hace cuatro años, Guzmán investiga acerca de las energías alternativas o energías limpias, y les enseña a sus alumnos los beneficios que trae la luz del sol cuando se utiliza con fines ecológicos.Con 16 alumnos que van de octavo a once grado, Fernando participó en el programa Ondas, iniciativa del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (COLCIENCIAS) para impulsar la investigación en jóvenes como una estrategia pedagógica. El proyecto con el que empezaron fue un Kart con paneles solares, que funciona por lo pronto durante 30 minutos.
Gracias a COLCIENCIAS se embarcaron en un viaje mayor. Trabajaron fuerte e idearon esta propuesta, a partir de su cotidianidad en el colegio. “Empezamos viendo allí una alternativa para mejorar las clases, para que muchachos que son apáticos a los estudios se motivaran en estudiar y encontrar algo que se llama aprendizaje significativo. Nos planteamos un problema que pudiéramos cambiar. Ellos aquí perciben el sonido, el residuo de los mofles, los gases y la calidad del aire que no es buena porque estamos al lado de la carretera. Ideamos un carro que funcionara con energía limpia, eléctrico. No sabíamos si sería posible hacerlo porque cuando hablamos de innovación tecnológica se requiere dinero”, explica Fernando.
De rifas a obleasMientras hablamos, COLCIENCIAS lo llama. La entidad sabe que el proyecto es una propuesta valiosa. Termina y retomamos. “Con todo este boom del medio ambiente, los costos de los paneles ha bajado, pero aun así siguen siendo costosos”, dice.Construyeron el Kart y consiguieron los recursos para irse hasta a una exposición a Tunja para mostrar el CS1, como bautizaron a este primer proyecto.Antes, a través de este medio mostraron el CS1 y buscaron los recursos para el importante viaje, lo que no fue posible. No recibieron la ayuda que solicitaron. Reciclaron, hicieron rifas, Jean days, vendieron obleas y se empeñaron en que podían sacar su iniciativa adelante.
“La experiencia fue muy grande, me ayudó como persona y también a pensar en que con trabajo en equipo ayudaba al medio ambiente. Ahora sé más sobre la parte técnica y conozco una metodología con la que podría trabajar en cualquier otro proyecto” dice Paula Bravo, una de las líderes, quien cursa noveno grado.Con esta propuesta, titulada “Diseñar y crear un prototipo de automóvil que funcione con energía solar”, el colegio República de Argentina también estuvo entre los cinco finalistas del concurso Diseña el Cambio, donde participan jóvenes de varios países. 260 colegios de Colombia mostraron sus proyectos.Por haber competido con éxito, la Institución recibió la semana pasada, un aula virtual como premio a su creatividad, de manos de la Fundación Terpel.
“Esperamos perfeccionar el carro, que sea todo terreno y funcional, modificar la batería y que en pocos años se pueda sacar un prototipo que pueda utilizar mucha gente” .Pero el profesor Fernando reitera la misma petición siempre. Sabe que con más ayuda el pequeño Kart tendría la fuerza de contribuir a mejorar el medio ambiente de la ciudad y claro, del planeta. “Queremos que sea posible que nos ayuden con capacitaciones, que nos presten laboratorios, no necesariamente tiene que ser algo económico”, finaliza y se va en busca del proyecto en el que tiene puestas sus esperanzas.

