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Facetas

La música no es ciega

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Los únicos ojos que necesitan tener bien abiertos para la música son los del corazón.

Víctor, Brayan, Andrés Felipe y otros seis conformaron una orquesta que aún no tiene nombre, pero sí concepto, musicalidad, dulzura y, sobre todo, sentimiento.

Son tan diestros con los instrumentos que quien esté a cierta distancia y no sepa que son invidentes, pensaría que llevan años y años en la música.

Ninguno alcanza la mayoría de edad, pero eso nada tiene que ver con la madurez y dureza de sus rostros cuando están tocando: qué profesionalismo, qué técnica, qué sensibilidad.

Las melodías que Víctor Manuel Rojas, con tan solo 15 años, le saca a ese piano, dejan boquiabierto a todo el que lo ve. No tiene muy claro cómo quedó ciego. La historia se la han contado en más de una ocasión y, cuando intenta reconstruirla, esto es lo que siempre dice:

“Me caí cuando tenía seis meses y se me partió la retina, o algo así”, explica y se rasca la frente.

Estudia junto a sus otros dos compañeros en el colegio Olga González Arraut. Cree que es un bárbaro para las ciencias naturales. La canción que lo hace llorar cuando la interpreta es Te voy amar, del cantante argentino Axel Fernández. La que lo hace sonreír, Simplemente fútbol, del mismo artista. En sus ratos libres escucha fútbol. Y su sueño es ver algún día una pelota.

Es de los que piensan que cuando las ganas están, lo demás está de más.

“Para mí no es difícil tocar el piano sin poder ver, porque soy una persona a la que le gusta la música; y si quiero algo de verdad, puedo hacerlo. No hay dificultad”.

Lo que más se le complica es cambiar de acordes y aprenderse las melodías. Pero son tantas las ganas que tiene de aprender que cada vez más se ha superado, al punto de que sus mismos compañeros creen que es el mejor del grupo. También domina la guitarra y la percusión.

“¿Qué te puedo decir? Soy un hombre de música”.

De eso no queda la menor duda.

A Brayan Elí Castaño también le encantan las Ciencias Naturales, aunque confiesa que es pésimo para Artística. Cree que es la peor asignatura de todas. Lleva 8 meses tocando la guitarra, pero en actitud parece cual discípulo del famoso guitarrista Santana.

Él sí tiene clara la historia de por qué no puede ver: nació seismesino y su visión no se desarrolló por completo, de modo que un médico se ofreció a operarlo, pero con la condición de que si el niño empeoraba, él no sería el responsable.

Lo operaron, pero todo se puso peor: Brayan ya no veía nada. Y el médico se lavó las manos y se desentendió del asunto.

“O sea, yo te veo como una sombra. No tienes colores”, dice el niño de 13 años.

Me explica que aprendió a desarrollar otros sentidos. Hay gente a las que deja de ver por un tiempo y sólo por el olor o por el tono de la voz la reconoce.

“Si no te vuelvo a ver, sé por tu voz que fuiste la chica que me entrevistó. Suenas a alguien dulce”.

No sólo es un empedernido de la música, sino también de la tecnología. Tiene un lector en su computador que le va diciendo, paso a paso, lo que debe hacer. Lo que más le gusta es ayudar a otras personas a instalar sus programas.

“Por ejemplo: entro a internet y el lector me dice: 'escriba texto'. Entonces ya me sé la ubicación de las teclas. Eso sí me tocó aprendérmelo, y escribo super rápido”.

Lo que más disfruta de la música es  poder conectarse con la letra de una canción. Lo que se le dificulta:

“A veces cuando voy a cambiar de acordes y tienen cejilla, es un reto. Me alegra haber descubierto la música. No sabía lo genial que era”.

Quien le da más sabor al grupo es Andrés Felipe Fernández. No se está quieto jamás. Me ha pisado tres veces y le causa gracia la forma en que hablo. Él toca el bajo en el grupo y a veces la percusión.

Es tremendo estudiante. Se acaba de graduar del colegio Olga González Arraut y sacó un promedio tan alto en las pruebas ICFES, que se ganó una beca para estudios superiores que puede cursar en la universidad Tecnológica de Bolívar, la de Cartagena o Tecnar. Él decidirá.

“Académicamente me va bien; en comportamiento, soy terrible. Erdaa hice las pruebas en La Femenina, una profesora me iba leyendo ese poco de preguntas. Qué examen tan largo. Saqué 313 en el puntaje”.

Sin embargo, no quiere cursar ninguna de las carreras que ofrecen esas universidades. Considera que ninguna se adapta a su limitación visual.

“Yo no puedo ser contador, ingeniero, ni nada de eso. ¿Pero sabes qué sí puedo ser?: músico”.

El papá de Andrés Felipe está haciendo las gestiones para que la beca sea para Bellas Artes.

Le contaron que nació invidente, porque su mamá comenzó a sufrir de los riñones cuando estaba embarazada.

Le encanta el universo tan amplio de sentimientos que se pueden expresar a través de la música.

Cuando está triste, no escucha una canción para reanimarse. Por lo contrario, escucha la que más le duele, la que sienta más adentro, la que retrate su momento gris.

Ha tenido varias novias. Cree que su sentido del humor es el arma más eficaz para conquistarlas.

-¿Tienes novia?

-Ahora mismo no, pero obvioooooo que sí he tenido.

-Si no las ves, ¿cómo sabes que te gustan?

- Me enamoro por la forma de ser. Ah, también porque me dicen mis amigos que la pelá está buena.

Siempre está haciendo bromas pesadas. Es muy amigable. Lo único que lo deprime es sentirse solo.

“De todas las cosas del mundo, lo que más quisiera es ver a una mujer”.

Me dice, con orgullo, que sabe montar bicicleta y jugar Play Station. Tiene una filosofía de vida muy clara: “Ser invidente no es impedimento para salir adelante”.

En ese momento, el resto de sus compañeros de la orquesta, que lo escuchan atentamente, se sueltan a aplaudirlo. Es como si Andrés Felipe hubiera dicho una verdad que, por muy obvia que parezca, resumiera cómo se sienten.

Sin barrerasEste es uno de los nombres que Frank Villanueva, el creador del grupo, ha imaginado para la orquesta. Lleva más de 8 meses pensando en eso. Pero también hay otros como Eclipse y A media luz. No sabe cómo sintetizar las maravillas que ocurren cada vez que se reúnen a ensayar.

Creó la orquesta luego de que en 2002 le diagnosticaran retinosis pigmentaria, una enfermedad que afectó gravemente su vista. Frank no distingue rostros, sólo ve siluetas borrosas.

Pero poco se le nota que padece esa afección. Si no se conoce su mal, se creería que es una persona tímida, que no le gusta hacer contacto visual con todo el mundo.

“No se me nota tanto, porque enfoco y, bueno, antes veía”.

Después de quedar prácticamente ciego quiso crear la fundación Livicol, que traduce Limitados Visuales de Colombia, una iniciativa que busca incluir a esta población por medio de la música.

Frank recuerda que la primera vez que se reunieron para practicar los jóvenes lucían demasiado torpes e inexpertos. Se emociona al revivir esos momentos en que la orquesta parecía un reto imposible  lograr, y hoy se le llenan los ojos de lágrimas al percibir los avances que han tenido.

El día que los conocí estaban en una integración en el colegio Luis Carlos López, en el barrio Blas de Lezo. Ahí hicieron vibrar a los asistentes al ritmo de La pollera colorá, Sabré olvidar y hasta El serrucho, del cantante Mr.Black.

Tienen un derroche de energía que parece inagotable. No inspiran lástima. Sus rostros no cuentan historias tristes. Aprendieron a divertirse y convirtieron la oscuridad de sus vidas es un concierto de luces brillantes. 

Sin barreras, Eclipse y A media luz son algunos de los nombres que podría tener la banda. Fotos: Maruja Parra/ El Universal/
Sin barreras, Eclipse y A media luz son algunos de los nombres que podría tener la banda. Fotos: Maruja Parra/ El Universal/
Brayan toca la guitarra con el alma.
Brayan toca la guitarra con el alma.
Andrés Felipe toca el bajo y la percusión.
Andrés Felipe toca el bajo y la percusión.
Víctor Manuel Rojas es un genio para las melodías del piano.
Víctor Manuel Rojas es un genio para las melodías del piano.
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