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Facetas

Para vivir, leer

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Puedo ver la bahía a través de una enorme ventana de cristal. A lo lejos mientras Nayibe Bechara espera a las restantes integrantres del Tea Time Club de Lectura, un hombrecito atraviesa el mar con su tabla de windsurf y deja a su paso un enredo de espuma blanca. Ya hay reunidas unas diez damas pulcras y bien vestidas. Nayibe tiene la piel blanca y su cabello perfectamente peinado se mueve cuando alza y baja la cabeza para leer las notas que hay en su libreta. Logro ver que ha escrito una lista de frases que por supuesto no leeré. Me fijo en el ambiente. El aire acondicionado me quedó como anillo al dedo y la pintura blanca del salón donde nos encontramos me produce algo cercano a la tranquilidad. Los muebles y las sillas clásicas se han dispuesto en un círculo y en cada asiento hay un separador. En el centro del lugar de reunión veo una bandeja con tostadas de maíz y una tabla de quesos. Hay también un recipiente de vidrio que deja ver un mix de mango, patilla, uvas y manzana.

Nayibe empieza con las lectoras que han llegado. El libro que abordan esta vez se llama  El Canto del Cuco  y lo publicó J.K Rowling bajo el seudónimo de Robert Galbraith. Nayibe inicia con la ronda de preguntas. Hacen un análisis del contenido del libro, de por qué está escrito en tercera persona, hablan acerca del argumento central y se salen un poco del camino elogiando la fresca manera de narrar de la escritora. Para escoger los libros que leerán, en grupo hacen una lista que varía entre novelas de época, policiacas, históricas o ensayos. No se limitan a un género.

Aquí se está en otro mundo. En el mundo de la lectura. Se abre ante ti como un camino de imágenes que se ensancha y se mueve. A medida que leemos surge un nuevo paisaje. Te encuentras solo con la escena. Observas cosas que quizá otros lectores no vieron y asimismo compartes lo que otro lector percibió. Es allí donde nace el club de lectura TeaTime, porque siempre compartir la experiencia de leer  una historia en común resulta agradable, divertido e incluso iluminador.

“Al final de las sesiones tenemos preguntas de análisis, al estilo del exámen final” me comentan y ríen.

Nayibe Bechara tiene una gracia inhata. Siempre responde con una sonrisa que parece hecha por un dibujante de ánime. A Nayibe se le ocurrió la idea del club de lectura hace cinco años cuando creyó que junto con una amiga, podrían hacer reuniones para discutir en casa lo que normalmente se discute en un café o en cualquier lugar de paso. La limitación de expresarse con naturalidad al lado de extraños en una mesa supuso que quisiera hacer algo más íntimo pero al principio no funcionó.  “A mi siempre me encantaba leer. Me moría por encontrarme con Beatriz, una gran amiga que también leía mucho, pero tenía que “bucearla” para hablar de un libro. Decidí reunirme junto con cinco amigas para hablar de lo que leíamos y recuerdo que solo veníamos dos y entonces nos quedábamos viendo las caras y yo decía ¡bueno no importa!”, Nayibe estalla de la risa sin terminar la frase.

Fue el momento en que decidieron abrir aún más el club y cada una se encargó de traer a otra integrante. Llegaron a compartir con 30 ávidas lectoras, pero a juzgar por la expresión de Nayibe cuando dice “éramos treinta” el número no era el indicado. “Ahora somos 17 y el número es ideal”. Nayibe tiene una campanita rosa que utiliza cada vez que se le escapa el hilo invisible de la discusión y su voz se ve opacada por las risas y los comentarios de las integrantes del club.

Si en Halloween están leyendo a Arthur Conan Doyle es muy posible ver a muchas de estas lectoras buscando su mejor chaleco, lentes y lupa o corsé en su defecto. “Nos disfrazamos, nos imaginamos que vamos a la época donde se desarrolla la historia que estamos abordando en el momento” me explica Yoly Glauser con notoria emoción.

Algo que las chicas del Tea Time recuerdan con verguenza pícara  fue un día  en el que se reunieron para hablar del libro Cincuenta Sombras de Grey de la escritora E. L James. “¡Recuerdo que esa vez al lado de nosotras había una mesa con tres tipos!” dice Maria Isabel de Abondano. Lupita Burk, quien recién frecuenta el club, suelta a cada rato un risita discreta oyendo a sus compañeras.

La idílica y poco sustanciosa historia de Cristian Grey y Anastasia Steele no atrapó a las lectoras por tener un argumento bastante pobre y mostrar a un “protagonista hueco y manipulador”. Como el TeaTime no acepta la decepción de sus integrantes, surgió una brillante idea del no tan brillante Besteller y en la última sesión para abordarlo, acudieron a la psicología. “Fue muy chévere” me explica Nayibe, porque tuvimos a un especialista en comunicación quien es Manuel Lozano y además vino un psicólogo a hablarnos del comportamiento de los personajes de la historia”.

“Lo más rico es que tu leas mucho o leas poco, lo importante es que leas, y si no lees, al menos que aprendas porque estamos aquí para compartir y comprender. Esto lo hacemos porque queríamos algo diferente a hablar de la ropa y del bolso que te compraste. Lo que queremos es compartir cultura”, añade María Isabel.

“Hay tantos libros buenísimos” dicen con regularidad las asistentes. Al Tea Time este año le esperan los libros "Dime quién soy" de Julia Navarro, "La risa del Sol" de Esther Fleisacher, "Un lugar llamado Nada" de Amy Tan y muchísmimas buenas historias que disfrutar mientras comparten sensaciones con un vaso de te frío al lado. 

El club tiene aún muchos libros en su camino. En la foto: Yoly Glauser, Nayibe Bechara y Patricia Visbal de Otoya. ZENIA VALDELAMAR-EL UNIVERSAL
El club tiene aún muchos libros en su camino. En la foto: Yoly Glauser, Nayibe Bechara y Patricia Visbal de Otoya. ZENIA VALDELAMAR-EL UNIVERSAL
Nayibe Bechara preside el club de lectura desde hace cinco años ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
Nayibe Bechara preside el club de lectura desde hace cinco años ZENIA VALDELAMAR - EL UNIVERSAL
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