Si no fuera por la actuación, Ramsés Ramos estaría en las filas de algún grupo guerrillero.
Estudiaba Derecho en la Universidad de Cartagena y en plena carrera descubrió que los ideales de igualdad, oportunidad y equidad social que profesaban algunos grupos insurgentes lo halaban fuertemente.
Fue ahí cuando apareció el teatro en su vida. Comprendió que todas esas ideas revolucionarias las podía expresar libremente por medio del arte y sin tener que exponer su vida.
“Descubrí que podía, desde el escenario, decir una cantidad de cosas que pensaba y que podían llegar al corazón y alma de las personas; y que no me iban a matar sino a aplaudir. La ráfaga no iba a ser de balas, sino de aplausos. El teatro me cambió la vida”, dice.
Por fortuna, la actuación se impuso sobre la revolución, porque es muy complicado para quienes nos enamoramos de Naomí, la divertida travestí que personifica en El Día de la suerte, imaginar a otro artista en sus zapatos altos.
Este personaje en especial le sale tan bien, porque lo creó desde el alma. Es un homenaje a su hermano, quien falleció de sida hace 9 años.
“Los personajes los construyo así sea desde lo más pequeño, desde el humor. Lo más difícil de hacer con Naomí fue no caer en la farsa de esta condición sexual, porque sería entonces una burla a una decisión de vida, y trato de hacerlo con mucha responsabilidad”.
Luego de esta impecable personificación que hace en las tardes de Caracol Televisión sigue con su papel de Francisco Maturana en La selección, producción en la que comparte set con los cartageneros Antonio Jiménez y la ex reina de belleza, Jeimy Paola Vargas.
Cuando cae más la noche lo vemos en la competencia interpretando a Pirateque, un abogado algo sonso; y, hasta hace muy poco, en ese mismo canal, era el boricua-gringo Ómar, en la novela Allá te espero.Es tremendo actor. Cada papel que interpreta, casi al simultaneo, dista mucho de parecerse al otro.
“Eso es lo que hace un actor profesional: interpretar personajes. Lo que pasa es que muchas personas que están en el medio hacen televisión, pero de ahí a que sean unos reales interpretes de esta profesión, no lo son. Por eso los ves aparecer en la pantalla y siempre es lo mismo”, explica.
De todos los papeles que ha hecho, no tiene favoritos. A todos quiere y respeta por igual.
“Los personajes son como unos hijos, todos los hago como un acto de amor. Me les entregó con la necesidad de expresarme a través de ellos”.
Tiene 46 años y no aparenta más de 35. Es padre de un joven de 26 años. Es un tipo descomplicado y sencillo. No se ha comido el cuento de la fama y es de esos actores con ideas muy sólidas y puntos de vista muy marcados.
Me pasaron su número celular y contestó casi al instante. No se hizo de rogar. Es más, fue él quien a la mañana siguiente me llamó a recordarme nuestra cita. Esa mañana llovió y, como es costumbre en Cartagena, todo se paraliza. Por lo menos, los cuatro restaurantes a los que llegamos no abrían hasta después del mediodía.
Estaba sorprendido de que en la ciudad todavía pasara eso. Se ve que se acostumbró al ritmo proactivo de la capital.
Por fin llegamos a Hard Rock y el administrador nos dejó ingresar al lugar, que todavía no tenía servicio disponible. El sitio fue el indicado. De fondo estaba la vista hermosa de la Torre del Reloj.Es cartagenero de pura cepa. Nació en la Calle Larga y se crió en la Calle de las Carretas. Tiene los mejores recuerdos de su infancia en la ciudad. Pero, sobre todo, añora aquellos años de juventud cuando se reunía con sus amigos a tratar de solucionar los problemas que la aquejaban.
Resolvían, en cuestión de horas, los problemas de Cartagena, porque conocían su historia y hablaban con fundamento de los antecedentes que la llevaron a estar en esa situación.“Duele Cartagena, y mucho. En esa época recuerdo que todos mis contemporáneos estaban fascinados por la Cartagena esa y nos encantaba hablar, con conocimiento, de la significación de la ciudad, de su historia. Había un abrigo y una protección acerca de Cartagena. Ahora noto un enorme desprendimiento de los cartageneros por su ciudad, como si no les importara, no la sintieran. No sé si es que Cartagena dejó de ser de los cartageneros”.
Una de las mejores sensaciones que ha experimentado le sucedió la primera vez que presentó una obra de teatro. Fue una invención propia del grupo de teatro de la universidad y aún después de tantos años sigue sintiendo ese mismo miedo, que llama vicio, al salir en escena.
“Fue una sensación maravillosa, porque fue entrar en otra dimensión, como si me desdoblara, como si pudiera entrar a un mundo donde sólo podían ingresar las personas que estaban conmigo ahí y yo”.
Y es que hasta su nombre tiene algo interesante. Dice que su padre es abogado y en esa época era profesor de historia y vivía apasionado por los acontecimientos del pasado. Fue por eso que decidió ponerle a todos sus hijos nombres de personajes históricos.
El día que lo iban a bautizar, el sacerdote preguntó por su nombre y se opuso casi al instante al conocer que sería Ramsés.
“El sacerdote le dijo que mi nombre estaba inscrito en una cultura egipcia y que sólo accedería a bautizarme si me ponían un nombre de la tradición hebrea, católica. De modo que mi papá, para poder bautizarme, me puso Ramsés Elías. Ramsés significa hijo del dios Ra, que es sol; y Elías, significa hijo de Dios. Yo tengo esa connotación de hijo de Dios en dos tradiciones”, explica.Muere de ganas por traer a la ciudad su obra de teatro Naranja azul, una adaptación de un formato inglés y en la cual Ramsés habla desde su ser cartagenero.
La versión en humor de esta obra cuenta la historia de un personaje que sale de su ciudad a experimentar en otra y empieza a sufrir las burlas, la apreciación y los calificativos de otras culturas hacia la propia.
Sueña con regresar a Cartagena. Ese es su plan más ambicioso a largo plazo. Pero sabe que cuando lo haga tiene que ser a lo grande, para seguir con su sueño de ser actor y contribuir en la formación de otros.
“Mi sueño es volver. ¿Sabes? Estoy tratando de construir esa posibilidad ya con los años, con la experiencia. Lo que estoy tratando de hacer es el retorno al Caribe. Soy en esencia un hombre del Caribe, cartagenero, adorador de esta ciudad que me duele mucho”.
Conoce las tradiciones que se fusionan en los fritos cartageneros
TANIA FLÓREZ DECHAMPS

