Son las seis en punto de la tarde. Miércoles 29 de mayo. Sobre un sofá verde oscuro reposa reclinado un hombre delgado esperando a Ervelyne Bernard, la profesora de Zumba Fitness. No hace mucho calor puesto que en la madrugada recrudeció una lluvia que amenazó a Cartagena desde principio de semana, sometiendo a sus habitantes a los vapores del bochorno matutino.
Ingresan al centro cultural Ciudad Móvil, en Getsemaní, dos negras macizas de Sudáfrica preguntando por Ervelyne y extraviadas en horarios y calles. Llegaron hace dos días a la ciudad. Están enfundadas en mallas azules y se acercan a dos argentinas de pelo desordenado que atienden la parte posterior del lugar. No obstante, la clase de Zumba no empezará sino hasta las 6:30 así que se entretienen observando la exposición itinerante de fotografías de Cartagena en la que llama la atención la mirada diáfana, y a blanco y negro, de un muchacho descalzo y triste de ascendencia indígena.
Poco a poco se inicia un desfile de extranjeras, sobre todo de norteamericanas y europeas, que también son atraídas por esta suerte de bailes latinoamericanos que se combinan con aeróbicos. Las níveas jóvenes avanzan por el corredor inicial de Ciudad Móvil, pasan por el salón blanco de actividades, algunas se detienen un momento para contemplarse en los grandes espejos de la pared principal y hacen muecas o se arreglan cualquier cosa en el pelo. Más adelante, una vez atravesado el umbral que da al bar, empiezan a cambiarse para la clase que todas esperan. Las mas pudorosas (casi ninguna) esperan su turno para cambiarse en el baño. Las demás eligen una mesa y empiezan a quitarse prendas y sudarios de encima hasta quedar en lycras o ropa holgada y fresca.
Afuera de Ciudad Móvil, en la Calle del Espíritu Santo, Saskia y Sandra, dos alemanas docentes de su idioma, siguen de largo con unas cervezas en sus manos rumbo a la Plaza de La Trinidad. Hoy no asistirán a Zumba porque prefieren la clase de los martes y jueves en Cielo Terraza Bar, situado en la Calle Segunda de Badillo. Van acompañadas de David (novio de Sandra), un diseñador gráfico de acento paisa.
Vibración musical
Adentro del lugar ya hay música. El dominicano Juan Luis Guerra irrumpe desde los parlantes del recinto con una bachata rápida que anima las primeras caderas retraídas.
Las foráneas y algunas cartageneras, entre esas Jhoany, empiezan a calentar los músculos haciendo estiramientos de extremidades y disponiendo los últimos detalles de lo que será una hora de sudor y endorfinas liberadas sobre las grandes baldosas verdes y azules del piso.
Ervelyne Bernard, aparece a la hora acordada con el pelo suelto, camiseta roja y una bermuda larga y negra, tenis azules y medias tobilleras. Saluda efusivamente a Jhoany (quien administra la página de Facebook de Zumba) y ofrece una rica y amplia sonrisa a las demás. Sitúa sobre una mesa de madera sus implementos, mientras suena algo de samba brasileña y africana. Sin mayores aspavientos da la espalda a sus aprendices para mirarlos a través del espejo y empieza a llevar el ritmo de la canción con la punta de sus pies. Luego las rodillas, los hombros, y de repente, todos en el salón, emulando sus pasos, están bailando.
Empiezan a aplaudir cada tanto como un metrónomo humano llevando el compás de una canción de reggae que ahora inunda los oídos de los participantes y también de los espectadores y curiosos que entran a Ciudad Móvil sólo por ver los contornos y las siluetas al vaivén de los aeróbicos.
Las clases de Zumba las trajo Ervelyne Bernard desde febrero del año pasado a este espacio que se fue consolidando como uno de los sitios de referencia para esta disciplina en la ciudad.
La Plaza de Zumba
La primera clase se realizó en el marco de las actividades de ‘Couch Surfing’, una empresa y sitio web de San Francisco (Estados Unidos) que sirve de plataforma para que sus miembros, en cualquier lugar del mundo, “surfeen el sofá” del anfitrión que los aloja cuando viajan. En marzo de este año el sitio tenía 6 millones de miembros en 100 mil ciudades de todo el mundo y por supuesto Cartagena no es la excepción. Incluso fue así como Ervelyne llegó al país.
“Zumba es muy conocido afuera de Colombia, lo que es irónico porque son 14 millones de practicantes en el mundo en más de 150 países…; Una vez que la persona lo hace lo va a amar o lo va a odiar, es decir, no hay términos medios”, explica con determinación Bernard, quien reside hace 5 años en Cartagena y cuya ascendencia, por parte de su padre, es de la polinesia.
Dice que conoció estos ejercicios durante una de sus estancias en Kansas, Estados Unidos, y que fue como una revelación o “un sueño hecho realidad” por la posibilidad que ofrece Zumba de bailar y hacer ejercicio pero de una forma perfeccionada y calculada mediante rutinas que mejoran el sistema cardiovascular, la flexibilidad y la resistencia, y por ende la pérdida de peso.
Tampoco se trata de algo nuevo en Cartagena puesto que muchos gimnasios ofrecen clases de Zumba. Lo que sí resulta, al menos, fuera de lo común es que Getsemaní se haya apropiado de esta dinámica, no sólo por la afluencia de mochileros y viajeros que lo practican tres veces por semana, sino por las clases que se realizan los domingos a las 8 de la noche y al aire libre en la Plaza de La Trinidad, en la cual participan incluso los niños del barrio desde junio de 2012 cuando se hizo por primera vez.
“Como es una mezcla de varios bailes latinos e internacionales con movimientos de aeróbicos, utilizamos cada ritmo específico y los pasos para crear un nivel cardiovascular que va aumentando o disminuyendo según la canción. La idea es empezar con el calentamiento y seguir con una curva de aumento y de intensidad por eso viajamos de la cumbia al merengue, luego la samba y la soca y calypso, por ejemplo”.
En La Trinidad iba a hacerse, en principio, sólo una vez puesto que se desconocía la respuesta del público habitual, que la frecuenta como punto de encuentro para tomar, comer o fumar mientras se departe con amigos y colegas en un crisol multicultural.
Pero cuando Zumba se trasladó de Ciudad Móvil a allí, los niños fueron los pioneros en asimilar el nuevo espacio llevando a sus padres a este programa gratuito que empezó a instaurarse sin imposiciones.
Contra la timidez
“Para mí iba a ser sólo una vez en la Plaza de la Trinidad pero los niños se enamoraron de esto, y en general toda la gente porque se trata de un programa gratis para la comunidad local y extranjera. Lo más interesante es que se han cambiado un poco las costumbres porque se fue abriendo un área saludable y divertida, sin que haya alcohol o cigarrillos de por medio”, advierte Ervelyne, quien instruye con sus pasos vertiginosos a jóvenes y adultos de Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, Holanda, Australia y hasta de Islandia.
Sin embargo, los efectos de Zumba no son solamente físicos. De acuerdo con la profesora de baile, en su experiencia ha podido reconocer cómo se van modificando también algunos patrones de conducta en quienes lo practican. Ejemplo de eso los avances que han demostrado varios participantes para vencer la timidez.
“Cuando conocí a Jhoany era una mujer chiquita que no hablaba nunca y estaba siempre atrás en las líneas de Zumba. Poco a poco cambió de línea hasta llegar al frente. Siento que ha cambiado. Ahora no tiene miedo y habla confiada con la gente y cuando no está de acuerdo con algo también lo dice. Cuando no estoy la dejo totalmente encargada de organizar las planillas porque ahora somos 5 instructores en Cartagena”.
Esta francesa admite haberse enamorado de la Heroica al segundo día de recorrerla y tras un instante en que fue consciente, con sus cinco sentidos, del calor en sepia y la brisa marina que se colaba en Canapote, barrio al que llegó “surfeando en un sofá”.
Tras la clase que finaliza a las 7:30 p.m., los practicantes retiran el pelo pegado a sus frentes a fuerza de exudación. Parecen más ligeros y cómodos al caminar. Se marchan luego de una despedida de aplausos y entonces los diferentes lenguajes se funden en un solo agradecimiento.
Creación colombiana
Alberto “Beto” Pérez, caleño radicado en Estados Unidos, patentó la técnica Zumba para el acondicionamiento físico, y estableció un emporio en el que hay 14 millones de aficionados, en 150 países, en 140.000 sedes.
Las personas que lo practican dicen adquirir un estilo de vida más saludable con el que se sienten mucho mejor en sus cuerpos.
Shakira, Jeniffer López, Rihanna y hasta el regaetonero Don Omar son algunos de los nombres famosos que han hecho pública su preferencia por las rutinas de zumba.


